Amnesia

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Mi Honda era un horno. Me disculpé porque el aire acondicionado no funcionaba y el único remedio era abrir las cuatro ventanillas y esperar. Todavía seguíamos en el aparcamiento.

Yo estaba en shock. No sólo por la revelación de que la chica era empleada de Meditek y que Mark desde luego debía conocerla. Había algo más. Las alucinaciones. Su cadáver ensangrentado. La furgoneta. ¿Qué significaba todo aquello?

Cuando me disponía a salir del aparcamiento mi móvil empezó a sonar. Maggie estaba pensativa, con la vista puesta en el infinito.

—Hola, Ross. Estás en altavoz —anuncié.

—¿Cómo sigues de las hemorroides. Johnny?

No era el momento para bromear y Ross se dio cuenta de inmediato.

—¿Cómo ha ido todo por allí?

—Todavía estamos en Lindon Hill —dije—. Acabamos de hablar con Alex.

—¿Y?

—Tu corazonada era correcta. Meditek hizo unas pruebas en las que participaron Alex y Stuart; eso provocó que soñaran con la chica del vestido azul, que resulta que se llama Paula…

—Marrel —completó Maggie.

—Y trabaja en Meditek —agregué.

Una pausa.

—¿Ross?

—Guau. ¿Os ha dicho de qué iban esas pruebas?

—No. El chico dio por hecho que yo también participé, así que no lo sabemos.

—Es posible que tenga razón —dijo Ross—. ¿Tú qué opinas, Maggie?

—Eh…, sí, estoy de acuerdo. Quizás esas horas que Johnny no recuerda esconden la clave.

—Ahora sabemos qué es eso que Mark te ha ocultado. Me pregunto por qué lo ha hecho.

—Sigo sin entender cómo tres personas hemos soñado con esa muchacha, sea real o no.

—Supongo que todo se reduce a esas pruebas —dijo Ross—. Perdóname por lo que voy a decirte, Johnny, pero no creo que sea conveniente que se lo preguntes a Mark. Ya ha tenido oportunidades de hablar contigo y no lo ha hecho.

Maggie se había desentendido de la conversación; estaba ensimismada con su móvil. Me preguntaba si estaría desplegando alguno de sus trucos cuando me mostró la pantalla y allí estaba la foto de Paula Marrel, y debajo se leía la leyenda:

DESAPARECIDA

—¿Estáis ahí? —dijo Ross desde el móvil.

Yo no podía hablar.

—Te llamamos en un rato —dijo Maggie.

Aferré el volante con fuerza, la vista puesta en el aparcamiento vacío. Maggie comprendió que necesitaba reflexionar y no dijo nada.

—Voy a hablar con Mark. Ahora —dije con gravedad.

Maggie no me contradijo. Hice la llamada y el sonido de espera emergió por los altavoces del Honda.

—Hola, Johnny —dijo Mark con cierta premura. Debía de estar en Meditek, posiblemente en alguna reunión, quizás incluso negociando la dichosa venta.

—Mark, sé lo de las pruebas que han estado haciendo en Meditek, también lo del chantaje de Stuart Nance y Paula Marrel. Stuart está muerto, y Paula desaparecida. Estoy en Lindon Hill y quiero saber por qué he estado soñando e imaginándomela todo este tiempo.

Apenas dos segundos de silencio.

—¿Quién más sabe lo que acabas de decirme?

—Maggie. Ella está conmigo en este momento.

—No habléis de esto con nadie hasta verme. Os espero en Meditek, pero tiene que ser cuando todos se hayan ido. A las siete.

—Vale.

—Lo siento, Johnny, nunca quise que las cosas llegaran a este extremo.

—Nos vemos a las siete.

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