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Segunda parte. Marzo » Capítulo 12:// Obra Maestra

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Capítulo 12:// Obra Maestra

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La facción JugadorZ ha lanzado el Proyecto Hombre Ardiente de fuente abierta con la expresa intención de «resucitar» a Roy Merritt como avatar del Espacio-D de nivel de sistema. El avatar planeado obedecería a los once principios de la Orden de Merritt y estaría imbuido de poderes según los niveles de donación de los participantes. El proyecto se hizo posible a través del reciente descubrimiento de los datos biométricos completos del difunto Roy Merritt en la base de datos de seguridad del Edificio Veintinueve. Los datos incluyen geometría facial y corporal, texturas, voz, forma de andar y otra información. Los contribuyentes necesitan una valoración de cinco estrellas, y al menos quince niveles de eficiencia en su clase primaria.

XiLAN_oO**** / 2.930 - Programador de nivel 23

Situada frente al delta del río Perla en Hong Kong, Shenzhen era una ciudad de emigrantes. Declarada Zona Económica Especial por el Gobierno chino en 1980, era un experimento en capitalismo limitado… y había crecido con sorprendente rapidez. Impulsada por la mano de obra barata, la población de Shenzhen explotó desde trescientos mil a más de doce millones de habitantes en menos de tres décadas. Complejos de fábricas de alta tecnología que producían artículos para las compañías occidentales cubrían kilómetro tras kilómetro el norte de la ciudad, lejos de los distritos del sur, dedicados al turismo y el comercio.

Jon Ross llevaba aquí sólo unas cuantas semanas, y ya le gustaba más que Pekín. El aire era mejor, para empezar, y tenía un clima más suave, subtropical. Era una ciudad hecha para el tipo de persona que él fingía ser: un empresario de éxito de treinta años que buscaba capacidad de carga de trabajo. Para una persona así, Shenzhen tenía muchos atractivos, en especial la mano de obra especializada y barata.

China ya no producía baratijas de plástico. Ahora fabricaba iPods, ordenadores y artilugios médicos. Mercadotecnia de alta calidad. Si querías fabricar camisas o sillas de plástico de jardín, tenías que llevar tus negocios a Vietnam o Paquistán. Al menos por ahora.

Ross miraba por la ventanilla. Miles de trabajadoras uniformadas de azul con chapas de identidad multicolores pegadas a los bolsillos se movían alrededor de su Buick Regal, conducido por un chófer. Mientras avanzaban por el estrecho carril entre los edificios de producción y los dormitorios, las ventanillas tintadas del coche lo ocultaban de la vista de las trabajadoras. El conductor tocaba el claxon repetidas veces y maldecía en mandarín mientras avanzaban a paso de tortuga. Ross estudió la marea humana que iba pasando… o quizá pasaba él. Era difícil decirlo. De cerca, todas las trabajadoras eran distintas de algún modo. Sus ojos. Su expresión. Pero en unos instantes desaparecían en la multitud.

Sabía por qué habían venido a Shenzhen: para enviar dinero a sus familias en la China rural. Muchas cosas descansaban sobre los hombros de estas jóvenes. Podían ser la única esperanza de una familia que había pedido prestadas sumas muy importantes para enviarlas aquí. Fracasar significaba la pérdida del hogar familiar. La carga daba un sentido de mortífera seriedad a su trabajo, sobre todo desde que la economía global había empezado a deshilacharse por los bordes, y los despidos eran el pan nuestro de cada día por toda la ciudad.

Ross sabía que el mismo tipo de migración tenía lugar por todo el mundo. En una tierra de mercados sin fronteras, los granjeros por sí solos ya no podían competir en precios con las granjas industriales. La tierra estaba siendo despoblada, la posesión de terrenos absorbida por la maquinaria agrícola para conseguir un rendimiento eficaz, dejando a la mano de obra sobrante pocas opciones aparte de marcharse a las ciudades y buscar trabajo en la industria. Lo mismo sucedía en India, Filipinas e Indonesia. Incluso en Estados Unidos. Era la migración más grande de la historia de la humanidad. Todo en busca de una producción de alta eficacia y bajo coste.

