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—Hola, ¿Gould?

—Hola, papá.

—Soy tu padre.

—Hola.

—¿Todo en orden?

—Sí.

—¿Qué demonios es eso de Couverney?

—Me han invitado a ir a Couverney.

—¿En qué sentido?

—Se dedican a la investigación. Quieren que vaya a trabajar con ellos.

—Eso suena muy bien.

—A mí también me lo parece.

—¿Y qué más?

—Nada más. Me han invitado por tres años, me dan un alojamiento allí mismo, en la universidad, y me pagan dos viajes al año, para volver a casa, si tengo ganas.

—Navidad y Semana Santa.

—Por ejemplo.

—Eso suena muy bien.

—Sí.

—Couverney está en la otra punta del mundo.

—Sí, está bastante lejos.

—¿Sabes que comen fatal?, estuve una vez por allí, no en la universidad, en aquella zona, no había forma de comer algo que no supiera a pescado.

—Dicen que hace un frío bestial.

—Es probable.

—Más frío que aquí.

—Te pagarán un buen dinero, ¿no?

—¿Cómo?

—Digo que si te pagan bien.

—Creo que sí.

—Eso es importante. ¿Qué dice el rector Bolder?

—Dice que es un montón de dinero para un chiquillo de quince años.

—No, yo digo en general, ¿qué dice el rector Bolder de todo este asunto en general?

—Dice que es una gran oportunidad. Pero él querría que me quedase aquí.

—El viejo Bolder. Es un buen hombre, ¿sabes? Puedes confiar en él.

—Dice que es una gran oportunidad.

—Debe de ser algo así como ser invitado a Wimbledon. En el caso de que seas tenista, quiero decir.

—Más o menos.

—Es como si uno jugara al tenis y un día le escriben y le dicen Le pagamos para que nos haga el honor de venir a jugar aquí. Una locura, ¿no?

—Ya ves.

—Estoy orgulloso de ti, hijo mío.

—Gracias, papá.

—Una locura, de verdad.

—Bastante.

—Mamá se pondrá contenta.

—¿Cómo?

—Mamá se pondrá contenta, Gould.

—¿Se lo dirás?

—Sí, se lo diré.

—¿De verdad?

—Sí.

—¿De verdad?

—Se pondrá contenta.

—Pero no le digas que iré, no sé todavía si iré, vamos, que acaban de proponérmelo.

—Le diré que te lo han propuesto, sólo le diré eso.

—Sí.

—Y que es algo muy importante.

—Sí, explícale que es algo muy importante.

—Se pondrá contenta.

—Sí, es buena idea, díselo.

—Se lo diré, Gould.

—Gracias.

—…

—…

—¿Cuándo piensas decidirlo?

—No sé.

—¿Tendrías que ir inmediatamente?

—En septiembre.

—Todavía tienes tiempo.

—Sí.

—Es una magnífica oportunidad, quizá no deberías dejar que se te escapara.

—Es lo que dicen todos por aquí.

—Pero es tu cabeza la que debe decidir, ¿comprendes?

—Sí.

—Escucha a todo el mundo, pero después que sea tu cabeza la que decida.

—Sí.

—Es tu vida la que está en juego, no la suya.

—Ya.

—Serás tú quien se ponga debajo de las bombas, no ellos.

—¿Qué bombas?

—Es una forma de hablar.

—Ah.

—Se dice así.

—Ah.

—Una vez tuve un coronel que tenía una forma muy interesante de hablar. Cuando las cosas se complicaban, ¿no?, siempre utilizaba la misma frase. Cuando el sol te da en los ojos, hay que broncearse, no hay que disparar. Lo decía aunque lloviera, no tenía nada que ver con el tiempo, el sol era un símbolo, ¿comprendes?, era una forma de hablar, daba igual que nevara o que hubiera una niebla del copón: cuando el sol te da en los ojos, hay que broncearse, no hay que disparar. Eso es lo que decía. Ahora va en silla de ruedas. Le dio una apoplejía mientras nadaba en la piscina. Hubiera sido mejor que no lo sacaran, en el fondo.

—Papá…

—Estoy aquí, Gould.

—Tengo que irme.

—Cuídate mucho, hijo mío, y dime algo.

—De acuerdo.

—Cuando decidas lo que vas a hacer, dime algo.

—¿Te acordarás de decírselo a mamá?

—Claro que me acordaré.

—Okay.

—Seguro que me acordaré.

—Okay.

—Pues adiós.

—Adiós, papá.

—Gould…

—¿Sí?

—Y Shatzy, ¿qué dice Shatzy?

—Está bien.

—No, me explico, ¿qué piensa ella de lo de Couverney?

—¿De eso?

—Sí, de eso.

—Dice que es una magnífica oportunidad.

—¿Nada más?

—Dice que si eres un ambientador, es una magnífica oportunidad que te inviten a pasar tres años en el wáter de un restaurante de carretera.

—¿Un restaurante de carretera?

—Sí.

—¿Qué coño quiere decir?

—No lo sé. Yo sería el ambientador.

—Ah.

—Me parece que es una broma.

—¿Una broma?

—Eso creo.

—Qué grande es esa chica.

—Sí.

—Dale recuerdos de mi parte.

—Vale.

—Adiós, hijo.

—Adiós.

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