Lily

Lily


Capítulo 13

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Capítulo Trece

Jamás, ella jamás detendría lo que ocurría entre ellos. Su cuerpo palpitaba en respuesta a las caricias de Kyle y necesitaba tocarlo del mismo modo que él la tocaba a ella. Su suave tacto despertó una necesidad dentro de su vientre que no comprendía, pero deseaba provocar lo mismo en él.

—Kyle, por favor. Quiero sentir tu piel.

La mirada en sus ojos casi la hizo temer lo que estaba a punto de responderle, pero, después de unos instantes, él le dedicó una sonrisa maliciosa y rodó sobre su espalda.

—Soy todo tuyo, muchacha.

Lily se incorporó sobre sus rodillas y se colocó junto a él, sus manos temblaban cuando Kyle se sentó y las acercó a su piel. Se miraron fijamente y Lily comenzó acariciando con el pulgar su labio inferior. Él gimió y succionó su dedo hasta que un ansia se hizo manifiesta en lo más profundo de sus entrañas. Ella retiró la mano y negó con la cabeza.

—Kyle, es mi turno. Quiero conocer cada parte de ti.

Sus manos siguieron su propio camino. Recorrió sus hombros, los músculos ondulantes de sus brazos y de su cincelado pecho antes de posar un dedo sobre cada pezón. Los rozó con los pulgares, animada por las reacciones que obtenía de su amado. El cuerpo entero de Kyle se tensó ante aquella tortura, entonces le masajeó los imponentes músculos del pecho antes de seguir hasta su estómago, acariciándolo y provocándolo con deleite.

—Kyle, tus partes viriles se mueven por sí solas, ¿no es así? —Se reía mientras jugaba con la punta de su dedo, siguiendo la línea de los gruesos vellos que bajaban por el centro de su abdomen hasta llegar a su prominente virilidad—. Está tan duro, pero la piel es tan suave... Me pregunto qué se sentirá tenerte dentro de mí.

—Lily, no puedo.

—Sí, Kyle. Te quiero dentro de mí. Hazme tuya.

Sus dedos trazaron un círculo alrededor del extremo de su pene antes de deslizarlos a lo largo, frotando su turgente excitación. Experimentó con diferentes presiones para comprobar cómo reaccionaba y se alegró cuando él arqueó la pelvis hacia ella en respuesta a sus juguetonas caricias.

Kyle se levantó como si le quemara el fuego y la tomó de la muñeca con ternura.

—No, Lily. —Se inclinó hacia ella, hundiendo el rostro entre sus cabellos dorados—. No puedo tomar tu virginidad—. La abrazó con fuerza.

—Por favor, Kyle... Te necesito —le susurró ella—. Nadie lo sabrá. Estamos aquí solos. Hay una urgencia que está floreciendo dentro de mí, y solo tú puedes satisfacerla.

—No lo haré —respondió Kyle—. No te deshonraré así. Puedo darte placer de otras maneras.

Lily no tenía ni idea de a qué se refería, así que esperó para ver lo que haría a continuación. Kyle la recostó de espaldas, se acomodó a su lado y se apoyó en un codo.

—Pero, Kyle, mi cuerpo está vibrando por ti.

—Calla, dulzura.

Tomó su pezón en la boca y lo lamió hasta que ella se dejó caer otra vez en la cama, apoyó la cabeza en la almohada y arqueó la espalda enseñándole lo que quería. Él llevó su mano hasta la confluencia de sus muslos separando sus rizos y encontró un punto que la hizo lanzar un fuerte gemido en respuesta a su roce.

Frotó aquel punto sensible con el pulgar y se abrió paso dentro de ella con los dedos, provocando que abriera más las piernas en señal de invitación.

—Estás tan mojada para mí... Algún día me sentirás dentro de ti y será maravilloso estar juntos, estoy convencido de ello.

—Sí, Kyle.

Ella se agarró a su brazo sin saber lo que le estaba ocurriendo, pero confiaba plenamente en él. Él la frotó y la invadió hasta que ella creyó que iba a estallar. Su respiración se entrecortaba y se agitaba, como si algo tuviera que suceder, pero no sabía qué exactamente.

—¡Kyle, ayúdame! ¿Qué hago?

—Relájate y sucederá. Confía en mí.