Y era esta misma eficacia lo que hacía que el sistema fuera vulnerable al daemon. Las mismas redes uniformes que movían dinero e información entre mercados en fracciones de segundo también permitían que los sencillos bots del daemon se disfrazaran de estrategia de mercado de alto nivel, y ordenaran la fabricación y entrega de artículos… y borraran luego la evidencia. Los sistemas de dirección de alta tecnología y encargo inmediato habían permitido una revolución silenciosa en más de un aspecto.

Así era el mundo post-Sobol.

El coche de Ross salió de la abarrotada carretera y enfiló por un carril vacío entre los edificios de las fábricas con altas filas de ventanas. Las trabajadoras parecían hormigas que siguieran una línea de puntos, y ninguna de ellas se desvió hacia ese carril. El coche se acercó a una puerta de acero sin ninguna indicación, y donde un brillante ojo de gato flotaba en el Espacio-D para marcar su destino. Sería invisible para los que no fueran miembros de la red oscura.

Ross tocó a su conductor en el hombro y señaló. En cuanto el coche se detuvo, bajó de él.

Se encontraba en el carril de emergencia ante la puerta sin rasgos distintivos. No había picaporte ni bisagras por ese lado. El metal parecía capaz de detener las balas de un rifle. Se ajustó sus gafas HUD de segunda generación (más pequeñas y con aspecto más profesional que los modelos previos), y contempló el brillante ojo tridimensional que flotaba en el Espacio-D sobre la puerta. Un objeto espectral que sólo existía en el espacio virtual. Se volvió a mirar hacia el Buick negro, todavía aparcado cerca. Le indicó al conductor que se marchara y asintió en respuesta a la expresión intrigada del hombre. El conductor se encogió de hombros, anotó una entrada en su cuaderno y se marchó.

Ross vio partir al coche, luego rebuscó en el bolsillo de su chaqueta y sacó un pequeño amuleto de plata con una piedra verde en forma de ojo de gato. Era similar al símbolo que flotaba sobre la puerta. Lo colocó en su línea de visión con las gafas HUD, de modo que encajara con el brillante símbolo en tamaño y orientación, y lo sostuvo con cuidado. Entonces habló lentamente en un idioma que sólo existía en el mundo de juego online creado por Matthew Sobol, el lenguaje de los creadores.

De abolonos… fi theseo va… temposum… gara semula… va cavrotos.

Al entonar la última sílaba, una luz brillante empezó a surgir de su amuleto. Estaba seguro de que sólo era una luz del Espacio-D, una luz que no existía en el mundo real. Sin embargo, para él era real, y por eso entornó los ojos para protegerse del brillo de los pico-proyectores de sus gafas cuando una brillante línea apareció en el Espacio-D en torno a la puerta. Las líneas blancas se enroscaron y expandieron, formando el contorno de una puerta ornada resplandeciente de luz blanca, que emanaba de las fisuras de la puerta del mundo real. Un momento después oyó un clic, y la puerta del mundo real se abrió lentamente, desparramando luz del Espacio-D.

Ross bajó el amuleto, y se protegió los ojos mientras atravesaba la puerta. Su mano no bloqueó nada, porque la luz procedía del interior de sus gafas. Advirtiendo su error, se las subió y se encontró en una pequeña sala de una fábrica repleta de estantes cargados de componentes eléctricos. Pudo oír el rugido de potentes motores eléctricos, además de los chasquidos de máquinas soldadoras automáticas en la fábrica que había más allá. Pero aquí, en esta pequeña sala, dos guardias chinos armados y uniformados se alzaban ante él, mirándole con el ceño fruncido y los brazos cruzados. La puerta de acero se cerró de golpe tras él.

Volvió a ponerse las gafas HUD y vio los globos de texto de la red oscura flotando por encima de ambos hombres. No sólo eran guardias de seguridad, sino luchadores de nivel 9 con puntuaciones de cuatro estrellas, de la facción Rosa Oscura. Agentes duros que podían llamar a toda una turba en un instante. Los textos del Espacio-D identificaban al de la derecha como Centinela949. El de la izquierda era Guardián_13.

Ross sabía que su propio indicativo mostraba que era un Pícaro de nivel seis con cuatro estrellas y media de reputación, pero advirtió que Guardián_13 indagaba en su historial de logros y examinaba su actual misión, mientras que Centinela949 tan sólo lo miraba de arriba abajo.

