Iona
CAPÍTULO VIII
Página 10 de 13
CAPÍTULO VIII
Mi instinto no solía fallarme respecto a las personas que conocía y esta desde luego no iba a tener mi confianza.
Entré deprisa en mi casa y rápidamente me asomé por la ventana de la biblioteca.
Allí estaba mirándome descaradamente, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos; me hizo una inclinación de cabeza y se alejó.
Fui al jardín para hablar con mi madre. Me había puesto muy nerviosa.
-Mamá, he tenido un encuentro muy extraño.
-¿Sí, mi vida? ¿Con quién te has visto en tu paseo a caballo?
Estaba distraída plantando sus rosales hasta que pronuncié el nombre del embajador francés.
-Mi niña. ¿Te ha dicho alguna cosa ofensiva?
-No, ha sido atento y educado. Deseaba venir a tomar el té esta tarde para conocernos mejor. Es un hombre muy raro. No me ha gustado como me miraba y además me ha seguido hasta aquí.
-Se lo diremos a tu padre. A mí tampoco me causó buena impresión. Es cierto que es guapo y de buenos modales, pero hay algo en él que no sé explicar.
-Sí. No creo que sus intenciones sean honestas.
-Puede que le hayas causado una buena impresión. Y quiera cortejarte. Supongo que cuando se entere que estás comprometida, no volverá a hablarte.
-Eso espero. No me gustaría encontrármelo a solas. Menos mal que en Hyde Park había muchos transeúntes. Pero me ha dado escalofríos la manera en la que me miraba.
-No deberías salir sola de casa; no me fío tampoco de ese caballero. Manda un mensaje a tu prometido y mejor que venga aquí a tomar el té.
-Mamá, tampoco hay que exagerar. Es un paseíto de dos calles y hay muchas personas que están allí. Y Edmund, también se encuentra cerca de la Jefatura de policía.
-Como prefieras hija, pero no tardes en venir.
Hasta que no estés casada, somos responsables de tu bienestar.
Besé a mi madre en su suave mejilla.-No te preocupes mamá, tendré cuidado y ya sabes que sé defenderme.
Nos sonreímos y me fui a cambiar de traje y a asearme. Escribiría un rato antes del almuerzo y luego me reuniría con mi amado.