Volvió a succionarle el pezón y ella se agarró a su pelo mientras esa urgencia aumentaba en su interior más y más; la empujaba y jalaba de ella a la vez. Él le mordisqueó el pezón y ella se precipitó hacia el vacío, su cuerpo alcanzó tal placer que tuvo que gritar y convulsionó entre sus dedos mientras él seguía tocándola rítmicamente, hasta que toda la tensión la abandonó de repente y se derritió entre sus brazos.

—Oh, Kyle... Yo...

Él sonrió y la besó, un dulce beso que expresó lo mucho que la quería.

—Pero tú... No lo entiendo. Debo hacer lo mismo por ti, dime qué hacer.

Él cogió su mano y la colocó sobre su miembro.

—Rodéame con tu mano, pero no aprietes demasiado.

Ella hizo lo que él le pidió.

—¿Así?

Él gimió, tiró de ella y cogió sus dos senos con una mano.

—Sí, y ahora muévela hacia arriba y hacia abajo. No llevará mucho tiempo, me has provocado y torturado tanto que estoy desesperado de deseo.

Hizo lo que él quería y lo observó. Kyle cerró los ojos y ella se fijó en cómo se tensaba su mandíbula, cómo concentraba toda su energía en un solo punto. Cuánto lo amaba... Cuánto confiaba en él y cuánto deseaba hacer aquello por él…

—Más rápido —murmuró Kyle.

Ella obedeció y él la aferró emitiendo un profundo gruñido antes de que su simiente fluyera. Lily sonrió al comprender que le había dado el mismo placer que él le había dado a ella. No paró hasta que le cogió la mano para que se detuviera.

—Lily, perdóname. —Kyle se bajó de la cama de un salto y buscó algo para limpiarla—. Lo siento, no debería...

Finalmente encontró lo que buscaba, regresó con un paño húmedo y tomó su mano con tanta ternura que el amor que ella sentía por él se desbordó.

—Oh, Kyle, no te disculpes. Te he complacido, ¿no es así?

La miró tímidamente y la besó, arrojando el paño a un lado.

—Sí, me complaces mucho, pero no debería haber hecho eso. Pierdo el control cuando estoy cerca de ti.

—Pero yo quiero que pierdas el control conmigo. Te amo. ¿No es así como debe ser?

Lo miró a los ojos esperando que no estuviese a punto de apartarse de ella de nuevo, como hacía tan a menudo. No entendía lo que impulsaba sus cambios de humor.

Kyle apoyó su frente sobre la de Lily y cerró los ojos.

—Sí, tienes derecho a ello. Tú y yo juntos, así es como debe ser... Cásate conmigo, Lily. Hazme el honor de convertirte en mi esposa. Di que sí y le pediré tu mano a tu padre a nuestro regreso.

Lily no podía creer lo que había dicho, pero no le pidió que lo repitiera. Le echó los brazos al cuello y respondió:

—¡Sí, me casaré contigo! ¡Te amo tanto! Nuestras almas están entrelazadas, nunca deberíamos estar separados. Así lo han querido los cielos y las estrellas. Somos el uno para el otro, para siempre.

Él la besó profundamente y Lily pensó que acababa de pasar el mejor día de su vida con su prometido. Luego él recogió su camisón y se lo entregó.

—Kyle, la noche no ha acabado aún. Ven a la cama conmigo. Estoy cansada y quisiera dormir. Prometiste quedarte conmigo.

—Lo sé, Lily, y me quedaré contigo, pero no mientras estés así.

—¿Así cómo?

—Lily, tienes que vestirte —le dijo mientras buscaba su propia túnica y su manta.

—Pero no lo entiendo. Prefiero sentir tu piel, así es como debe ser. ¿No lo sientes tú también? ¡Por favor, no te vistas! —Ella lo miró escrutándolo—. Me gusta tu cuerpo.

—Sí, también lo siento. Ese es exactamente el problema.

Se ciñó la manta alrededor de la cintura y volvió a la cama.

—Entonces ¿por qué me miras así y por qué debo cubrirme? —Kyle suspiró y se quedó mirando el techo por un momento—. Kyle Maule, ¿cómo puedes mirarme con tanto amor y tocarme con tanta ternura y unos instantes después verme como si fuera un insecto al que hay que aplastar?

Kyle se rio mientras la ayudaba a ponerse el camisón.

—Porque, amor mío —respondió rodeándola con sus brazos—, lo que hicimos fue maravilloso —le besó la frente—, pero solo debería ocurrir entre dos personas casadas.

—Me has pedido que me case contigo y he aceptado. ¿Por qué me rechazas ahora?

—Porque aún no estamos casados y te he deshonrado. Créeme, si tu tío se enterara de lo que hicimos, me colgaría de los testículos.