Fue entonces cuando advirtió que la facción Rosa Oscura era partícipe de la Orden de Merritt, como indicaba la llama de su logotipo. Sonrió para sí, maravillándose de lo lejos que había llegado la fama de éste. La Orden de Merritt era un estándar de conducta evolucionado de manera espontánea con una rigurosa exigencia ética. Ross supo que aquí lo tratarían bien.

Guardián_13 le habló en lo que pareció ser chino mandarín. Un momento después oyó una voz de mujer en su oído traduciendo las palabras del guerrero:

—Rakh, dicen que fue usted amigo del Hombre Ardiente. Que estaba usted presente el día que murió.

Ross asintió.

—Roy era tan decente y valiente como nadie pueda serlo. Tuve la suerte de conocerlo.

Guardián_13 y Centinela949 asintieron apreciativamente.

—¿Por qué ha atravesado la Puerta del Hacedor? —le preguntó Guardián_13.

—He venido a forjar una obra maestra.

La traducción al mandarín de las palabras de Ross se produjo unos instantes después.

Centinela949 alzó una ceja.

—¿Una obra maestra? ¿Cuál?

—Los Anillos de Aggys.

Los guardias intercambiaron una mirada. Guardián_13 clicó varios objetos en el aire que sólo él podía ver.

—Eso es un asunto serio. ¿Tiene los requisitos previos?

Ross asintió.

—Los tengo.

—No sólo los créditos de la red, sino también los elementos.

—Hice las nueve misiones y tengo todas las piezas. PlineyElder tendría que estar esperándome.

Ross colocó un maletín de cuero sobre una mesa cercana y lo abrió. Sacó una caja de madera sobre la cual había nueve pequeños globos del Espacio-D unos encima de otros. Le tendió la caja a Centinela949.

El guardia la abrió y pudo ver nueve joyas, ocho semicírculos de titanio (cuatro de ellos más pequeños que los otros), y un cristal. Todos iban alojados en receptáculos de gomaespuma. Cada uno de ellos tenía un identificador del Espacio-D separado. Centinela949 los examinó y asintió hacia su colega.

—Los elementos son genuinos.

—El aspirante supera el límite de reputación y tiene los créditos necesarios.

—Ha pasado las especialidades de clase necesarias.

Guardián_13 habló con la claridad y oficialidad necesarias cuando declaró:

—El aspirante tiene todos los elementos del Anillo de Aggys. La obra maestra puede intentarse.

Ross sabía que bots de reconocimiento de voz estaban escuchando el anuncio, y que las palabras clave de esta declaración activarían la siguiente fase del proceso.

Los guardias le indicaron que los siguiera mientras cruzaban el almacén y abrían una gran puerta interior. Ross recogió su maletín y así lo hizo. Uno de los guardias le tendió un casco rojo con protectores para los oídos que cogió de un estante en la pared. Él se lo puso mientras ellos se ponían otros, de color blanco.

Guardián_13 señaló los auriculares y volvió a hablar. Momentos después, la traducción llegó a través del micro de conducción ósea a pesar del fuerte ruido.

—No se quite los auriculares. Ahí dentro hay más ruido.

Ross asintió, y ellos abrieron la puerta de metal para pasar a una enorme planta industrial llena de robots soldadores industriales. Dos ingenieros con brillantes monos verdes y cascos blancos los esperaban en la primera fila de máquinas. Los rótulos sobre las cabezas de los hombres los identificaban como un Hechicero de nivel 10 llamado PlineyElder, y un Fabricador de nivel 9 llamado WuzzGart.

PlineyElder miró su reloj mientras se acercaban. También habló en mandarín.

—Llega tarde.

Ross se encogió de hombros.

—Había tráfico.

Siempre hay tráfico. Esto es Shenzhen.

Guardián_13 le tendió la caja de madera al hechicero, que la abrió e inspeccionó su contenido con atención. Miró entonces a Ross.

—Espero que tenga preparados sus hechizos. No tengo todo el día para tratar con esto.

Ross asintió.

—Usted haga su parte, y yo haré la mía.

