Crystal

Crystal


Capítulo 3

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–No me refería a tu nacionalidad. Quise decir alguien con tu apariencia. ¿Nadie te ha ofrecido modelar? Es evidente que tienes la altura necesaria y hay algo en tu rostro que pide a gritos ser fotografiado –juntando el extremo de los dedos pulgares e índices, Lily hizo como si me capturara en un fotograma.

–Mmm, en realidad, no. Tú eres la segunda persona que me dice eso y la otra fue la

signora hace un rato. Debe ser el día del descubrimiento de mi talento –solté una risita ante lo absurda que me resultaba la idea–. Es gracioso porque yo siempre me consideré, bueno,

rara comparada con las demás chicas.

–Y es así.

Tomada por sorpresa en el medio de un trago, casi escupí toda el agua que tenía en la boca. La tragué y logré proferir un irónico “gracias”.

–No, hablo en serio. Tienes un rostro poco común, pero los ojos… ¿de qué color dirías que son?

–Castaños.

–Ajá –asintió con la cabeza–. Son realmente sorprendentes… almendrados con manchitas doradas y una pizca de verde. Tienes el colorido de un camaleón, fotografiarás distinto de acuerdo con la tonalidad de la ropa que lleves.

Nuestra anfitriona regresó y se dirigió a la cocina.

–¿A alguien le quedó espacio para helado?

–Sí, gracias –respondió Lily–. Le estaba diciendo recién a Crystal que debería pensar en ser modelo.

Desde la cocina, llegó el sonido del refrigerador que se abría. La mujer volvió con un envase de helado artesanal.

–Yo le dije a la chica que es muy atractiva, ¿pero te imaginas que me creyó?

La ayudé a traer los platos de postre, que eran antiguos y tenían un hermoso filete con hojas doradas.

–Están comenzando a convencerme, pero siempre pensé que mis rasgos eran demasiado grandes.

–Ah, pero es por eso que son interesantes –comentó Lily–. Piensa en Julia Roberts y Anne Hathaway. Tienen bocas del tamaño de un portaaviones, pero eso no pareció arruinar sus carreras –Lily aceptó una generosa porción de helado de fresa mientras yo recorría cohibida la línea de mis labios con la yema del dedo. ¿Portaaviones?–. Yo conozco gente de este negocio. Si estás interesada, hazte algunas fotos y yo me ocuparé de distribuirlas. De hecho, insisto. Conseguiré que uno de los fotógrafos de la película lo haga gratis. Tengo una corazonada contigo y, cuando seas rica y famosa, quiero jactarme de que te descubrí.

La

signora lanzó un resoplido.

–Lily,

yo la descubrí.

Estaban peleando para decidir quién habría de adjudicarse el descubrimiento de mi inexistente fama.

–De acuerdo, Maria,

las dos la descubrimos.

Ambas me sonrieron con expresión inquisitiva.

¿Qué podía decir?

–Eh… gracias.

–James dijo que había mucho tiempo de espera en el set, ahora ya sabemos qué hacer con el tiempo libre, ¿verdad? –Lily hundió la cuchara en el helado–. Maria, este helado es excelente.

 

Para cuando terminé de ayudar a ordenar y llegué a mi apartamento, era casi medianoche. Me sentía absurdamente feliz y me puse a bailar con Barozzi alrededor de la cocina, cosa que no le agradó mucho. Se bajó de mis brazos y desapareció por la ventana. Desde que Xav había deslizado la idea de que algo estaba mal dentro de mí, había sentido que no tenía futuro, al menos no como savant. Ahora Lily y la

signora Carriera me habían ayudado a ver que mi camino no tenía por qué seguir al del resto de la familia. La mayoría de la población vivía felizmente en el mundo normal de los que no tenían un talento especial. Yo podría hacerme un nombre ahí, lo cual implicaría que mi falta de capacidad como savant quedaría completamente eclipsada. Todo lo que debía hacer era empujar las puertas que ellos me señalaban. Tal vez ser modelo no sería mi destino final, pero era un lugar desde donde comenzar.