Lily se quedó mirando al vacío sumida en sus pensamientos.

—¿Qué pasa? —le preguntó Kyle.

—Estaba pensando que ahora entiendo por qué los muchachos siempre temen que los cuelguen por las pelotas.

Kyle no pudo contener la risa. Ella rio también y lo abrazó.

—Te amo, Kyle. Pero aún no me has explicado por qué debemos ponernos la ropa para dormir. Mis tíos no volverán hasta dentro de un día o dos.

—Porque si siento tu piel contra mí durante toda la noche, no podré contenerme. Habrás perdido tu virginidad para la mañana y tendré que explicárselo a tu padre, a tu hermano y a tu tío. Por favor, hazlo por mí, métete en la cama y cierra los ojos. Ya basta de hablar y de provocarme.

Lily le besó la mejilla, se acomodó en la cama y deslizó las piernas bajo las sábanas.

—Está bien, Kyle. De hecho, creo tengo una solución perfecta—. Kyle se metió en la cama con ella y se acercó para arroparla—. Me pondré de espaldas a ti, como lo hago con el fuego de la chimenea. Entonces no te resultará una incitación.

Se giró y se arrimó a él para recibir su calor mientras contoneaba su trasero hasta quedar perfectamente acoplada a su cuerpo.

Kyle soltó el gruñido más largo que ella le había oído nunca. Echó un vistazo por encima de su hombro y se encontró con sus ojos cerrados y su mandíbula apretada como si estuviera crujiendo los dientes.

Jamás entendería a los hombres. Su intención había sido hacerle un pequeño favor, pero él sólo consiguió suspirar y lamentarse.

¿Lo comprendería alguna vez?

Una vez que la erección de Kyle provocada por la sensación del tierno trasero de Lily acurrucado contra él disminuyó, finalmente se quedó dormido. Esperó hasta percibir su rítmica respiración antes de cerrar los ojos.

Al amanecer despertó con un perfume a flores, abrió los ojos y descubrió que Lily lo miraba fijamente con una sonrisa dibujada en el rostro.

—¿Qué pasa?

—Nada. Simplemente me gusta mirar a mi prometido. Me gusta tu cabello oscuro. Rara vez se despeina, como el mío.

Acarició los mechones sueltos que le colgaban delante de la cara. Siempre había llevado el pelo un poco más largo que la mayoría, dejándolo crecer hasta más allá de los hombros.

—Pues parece que he hecho un buen trabajo engañándote entonces.

Le besó la frente antes de salir de la cama.

—¿Qué quieres decir con engañarme?

Kyle se puso los calzones.

—Porque mi pelo es siempre un desastre. Rara vez lo peino.

—¿A dónde vas?

Lily no apartaba su mirada de él.

Kyle se inclinó para besar sus labios antes de dirigirse a la puerta.

—Ya que el sol casi ha salido, he pensado en traerle a mi prometida un poco de agua para que se refresque, si le parece bien.

—Sí, te lo agradezco.

—Y... Lily, por favor, no digas nada a tus tíos sobre nuestro compromiso. Preferiría hablar con Logan en privado primero. Y, cuando lleguemos a la tierra de los Ramsay, hablaré también con tu padre.

—Lo que tú digas, Kyle. Esta noche he tenido dulces sueños.

—Me alegra oírlo.

Después de mover el cofre a un lado de la puerta, recogió el jarrón de la mesa auxiliar y se dirigió a la puerta.

Kyle silbaba mientras avanzaba por el pasillo. Lily se había mostrado tan apasionada la noche anterior que estuvo a punto de cometer un grave error, pero el miedo a deshonrarla fue lo suficientemente poderoso para refrenarse. Después de llevarle el agua, vigiló el exterior de su puerta hasta que estuvo lista y la acompañó al gran salón para tomar el desayuno.

Envió al resto de los guardias primero y acordó reunirse con ellos allí.

El día fue tranquilo. Kyle se dedicó a custodiar a Lily mientras ella observaba a los varios juglares y violinistas que se presentaron a lo largo del día. Le encantaba observar la expresión embelesada de su rostro mientras disfrutaba de los artistas. Se la veía verdaderamente cautivada por ellos. Se ofreció a llevarla de vuelta a la feria, pero ella no quiso, prefirió quedarse en los alrededores del castillo.

El mayordomo del rey se apresuró acercarse a ellos en cuanto entraron en el gran salón. Murmurando unas disculpas, les pidió que comieran allí esa noche.

