Hope

Hope


Primer acto » Capítulo 15. Deseos

Página 18 de 84

C

A

P

Í

T

U

L

O

1

5

D

e

s

e

o

s

Hope se pasaba horas asomada a la ventana.

—Hoy veré una estrella fugaz —me decía—. Y ella cumplirá mi deseo.

Los humanos siempre desean algo, desde cosas inútiles hasta otras que son inconcebibles. Hope no era menos, tenía tantos deseos que me sería imposible enumerarlos. Pero había uno que sobresalía por encima de los demás, ese mismo por el que había dejado de creer en la Navidad, aunque era difícil creer en algo en aquella casa.

Escuchar.

Hope anhelaba ser normal; así podría tener amigos, escuchar lo que gritaba el hombre de los helados cuando pasaba por delante de su casa o saber por qué los ojos de su madre se ensombrecían cuando la miraba.

Normalmente se cansaba antes de ver una estrella fugaz. Y, como no podía verla, se la inventaba.

—¿La has visto? —Señalaba el cielo a la vez que me miraba con una enorme sonrisa dibujada en los labios. Quería parecer contenta. Me habría gustado decirle que conmigo no tenía que fingir, que por más que lo intentara no podría esconder el cansancio ni la decepción que sentía—. Ya he pedido mi deseo. Mañana se cumplirá. Iremos a ver a Joseph y podré escuchar la función de

El hombre elefante, por la noche veremos una película con mamá y podré entender lo que dicen y lloraremos y reiremos juntas y después le pediré que me dé un beso de buenas noches y que me haga un traje de princesa, uno de verdad. —Volvía a mirar en mi dirección, con un deje de culpabilidad—. No te enfades, la próxima vez pediremos que seas de verdad.

Nada cambiaba con la llegada del día. Hope ya lo sabía, pero la esperanza es algo que se pierde de manera fragmentada. No podía escuchar la obra ni la película, y cuando le pedía a su madre que le hiciera un traje de princesa, esta le respondía con silencio. Y no porque no pudiera escucharla, sino porque la señora Black había dejado de molestarse en hablar.

Del beso, Hope siempre se olvidaba.

De lo que nunca se olvidaba era de pedir ese mismo deseo, noche tras noche. Ella era de las que preferían lo impensable a lo inútil.

Ir a la siguiente página

Report Page