Estaba a punto de apagar la luz cuando el teléfono me avisó que tenía un mensaje de Diamond. De inmediato, toqué la pantalla.

Llego mañana. Si tienes tiempo, prepara dos camas extras. Besos

¿Dos? Trace y un invitado más. Lo primero que se me ocurrió fue que sería muy probable que Androcles viniera a averiguar por qué la leona no le había enviado un informe del estado de su pata. Maldición. Y había sido un día tan maravilloso.

 

Sin ninguna prisa por dar explicaciones a Xav Benedict, le dejé una nota a Diamond en la mesa de la cocina diciendo que trabajaría hasta tarde. Cuando la señora sugirió por la tarde que a Rocco no le vendría mal un paseo, no salté como normalmente lo haría sino que me mantuve ocupada pegando lentejuelas en la última de las máscaras que estábamos haciendo para la película. Pronto se olvidó del tema pues se hallaba atareada mostrando sus ideas para los trajes de Carnaval a la condesa Nicoletta. La anciana había venido a la tienda como había prometido, su piloto siempre presente había quedado en la calle como un portero de discoteca cuidando la puerta. Las dos venecianas reían entre ellas como brujas junto al caldero, disfrutando plenamente el momento. Cada una lanzaba fragmentos de ideas y toques de color a la paleta de diseños que la s

ignora Carriera haría para los invitados de la condesa.

En ese instante, mi teléfono sonó.

–Hola, Crystal. Ya llegué. Estoy en casa –la voz de Diamond se escuchaba distorsionada.

–¡Diamond! ¿Cómo estuvo el viaje? –me sacudí una lentejuela de la uña, que luego quedó pegada en otro dedo. Me acerqué a la ventana que daba sobre el puente y el canal. La luz formaba ondas en el techo como un vaporoso velo de muaré.

–Muy bien. Gracias a los dioses de los viajes aéreos, no tuvimos demoras. Lo traje a Trace conmigo. Como convencí a las almas gemelas de sus hermanos para que asistieran a mi despedida, él también decidió festejar la suya aquí. Todos van a viajar la semana que viene. Sus jefes han estado geniales pues le dieron un mes de vacaciones, ¿puedes creerlo?

Imaginé que el departamento de policía de Denver debía ser lo suficientemente inteligente como para comprender lo beneficioso que le podía resultar que uno de sus más importantes policías se casara con una mediadora de primera línea.

–Eso es verdaderamente perfecto para ambos.

–¡Solo faltan dos semanas para el gran día! Pensamos que las fiestas podrían ser el próximo viernes. ¿Te parece bien?

–Claro. ¿Qué quieres hacer para tu despedida de soltera?

Hubo una pausa.

–Creí que tú la estabas organizando por mí –Diamond sonó un poco ofendida de que yo no hubiera arreglado nada aún. ¿Acaso debería haber hecho preparativos? Había supuesto que reservaríamos una mesa en algún restaurante cuando se acercara la fecha.

–Por supuesto que sí. Es que estuvimos muy ocupadas, pero ya se me han ocurrido varias ideas –o tendría que asegurarme de que eso sucediera antes de llegar a casa.

–Ahh –replicó Diamond con tono molesto y desilusionado. Podía imaginarla pensando que había sido una suerte que no me hubiera pedido nada más importante relativo a la boda. No había querido decepcionarla pero había probado una vez más que era una inútil en medio de una familia de triunfadores. Mis hermosos sueños de éxito y renovada esperanza se vieron un tanto empañados. ¿A quién quería engañar? Ni siquiera podía encargarme de preparar una fiesta para mi querida hermana sin arruinarlo todo.

–Bueno, si necesitas ayuda, habla con Xav –Diamond no pudo ocultar el tono de recriminación–. Vino para organizar la salida nocturna de Trace y está lleno de ideas increíbles. Durante el viaje, estuvo contándome acerca de ellas: una fiesta en un crucero, ir al casino, esquiar por el Gran Canal.

–¿En serio? ¿Así que Xav está preparando una ida a esquiar con sus hermanos? –Demonios. Yo había estado pensando algo más en el estilo de comer afuera y luego ir todas a un club nocturno llevando esos horribles atuendos de las despedidas de solteras. Tendría que mejorar mi propuesta.