—El rey os envía sus excusas —dijo—, pero esta es nuestra noche habitual para abrir el gran salón a los habitantes del burgo. A él le gusta agasajar a los escoceses una vez cada semana. Con tanta asistencia, se necesitará a todo el personal en el gran salón. Si esto os incomoda, podéis empezar pronto y retiraros temprano. Los festejos no se animan hasta más tarde, cuando los juglares y los violinistas llegan después de la comida principal.

Kyle miró a Lily para ver cómo reaccionaba ante aquella información. Ella disfrutaba cenando en la cámara privada, pero debían acatar las peticiones de su anfitrión.

Lily cruzó las manos modestamente frente a ella y le dedicó al mayordomo una amplia y cálida sonrisa.

—Estaremos encantados de unirnos a los festejos en el gran salón.

—Creo que quedaréis muy satisfecha con la cena que se ofrece esta noche, milady. La cocinera es maravillosa. —El mayordomo sonrió y se giró para regresar a las cocinas.

Una vez que se hubo marchado, Kyle dijo:

—Puedo ver que tu sonrisa es forzada. Esto no te agrada tanto como quieres hacer creer a los demás.

Lily agachó la cabeza.

—No. Tienes razón, preferiría no tener que lidiar con esos festejos. Pero podemos comer temprano y marcharnos, ¿no?

—Por supuesto. Haré lo que tú quieras. Es mejor no tener que vigilarte en medio del caos que se producirá alrededor de la medianoche, supongo. Estoy a vuestras órdenes, milady.

Le guiñó un ojo y ella soltó una risita.

En cuanto se abrió el salón para servir la última comida, Kyle y Lily se adentraron en la cavernosa estancia junto con varios guardias que iban detrás de ellos. Dos guardias habían salido a hacer unas diligencias que Kyle les había asignado, pero el resto tenía órdenes de recorrer la sala vigilando a cualquier invitado inusual. Dos estarían apostados justo a la entrada.

Kyle condujo a Lily de la mano hacia el interior al tiempo que escudriñaba la zona en busca de posibles amenazas. No le preocupó nada de lo que vio, ya que habían llegado pocos invitados a esa hora tan temprana.

—Kyle, ¿te sientas a comer conmigo?

—Lily, aunque me gustaría, creo que es más importante que haga guardia. Necesito vigilar lo que ocurre en el pasillo y, si me siento contigo, me distraeré.

En el rostro de Lily reflejaba su decepción, así que él buscó una posible solución.

—Mira —señaló el centro de la estancia—. Hay tres muchachas de tu edad allí sentadas. Preferiría que no estuvieras sola y están justo en el centro de la sala, junto a varios de los guardias del rey. ¿Por qué no comes con ellas? Yo me llevaré un plato para cenar en el pasillo más tarde.

—Prefiero que no. Podrías comer conmigo.

Él le apretó la mano y la llevó hasta la mesa del centro.

—No, no puedo. Lo que ocurrió anoche no cambia el hecho de que nuestros lairds me hayan asignado la tarea de custodiarte, y eso es lo que haré.

—¿Prometes no apartarte de mi lado?

—Prometo que no te dejaré. Tengo cinco guardias en el salón vigilándote y dos más justo afuera.

—Está bien, me sentaré con ellas si es necesario, pero no tengo intención de quedarme aquí mucho tiempo.

Kyle la acompañó hasta allí sin dejar de estudiar a todos los hombres del salón, procurando familiarizarse con cada uno de ellos en caso de que supusieran un riesgo. Cuando llegaron, dijo:

—Señoritas, esta es Lily Ramsay. ¿Os importaría que se uniera a vuestra mesa? Su familia aún no ha regresado de un viaje y prefiere no cenar sola.

—¡Sí! Sentaos con nosotras. Yo soy Fenella y ellas son Moira y Kenna. Vuestro cabello luce encantador así recogido, aunque no parece ser muy largo.

Lily se sentó frente a Fenella alisando sus faldas.

—A mi tía le gusta peinarme de diferentes maneras.

Kyle esperaba que fueran amables. Lily se había recogido el pelo con la intención de disimular que se lo había cortado, pero a las muchachas rara vez se les escapaban esos detalles. Se dirigió al extremo de la mesa y se quedó de pie con las piernas separadas y una mano sobre la empuñadura de su espada.

Moira, la más bonita de las tres, se inclinó hacia Lily y preguntó:

—¿Quién es? ¿Tenéis vuestra propia guardia personal?

