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Supermask también tiene el miedo en el cuerpo.

Ha estado tan a punto de alcanzar su objetivo que, cuando ha tenido que renunciar a él, se le ha subido la sangre a la cabeza.

Sabe a qué se expone. Si creyera en supersticiones, quizás ahora vería un presagio nefasto en este fracaso y abandonaría. Pero no puede, no puede, es más fuerte que él. Se llevará a la chica, ahora ya no puede echarse atrás, no podría soportarlo. Bueno, de acuerdo, se la llevará pero y, después, ¿qué?

No puede permitir que este capricho cambie su vida de arriba abajo. Tiene sus obligaciones, su familia, su trabajo, su vida cotidiana... Entonces, ¿qué? ¿Qué hará de la chica, cuando ya la tenga en el bote?

No, no, no quiere pensar en el futuro. Es como el cazador, que caza, que caza, caza, pero no piensa cómo cocinará a sus presas. Quizá ni siquiera se las coma. Quién sabe. De momento, el placer está en la caza.

La llevará a su casa de Canet, eso seguro. Eso es todo lo que sabe. Entonces, la hará feliz, y ella le hará feliz a él. Este pensamiento es tan grande y tan luminoso que impide la existencia de ningún otro. ¿Qué pasará después? No quiere pensarlo. No podrá retenerla para siempre jamás, eso es evidente, pero da igual, da igual, ya improvisaré. Después, no podrá soltarla, porque ella podría contarlo todo a todo el mundo, y eso sería una catástrofe. Le hundiría la vida. Pero da igual, da igual, ya improvisará cuando llegue el momento. No será la primera vez.

No será la primera vez.

Estos pensamientos le angustian, le provocan un desasosiego insoportable, y por eso se los quita de encima centrándose en su máxima ilusión, lo que hará, lo que podrá hacer, la consecución de sus deseos.

Cuando llega este anhelo, Supermask no se puede resistir.

Por ello, tiene que procurar que no queden rastros sospechosos tras la fuga. Que, hasta aquel momento, Eva continúe con su vida normal y corriente, que cualquier comentario que pueda hacer a sus padres o amigos sea inocente y no despierte la menos sospecha.

En eso tiene que concentrarse Supermask. Todo tiene que ser normal. Tiene que prevenir que los padres de Eva puedan asomarse por encima de su hombro y leer la pantalla en el momento menos oportuno. No hablemos de fugas. No hablemos de planes secretos. Cortemos cualquier intento de la chica para hacer la menor alusión.

«Eva», escribe.

Dice Nos: Donde estabas¿?

Y, en seguida, mientras Supermask redacta la respuesta:

Dice Nos: Mas fallao.

Dice Supermask: Hoy he estado pensando en ti. En lo que me has estado contando estos días.

Científicamente calculado: «hoy he estado pensando en ti» neutraliza cualquier intento de «hace un momento que teníamos que encontrarnos». Tiene que impedir que la chica hable de más. Tiene que invitarla a leer entre líneas. Eva es inteligente: lo entenderá.

Dice Supermask: Me gusta ser tu confidente, que recibe tus confidencias, tu secretario, que guarda tus secretos. Me gusta pensar que lo que hablas conmigo no lo ho hablas con nadie más.

¿Lo entenderá?

Dice Supermask: Me horroriza la posibilidad de que tu padre pueda entrar en tu habitación y pueda leer por encima de tu hombro lo que me estás diciendo.

El troyano infiltrado en el ordenador de Eva reproduce la conversación con Supermask en el ordenador de la Central de la calle Bolivia.

Inmediatamente, Amadeu llega al IP del emisario. Un número. Este número está conectado indefectiblemente a un número de teléfono.

Dice Supermask: Me gusta pensar que esta comunicación es secreta, íntima, exclusivamente nuestra, como la de un confesor y quien se confiesa, entiendes?

Eva estaba escribiendo alguna respuesta pero la borra. Sí, lo entiende. Escribe a continuación:

Dice Nos: L k pasa entre t y y no l sb, ni l a sabd ni l sabra nunka nadie.

Bien.

La compañía Telefónica ya está avisada, existe una orden judicial, de manera que no hay problemas para llegar hasta el propietario de este número de teléfono y su dirección.

Dice Supermask: Hoy es un día normal, nadie sabe lo que pasará mañana, ni tú ni yo ni nadie. Mañana será otro día. Como cada sábado, me comunicaré contigo a las doce. Y entonces hablaremos de lo que pasará mañana. No hay que hablar de eso hoy, ¿entiendes? Hoy vivimos el hoy, con tuls padres y la tele y la familia y todo eso. Mañana será otro día.

Dice Nos: T conectaras a las 12¿?

Dius Supermask: Como cada sábado. Hasta entonces, ve pensando en lo que te he dicho.

Dice Nos: No m kito del cabolo l k mas dixo.

Dice Supermask: Hasta mañana, pues. Dw.

Y añade con mayúsculas:

Dice Supermask: HASTA MAÑANA.

El número del usuario de Telefónica corresponde a una persona de apellido Codina, domiciliada en el número 27 del calle de Escalerante.

Amadeu llama a Alicia:

—Ya lo tenemos, Alicia.

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