Elizabeth

Elizabeth


EL PASADO SALE A LA LUZ

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¿Cómo lo iban a capturar? No tenían ni una sola pista que seguir, sus crímenes eran perfectos. Se permitía el lujo de engañarlos constantemente de enfrentarse a ellos. ¿Quien demonios era ese Jhonny the Hunter?

Se pidieron vídeos de todas las cámaras de los alrededores tanto de la casa de Amanda como de la de Louie.

Se revisaba todo con detalle, se llamaba a gente a declarar. Hacían todo lo que podían, pero no avanzaban en ninguna dirección. Estaban desesperados. Con el paso de los días serían los máximos responsables en la muerte de Amanda. Johnny the Hunter los había señalado con el dedo, los tenía cogidos de los huevos.

Moles, se imaginaba a Johnny viendo la televisión y riéndose de ellos, disfrutando de sus actos. Lo estaba haciendo, lo tenía muy claro. Los había desafiado de nuevo.

El plan de Elizabeth daba sus frutos. Se iba a divertir mucho los siguientes días, para ella también era un día feliz y se lo iba a tomar con calma. Disfrutando de su nueva casa al lado del mar. Sin duda, era la más grande, la mejor y aún le faltaba el broche final: era feliz.

Gerard se desperto en el sofá. Elizabeth estaba recostada junto a él, apoyada en el hombro de Gerard.

Dominique estaba también en el porche instalando una pequeña televisión en la mesa donde había estado escribiendo la chica en su ordenador y la encendió. Elizabeth se desperezo.

—Nos quedamos dormidos los dos Gerard. —Dijo la chica en medio de un bostezo.

—Sí. Gracias por dejarme subir aquí. —Gerard también se desperezo. Sufrió un tirón en la mano por culpa de la cadena – ¡Ay!—. Exclamo.

—¡Ten cuidado, no te vuelvas a hacer heridas!. No hay de que Gerard. Si te portas bien, subirás todos los días. ¿De acuerdo?.

—Lo haré. —Gerard no entendía ese cambio de aptitud de la chica, en realidad el salía beneficiado. Quizás, tuviese de nuevo una oportunidad de escapar. Miguel estuvo a punto de conseguirlo. ¿Sería el capaz?.

—Recuerda hacer la lista, Gerard. Pide lo que quieras, te lo traeremos, tenemos que llevarnos mejor. Las cosas no tienen porque ser así, fíjate en Dominique. Es el espejo en quien debes mirarte, un día puedes llegar a ser como él.

—Lo intentaré. Te lo prometo. —Lo mejor, era seguirle el juego.

—Ahora nos vamos a reír mucho Gerard, vas a ver algo que te va a encantar. El telediario de hoy lo presentaran unos payasos.

—¿Unos payasos? No comprendo. —Dice Gerard sorprendido por el insólito comentario.

—Sí, unos payasos. Te apuesto lo que quieras, a que los presentadores irán vestidos de payasos.

—¿Por qué iban a hacer eso? Sería muy extraño. —Contesta el hombre intrigado.

—Porque yo lo digo Gerard. ¡No ves que soy la más grande!.

Gerard no contesto. No entendía bien de que estaba hablando Elizabeth, aún estaba medio adormilado. El telediario comenzó y efectivamente, los presentadores estaban vestidos de payasos. Enseguida supo el porque, y muchas otras cosas que hasta el momento desconocía. Un nudo se le hizo de nuevo en la garganta. Las cosas, no habían mejorado. Más bien, todo lo contrario. Se dio cuenta por primera vez que Elizabeth buscaba algo más, algo que se salía de lo corriente, se iba a hacer famosa como ella siempre decía.

Su cara se palideció, ¿Cómo podría salir vivo de todo ello?. Solo había un camino el que le habían indicado,

Dominique sería su espejo. Después del telediario Gerard volvió a su celda. Elizabeth le enseño por primera vez a su nueva adquisición Amanda antes de encerrarlo para la noche. La vieron desde el ventanuco.

Amanda Wil iams estaba tumbada esposada a la cama, parecía drogada fuera de sí. Abrió la puerta, la mujer trataba de incorporarse desconcertada como cuando él fue encerrado por primera vez.

—Buenas tardes Amanda. Mira a quien te traigo. Te interesaba tanto, que no pude resistirme a presentarte al señor Brown. ¿Qué te parece?. Mira que bien que se encuentra. Pena que tú..... —Su voz, adquirió de repente un tono mucho más grave— Tú no tendrás tanta suerte. No me interesas para nada ¡Estúpida!

—Salúdala Gerard. Ha dicho de todo sobre ti y sobre mí, sobre nosotros. Ahora tendrá su merecido. Se creía que podía utilizarnos para conseguir más audiencia. Mira lo que ha conseguido. —Gerard saludó a la chica con la mano, estupefacto por todas las novedades que ahora si conocía.

Entró de nuevo en su celda. Le habían instalado una pequeña nevera con bebidas y comida. Elizabeth le volvió a recordar lo de la nota con sus peticiones. Gerard empezó a escribirla, una televisión, películas, ir cada día al porche, libros, música, ropa nueva, etc. Por pedir que no quede, pensaba. Se quedo un rato mirando a la lista, reflexionando sobre lo que había pasado en el día. Estaba impresionado por todo lo que había hecho Elizabeth, tenía que colaborar, entregarse a ella de verdad. Si quería seguir vivo, nada de medias tintas. Pasado un buen rato, con dolor, añadió una nueva nota al final del mensaje:

Quiero vivir Elizabeth. Estoy dispuesto a hacer todo lo que me pides. Lo he pasado mal, muy mal, las últimas semanas, solo en la celda. Me gusta la nueva situación, quiero agradecerte que me dejes salir de la celda y quiero seguir haciéndolo. Esta mañana he sido feliz, gracias. Te serviré como te mereces. Quiero que vuelvas a visitarme a las noches. Te demostraré que he cambiado.

Soy tuyo. En cuerpo y alma te lo prometo.

Gerard Brown

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