Lily miró a Kyle y este le hizo un leve movimiento de cabeza para animarla a responder que sí a la pregunta. Cuantas más personas creyeran que estaba cuidadosamente vigilada, mejor.

—Sí. Se llama Kyle y me vigilará hasta que regresen mis tíos. También hay otros guardias por aquí cerca.

Moira soltó una risita.

—¡Qué suerte tienes! Espera a que veas a todos los muchachos apuestos que vendrán a la torre a celebrar esta noche. Llegarán más tarde, pero nosotras preferimos comer antes.

—¿Venís a menudo? —preguntó Lily.

—Sí —respondió Fenella—. Venimos siempre que podemos. Kenna está buscando marido, así que estamos aquí para ayudarla.

Moira se acercó a Kenna.

—¿Por qué no invitas al guardia de Lily a bailar? Es bastante guapo, aunque es un poco grande y su pelo demasiado largo.

Soltó una risita mientras alzaba la mirada para buscar la de Kyle.

Él la ignoró, al igual que ignoraría a cualquier muchacha que intentara decirle que tenía el cabello demasiado largo.

Sin embargo Lily no la ignoró.

—No podéis tener a Kyle. Está prometido.

—¿Con quién? —preguntó Fenella.

Lily frunció el ceño y dijo:

—Con una muchacha de los Ramsay, y a ella le gusta mucho su cabello largo.

Kyle contuvo las ganas de sonreír ante el comentario de Lily. Más aún, deseó colocarse detrás de ella y apoyar las manos en sus hombros para reivindicar su derecho a la vista de todos. Lo que más le gustó fue cómo esa afirmación pareció infundirle confianza en sí misma, y a la vez fue una inyección de confianza en sí mismo también.

Así que la muchachita le gustaba su pelo... ¿Por qué quiso anunciarlo a toda la sala?

—Parece que os agrada su larga cabellera —dijo Fenella enarcando las cejas hacia Lily, pero el asunto se interrumpió cuando las sirvientas llegaron con estofado en cazos de pan y tazones con guisantes y cebollas.

Kyle se dio cuenta de la extraña forma en que Lily se quedaba mirando la comida. ¡Por supuesto! Ella no podía digerir los granos. Kyle hizo un gesto a una de las sirvientas, que corrió a ver qué necesitaba.

—Mi señora no puede comer granos.

La doncella se volvió hacia Lily con el ceño fruncido, pero luego respondió mansamente:

—¿Qué puede tomar?

—Nada de pan, tal vez algunas zanahorias. ¿Tenéis algo de carne, además del estofado?

—Vaya que sois especial, Lily.

Kenna se rio y puso los ojos en blanco. A Kyle no le gustaba la forma en que miraban a Lily sus acompañantes. Al momento llegaron dos muchachos y se unieron a ellas en la mesa.

—¿Y quién es la nueva muchacha? —preguntó uno de ellos.

—Esta es Lily, Torquil. Necesita comida especial. —Fenella la señaló con la cabeza.

Justo en ese momento, la jefa de las criadas de la cocina trajo algo de comida a Lily y le dijo:

—Aquí tenéis, milady. Perdonadme por olvidar vuestras necesidades. —Inclinó la cabeza hacia ella y volvió a las cocinas.

Torquil miraba a Lily con una sonrisa ladina, una expresión que Kyle estaba dispuesto a arrancarle de la cara de un puñetazo.

—¡Vaya! Tenemos suerte de contar con alguien tan especial, ¿no crees, Fenella?

Lily los ignoró y empezó a comer su tazón de guisantes y zanahorias. A juzgar por la velocidad con la que se metía la comida en la boca, Kyle supuso que estaría de pie y lista para marcharse en menos de cinco minutos.

El otro muchacho se paró detrás de Torquil y silbó en cuanto su mirada se posó sobre Lily.

—¿Has observado esos ojos verdes, Torquil? ¿No te gustaría verlos en la oscuridad?

Kyle no sabía cuánto más iba a poder soportar. Repasó sus opciones. Podía darle un puñetazo a cada uno, lo que probablemente acabaría con ellos, o podía sacar su espada y ensartarlos a ambos con ella. Cualquiera de las dos alternativas sería un desastre. Decidió que el rey se enfadaría si esa situación de violencia estallaba tan temprano, de modo que ideó una táctica diferente.

Algo que los mantuviera alejados sin verse obligado a levantar el puño en medio del gran salón real.

