Blonde

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Marilyn: 1953 - 1958 » «¿Adónde vas cuando desapareces?»

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«¿Adónde vas cuando desapareces?»

La vida y los sueños son páginas del mismo libro.

ARTHUR SCHOPENHAUER

Y llegó la mañana en que supo lo que debía hacer.

Fue la mañana siguiente a la visita a Los Cipreses y a Lakewood.

La mañana posterior a una larga noche de sueños turbulentos, como rocas rodando sobre su cuerpo suave e indefenso.

Telefoneó a Z, con quien no había hablado desde la noche del estreno. Le explicó la situación. Se echó a llorar. Puede que él creyera que eran lágrimas ensayadas, o tal vez no. Z la escuchó en silencio. Quizá ella pensara que era un silencio cargado de asombro, pero de hecho fue un silencio práctico, porque Z se había encontrado en esa posición muchas veces, muchas veces había oído esas mismas palabras, ese trillado guión escrito por un guionista anónimo.

—Mira, Marilyn, voy a ponerte con Yvet —Norma Jeane no había oído ese nombre con anterioridad—. Ya conoces a Yvet. Ella te ayudará.

Yvet era la secretaria de Z. Norma Jeane la recordaba de la vergonzosa mañana en la que Z le había enseñado su aviario. ¡Cuántos años antes! Antes incluso de que Norma Jeane se convirtiera en Marilyn. En una era de inocencia tan lejana que ni siquiera se acordaba ya de la chica que era entonces y hasta los pájaros disecados del aviario se le antojaban provisionales, como si no los hubiera visto, ni oído sus gritos de dolor y miedo, como si la experiencia le hubiese ocurrido a alguna otra persona o formara parte de una película que Cass Chaplin sería capaz de identificar: ¿una película de D. W. Griffith?

Yvet rehuyendo su mirada con un gesto de desprecio y compasión. «Allí hay un tocador.»

Yvet se puso al teléfono y habló con tono comprensivo y práctico, con una voz más madura de lo que Norma Jeane esperaba. Llamándola Marilyn. Bueno, ¿por qué no? En La Productora ella era Marilyn. En los títulos de crédito era Marilyn. En un mundo tan vasto y rutilante que habría podido ser la eternidad, ella era Marilyn.

—¿Marilyn? —decía Yvet—. Yo me ocuparé de todo. La acompañaré. Haremos planes para mañana a las ocho y pasaré a recogerla por su casa. Iremos a Wilshire, a unos pocos kilómetros de aquí. No es un sitio ilegal ni peligroso; es una clínica. El médico es excelente. Tiene una enfermera. Todo acabará pronto, aunque si quiere, podrá pasar todo el día allí. Durmiendo, descansando. La sedarán. No sentirá… Bueno, mentiría si le dijera que no sentirá nada. Sentirá algo cuando se pase el efecto de los calmantes, pero será un pequeño malestar físico. Poco después se encontrará mejor. Confíe en mí. ¿Marilyn? ¿Sigue ahí?

—S-sí.

—Pasaré a recogerla mañana a las ocho. A menos que haya un cambio de planes, en cuyo caso la llamaré.

No hubo cambio de planes.

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