–Aparecerá por ahí en cualquier momento. Lo mandé con Rocco, ese perro tiene que salir más. Deberías haber oído el escándalo que armó cuando llegamos. De cualquier manera, le di un mapa y la correa del perro, así que, con un poco de suerte, si solo se pierde una o dos veces, él y Rocco estarán contigo en una media hora.

¿Xav salió corriendo para verme apenas puso un pie en Venecia?

–¿Y por qué va a caminar todo ese trayecto?

–Dijo que quería ver dónde trabajabas. Trace y yo prepararemos la cena. Nos vemos. Te quiero.

–Yo también.

Al guardar el teléfono en el bolsillo, noté que las dos mujeres me observaban con interés.

–Diamond regresó –expliqué.

–Eso escuchamos. ¿Estás organizándole la despedida de novia? –preguntó la condesa Nicoletta.

–De soltera –corrigió la

signora Carriera.

–Sí –respondí con aire sombrío.

La anciana esbozó una sonrisa comprensiva.

–No te preocupes, Crystal. Yo te ayudaré. Te aseguro que será una noche inolvidable. Mejor que el programa de ir a esquiar que arregló ese Xav Benedict. Te lo prometo.

¿De modo que había escuchado esa parte de la conversación?

–¿Mejor que eso?

–Ni lo dudes. Esos norteamericanos son buenos para las cuestiones de acción pero nosotras las venecianas conocemos la verdadera sofisticación –me echó una mirada de inteligencia–. Tu hermana quedará fascinada.

–Gracias. Me parece que me ha salvado la vida… al menos Diamond no me matará por hacer un desastre.

Mi jefa se mostró sorprendida al oír que teníamos una relación cercana con la condesa Nicoletta.

Contessa, no sabía que conocía a Diamond tan bien.

–Ah, tenemos lazos que nos unen –la anciana agitó la mano distraídamente en el aire. Aunque se refería a la Red Savant, eso llevó a la

signora Carriera a suponer que teníamos algún tipo de parentesco lejano.

La condesa tomó su pesado bolso negro. Si algo sabía yo acerca de accesorios, sin duda ese era un antiguo bolso

Chanel.

–Pronto te comunicaré mis sugerencias. Hace mucho que no hago una fiesta en mi casa.

¡En su casa! ¡Guau y dos veces guau! ¿Qué te parece eso, Xav Benedict? ¡Tú habrás apostado a los deportes acuáticos, pero yo mejoraré la apuesta con una invitación a una de las mansiones más exclusivas de Venecia!

Grazie mille, es tan amable de su parte –exclamé echándole una mirada radiante–. Diamond se pondrá loca de alegría.

La condesa tomó la chalina y el bolso.

–Solo mujeres, por supuesto. Maria, cuento con su presencia.

–Oh, no estoy segura –respondió la diseñadora desviando la vista hacia mí–. No creo que las jovencitas quieran a una vieja como yo.

–Pamplinas. ¿Quién habría de encargarse de los trajes?

¿También trajes? Cuando Diamond se enterara de eso, se moriría de la felicidad. Me apresuré a cerrar el trato.

–Por supuesto que tiene que venir. Mi hermana no soñaría en hacer una fiesta sin usted. Además, la madre de su prometido estará ahí. Sé que Karla estará encantada de conocerla.

Mi jefa sonrió genuinamente contenta de recibir la invitación.

La condesa se encaminó a la puerta y yo fui de prisa a abrirle. Al detenerse a admirar el despliegue de máscaras expuestas en el escaparate, su rostro adquirió una expresión de entusiasmo.

–Qué habilidad –emitió un suspiro de satisfacción–. Adoro a quienes utilizan sus dones como Dios manda. Hasta luego, Crystal –salió bamboleándose apoyada en el brazo de su ayudante y atravesó uno de los puentecitos arqueados que atravesaban el canal.

–Hola, Bombón igualitario. Te encontramos.

Me di vuelta.

–Hola, Xav.

 

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