PlineyElder gruñó y le indicó a Ross que lo siguiera. WuzzGart se les pegó a los talones. Los guardias se quedaron atrás. El nuevo trío echó a andar entre pasillos de brazos robóticos que giraban, rotaban y chispeaban. Brillantes destellos de luz puntuaban la visión de Ross. Cada fila de brazos mecánicos formaba una línea de montaje, moviéndose en una sintonía de actividad, guardando y sacando piezas metálicas del tamaño de una lavadora. Con cada movimiento los bots soldadores se detenían, marcaban una serie de puntos de soldadura precisos, y luego pasaban a la siguiente posición. Trabajadores humanos se movían entre las filas, supervisando el equipo. Algunos de ellos tenían globos de información de la red oscura, pero la mayoría no.

Aun así, todos ignoraron al occidental vestido de traje de chaqueta que se movía por su espacio de trabajo.

Pronto Ross y los ingenieros llegaron a un rincón de la fábrica donde había un solitario brazo soldador junto a un pedestal. Aquí no había ninguna cinta de montaje, y los numerosos objetos a medio terminar en los estantes cercanos le llevaron a pensar que se trataba de una zona de prototipos o de pruebas.

WuzzGart, el fabricador, se puso unos guantes blancos y sacó los semicírculos de titanio y el cristal de la caja de madera. Limpió cada pieza cuidadosamente con un paño de algodón y no le habló a nadie en concreto mientras colocaba cada pieza en un aparato atornillado al pedestal chamuscado.

—¿Por qué todos los artículos poderosos requieren titanio?

PlineyElder miró su reloj.

—Vamos, tengo una reunión dentro de veinte minutos.

—Hay que hacer esto con cuidado. Las piezas deben estar bien limpias, o el cloro del sudor humano influirá en la soldadura. El titanio es un metal muy reactivo.

El hechicero simplemente indicó su reloj con impaciencia.

—Entonces deja de hablar y ponte a trabajar de una vez.

Ross se empinó por encima del hombro de WuzzGart para ver cómo el hombre colocaba el cristal sobre el fondo de un semicírculo y lo encerraba presionando otro semicírculo sobre el primero. Sólo uno de los anillos tenía este receptáculo para el cristal.

—¿Se han preguntado alguna vez lo extraño que se ha vuelto el mundo desde que el juego de Sobol se filtró en la realidad? Lo que quiero decir es que nos hemos reunido aquí esencialmente para crear un artilugio mágico.

—Ese es el plan. —WuzzGart tensó la plantilla entre las piezas y entonces se retiró—. Ya he cargado la orden de soldadura. Estamos preparados.

PlineyElder manipulaba objetos invisibles del Espacio-D en un estrato privado propio, pero dedicó un momento a Ross haciendo chasquear los dedos y gesticulando como un fotógrafo de bodas.

—¡Rakh! Póngase aquí.

Ross dejó su maletín en el suelo y se mantuvo equidistante entre los dos hombres, formando los vértices de un triángulo a tres metros del pedestal.

PlineyElder siguió indicándole que avanzara, que se echara a la izquierda, luego atrás, y finalmente hizo un gesto aprobatorio con el pulgar. En ese momento alzó las manos y dio comienzo a una serie de complejos gestos somáticos, trazados en un espacio tridimensional por los anillos de contacto en cada mano, y pronunció su código de apertura para los bots manufactureros del daemon. En este caso era el idioma élfico del mundo de juego:

Davors bethred, puthos cavol, arbas lokad!

El brazo soldador cobró súbitamente vida y avanzó para rodear el pedestal.

PlineyElder inició entonces un largo cántico, moviendo la mano en círculo, y el brazo robótico repitió sus gestos en una especie de mímica esclavizada. Durante más de un minuto, continuó con su cántico, y entonces se detuvo de repente y señaló a WuzzGart.

Éste dio un paso adelante y empezó a pronunciar su propio hechizo. Ross sabía por los detalles específicos de los Anillos de Aggys que era el hechizo de la obra maestra: crear un receptáculo en el Espacio-D para el poder de la red oscura que pronto recibiría los objetos. El encantamiento de PlineyElder pretendía imbuir en las boquillas del Espacio-D del soldador el permiso necesario para editar el espacio virtual.

El hechizo de WuzzGart era bastante complejo, y falló en su primer intento. Al parecer no había movido el brazo en la combinación adecuada, o tal vez había pronunciado mal el código de apertura verbal. Cuando terminó de decir la última sílaba y esperó expectante, no sucedió nada.

PlineyElder alzó las manos.

—¡Idiota!

