Katrina

Katrina


CAPITULO XVI

Página 27 de 37

—Majestad —dijo, arrodillándose a su lado—. Majestad…, ¡oh, Dios santo…! ¿Estás herida?

Fueron los brazos temblorosos y doloridos de Vilhelm Mons los que trasladaron a Katrina al Kremlin, donde la acostaron en su propia cama presa de dolores prematuros de parto.

Ir a la siguiente página

Report Page