El sitio se estaba abarrotando, cada vez más gente ocupaba las mesas cercanas a ellos.

No quería montar una escena y el sudor le brotaba de las sienes. Finalmente dijo:

—Lily, ¿estás lista?

Torquil se puso de pie.

—No, no lo está. Elliott y yo queremos que se quede aquí.

Cruzó los brazos y se enfrentó a Kyle con una mirada desafiante. El corpulento muchacho tenía más grasa que músculo; aun así, Kyle no quería actuar sin reflexionar sobre las consecuencias.

Le tendió la mano a Lily.

—Vamos —le dijo.

Ella se levantó, su expresión demostraba claramente lo disgustada que se encontraba. El amigo de Torquil le bloqueó el paso y le rozó la espalda con un brazo.

—No —dijo—. Creo que la haré mía, Torquil. Dejaremos que su guardia nos mire.

Kyle hizo una señal a sus guardias, luego empujó a Lily detrás de él y levantó a Elliot en el aire.

—No volverás a tocarla. Nunca.

—¡Bájame! Voy a patearte el trasero. Torquil, trae a tus guardias para que se encarguen de él.

Kyle apretó con una mano el cuello de Elliott.

—No me harás nada. Antes serás un hombre muerto. No vuelvas a tocar a Lily Ramsay nunca más.

—¿Lily Ramsay? —Elliott se atragantó.

—Sí. ¿Qué pasa con eso? Sus tíos estarán aquí mañana y no creo que quieras enfadarlos haciendo alguna tontería.

Kyle utilizaba la única carta que tenía para evitar un derramamiento de sangre.

—¿Quiénes son? ¿Qué Ramsay?

El rostro de Torquil palideció y la sonrisa de Elliott desapareció por completo de su cara.

—Tal vez hayáis oído hablar de ellos, de Logan y su esposa Gwyneth.

Torquil empezó a retroceder antes de que Kyle bajara a Elliot al suelo.

—¡Torquil, vuelve aquí y ayúdame! —se quejó el muchacho—. Prometiste quedarte conmigo y luchar. ¿Vas a abandonar a un amigo en apuros?

Kenna susurró:

—¿No es esa la dama que atraviesa las pelotas de los hombres con su arco?

Los ojos de Elliott parecían a punto de salirse de la cabeza ante la revelación de Kenna.

—¿Y estarán aquí mañana? —consiguió balbucear.

—Sí —respondió Kyle—. Y vosotros acabáis de intentar abusar de su sobrina favorita.

—¡No, yo no he hecho nada! —gritó Torquil mientras empezaba a correr.

—¡Bájame! —pidió de nuevo Elliot sacudiendo las piernas en el aire—. No volveré a molestarla. —Dicho esto, Kyle lo dejó caer al suelo. Elliot se levantó para huir, no sin antes pronunciar la última palabra—. Esto no ha terminado. Te lo haré pagar —le espetó.

Kyle guio a Lily afuera haciendo lo posible por tranquilizarla. Podía oír los murmullos que inundaban el salón, pero siguió avanzando con la esperanza de llegar a su habitación antes de que aparecieran las lágrimas.

—Kyle, ¿crees que podría ser él?

—¿Cuál?

—Torquil. Él era más grande. ¿O crees que mi acosador podría ser Elliott?

—Podría ser cualquiera de los dos, Lily, aunque no estoy seguro de que Torquil tenga la entereza para ser tan audaz. Elliott sí, podría ser él.

Cuando finalmente llegaron al piso superior, Kyle apoyó su mano en la espalda de Lily y la guio hacia su habitación.

—No dejaré que te atormenten. —Tras comprobar que no hubiera intrusos dentro, regresó hasta la puerta y, antes de irse, le preguntó—: ¿Estarás bien? Hay algo que debo hacer, y, en vista de lo que acaba de ocurrir, creo que será mejor que te proteja desde fuera.

—Kyle, no me dejarás, ¿verdad?

Kyle se aclaró la garganta y tragó saliva.

—Lo siento, Lily, pero creo que será mejor que no duerma aquí esta noche. Estaré al otro lado de la puerta.

El rostro de Lily se descompuso tan rápido que fue como si la hubiera abofeteado.

—Lo que tú digas.

Cerró la puerta y lo dejó allí parado frente a ella.

Él suspiró entristecido, pero no podía cambiar su decisión. Lo que tenía que hacer era algo que debía mantener en secreto, era la única forma. Ella lo perdonaría más tarde, cuando lo comprendiera.

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