WuzzGart no le hizo caso y empezó de nuevo. Esta vez tuvo éxito, y tras la última sílaba del encantamiento, un suave brillo empezó a emanar de los cuatro semicírculos.

—¡Ajá!

Dio un paso atrás, sonriendo.

—¡Ahora estamos en el buen camino!

Mientras decía esto, el brazo soldador avanzó rápidamente y envolvió a cada uno de los cuatro anillos con un destello cegador. Volaron chispas del pedestal y se dispersaron por el suelo.

Ross sabía que ése era el momento de su entrada e ignoró a PlineyElder, que agitaba frenéticamente los brazos. Avanzó hacia los anillos y alzó las manos sobre ellos, trazando círculos en sentido contrario a las agujas del reloj mientras pronunciaba el encantamiento de la red oscura que los uniría permanentemente con el hechizo. Lo había practicado muchas veces en la ducha del hotel, y esperaba hacerlo bien al primer intento.

Fasthu, agros visthon, pantoristhas, antoriontus, pashas afthas.

Felizmente, cuando terminó, cada anillo latió con luz del Espacio-D.

Dio un paso atrás, y el robot soldador los marcó de nuevo, esta vez en un lugar distinto. Cuando el robot se retiró, Ross avanzó de nuevo y repitió su encantamiento.

El proceso se repitió dos veces más, y cuando pronunció la última palabra, PlineyElder y WuzzGart ya se habían colocado a su lado, alzando las manos sobre el pedestal y cantando las palabras de un lenguaje ficticio de una raza ficticia de gentes que probablemente habían sido ideadas por algún escritor en un cubículo de CyberStorm Entertainment en Thousand Oaks, California.

Sin embargo, el daemon había imbuido estas palabras de poder.

Mientras los tres llegaban a un crescendo y simultáneamente completaban sus cánticos, una brillante luz del Espacio-D emanó de todos los anillos y se enfrió lentamente, desvaneciéndose, hasta acabar por desaparecer. Ahora, no obstante, los indicativos individuales en el Espacio-D sobre cada semianillo habían sido sustituidos por un único globo de texto, centrado sobre el cristal solitario en el anillo padre.

PlineyElder sonrió.

—¡La obra maestra es un éxito!

Todos se estrecharon las manos, y Ross esperó ansiosamente mientras WuzzGart sacaba los anillos terminados del molde y los echaba en un cubo de agua. Colocó los cuatro sobre una gamuza que había encontrado en un banco de trabajo cercano y se los mostró a Ross y al hechicero.

—¡Contemplad los Anillos de Aggys!

En el paño había dos conjuntos de anillos a juego, uno más pequeño que el otro. Todos seguían humeando todavía. El texto solitario sobre el anillo del cristal era una inescrutable secuencia alfanumérica.

WuzzGart señaló.

—Advierta la calidad de la soldadura. Ninguna fase alfa ni marca. Puede frotarlos con cualquier cosa y brillarán como oro blanco.

PlineyElder dio un codazo a Ross y señaló su globo de texto.

—Enhorabuena.

Ross advirtió entonces que había ascendido un nivel. Ahora era un Pícaro de grado 7. Con toda la emoción, no se había dado cuenta de la alerta en su pantalla HUD. Asintió a ambos hombres.

—Gracias, caballeros. Ha sido un placer hacer negocios con ustedes.

WuzzGart guardó los anillos en una bolsita de terciopelo y se los tendió a Ross.

PlineyElder señaló la bolsa.

—¡Son anillos poderosos, maestro ladrón! No los use a la ligera o se destruirán solos. O incluso lo destruirán a usted.

—Lo recordaré.

WuzzGart empezó a limpiar el pedestal con la gamuza.

—Debe tener pensado darle un uso a esos anillos si se toma tantas molestias.

Ross asintió.

—Los necesitaré para un viaje… por territorio hostil.

—Si es tan hostil, ¿por qué ir?

—Porque tengo que hacerlo.

WuzzGart miró a Ross a los ojos, y luego se volvió hacia PlineyElder.

—Te apuesto mil créditos a que es una mujer.

Los dos hombres se echaron a reír.

—Tienen todo mi agradecimiento, caballeros.

Ross se guardó la bolsita de terciopelo en el abrigo de la chaqueta, asintió una vez más, y se encaminó hacia la salida.

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