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Eva, que pensaba que ya nunca más volvería a vera sus padres, regresa a su casa, un poco más tarde que de costumbre, pero no tanto como para que sus viejos se estén subiendo por las paredes.

Le ha recibido su madre, almibarada:

—Hola, bonita. ¿Cómo te ha ido el día de hoy?

Falsa, porque es tan falsa su sonrisa como la aparente despreocupación, y no sabe disimularlo, pobra mujer. Esa sonrisa trémula desmentida por unos ojos asustados. Un tonillo en la voz que resulta ridículo, una vez desenmascarado.

—Hola, bonita.

La niña bonica responde con un gruñido, o no responde, y se va directamente a la cocina primero, para agenciarse cualquier cosa de merienda, y a su habitación después, para encerrarse en ella y respirar a gusto. Otra vez en este escondite familiar donde no había de regresar nunca más. Le parece que cada uno de los objetos la mira con odio, recriminándole el abandono, la traición. Las muñecas y los libros y la pantalla de la lámpara y los actores musculados de los pósters, todos se muestran rencorosos e incómodos. Y Eva no sabe cómo disculparse.

Teme que sus padres se huelan algo de la fuga. Resulta sospechoso que su madre no se haya quejado porque coma cualquier cosa ahora que están a punto de cenar. Normalmente, le habría dicho «¡Que luego no vas a tener hambre!». ¿A qué viene tanta permisividad?

Alicia ahora está llamando a Amadeu y lo sorprende plantado delante de una página porno. Éste es el trabajo del cyberpatrol: todo el día buscando delitos por la zona más oscura de la red. Porno, pederastia, apología del fascismo o del terrorismo. Una vez, Amadeu tuvo que desenmascarar un hacker que había reventado la página web del Barça y había colado en ella un escandaloso letrero negro sobre blanco: «¡Viva el Real Madrid!»

Hoy, la llamada de Alicia es una bendición que lo salva de la monotonía y el aburrimiento.

—¿Sí?

—Soy Alicia. Eva ha ido a una cita, pero la han plantado. Si era Supermask, como me temo, debe de estar desesperada. No tiene móvil, de manera que supongo que, en cuanto pueda, conectará con él a través del messenger. Estate atento.

—Estaré atento —dice Amadeu.

Eva, en su habitación, vuelve a estar enferma de miedo, de inquietud, de angustia, de llanto seco, porque se ve que el fenómeno de la Eva Mutant era meramente transitorio.

Sale de su reducto con precauciones inconscientes, sin hacer ruido par no llamar la atención de sus padres, y se mete en el estudio como van los yonquis hacia las jeringas.

Su padre está en la sala, leyendo el periódico o mirando la tele. Ella piensa que no ha ido a saludarlo, y eso crea el peligro de que sea él quiem tome la iniciativa y se presente en el estudio a saludarla. «Hola, Eva, que, con el messenger como siempre, ¿eh?».

El estudio de su padre también es territorio enemigo. No hay suficiente intimidad como para sentirse a gusto. En cualquier momento, los viejos pueden irrumpir sin llamar para reclamarle que se dedique a estudiar, o que no esté tantas horas con el messenger, o que no hable con según quién. A veces, ha pensado que esta sensación de riesgo aumenta el placer de comunicarse con los amigos. Una vez, vio una película de espías en que el protagonista tenía un radiotransmisor escondido en casa y, por las noches, enviaba mensajes en clave a los suyos, transmitiendo una información de vital importancia. Le iba la vida en ello porque existía el peligro de que, de un momento al otro, irrumpieran los soldados enemigos enfurecidos, con cascos y ametralladoras, y lo atraparan, como realmente sucedía al final del film. Eva se siente muy identificada con aquel héroe, espía y mártir.

Se conecta.

Son las 19:45.

Ha abandonado la plaza de Calatañazor después de esperar una hora, cuando ya se le ha hecho evidente que Supermask no acudiría a la cita y antes de que se pasara la hora en que él acostumbra a estar conectado. Nunca se conecta más tarde de las nueve.

Ahora, le aparecen las pantallas del Comerroscos y del Nena km mgustas piernicortapiernilarga.

Amigos.

Dice Comerroscos: Ola.

Dice Nos: Ola.

Dice Nena km mgustas piernicortapiernilarga: Km stas¿?

Dice Nos: Mal. Abandonada.

Dice Comerroscos: K pasa¿?

De pronto, la tan esperada de Supermask:

Dice Supermask: Eva.

Ella tiene una especie de ataque de corazón, susto de película, taquicardia y migraña. Uf. A eso, Eva lo llama amor apasionado.

Dice Nos: Donde estabas¿?

Dice Nos: Mas fallao.

Amadeu se inclina hacia la pantalla con una sonrisa salvaje.

—Bien —dice, apretando los dientes—. Ya eres nuestro.

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