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10. Jeff «en la nube» y al servicio de la CIA

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Jeff «en la nube»

y al servicio de la CIA

 

 

 

Veo la posibilidad de eliminar todas las barreras.

JEFF BEZOS,

al hablar sobre el

almacenamiento en la nube

 

 

«La única realidad es que Amazon está construyendo un sistema de almacenamiento privado en la nube para la Agencia Central de Inteligencia», rezaba el panfleto distribuido el pasado 11 de febrero de 2014 por un grupo de protestantes, que decidieron bloquear el paso del tranvía que transita el barrio de South Lake Union en la ciudad de Seattle, donde se asientan las oficinas de la compañía. Con pancartas impresas bajo el lema «AmazonCIA», varios individuos incriminaban a Jeff Bezos y sus chicos de colaborar con el gobierno y sus controvertidas prácticas diplomáticas en la sombra. «Si usted trabaja para Amazon, tengo malas noticias para usted —afirmaba uno de los rebeldes a los transeúntes que pasaban por los alrededores—. Usted trabaja para la CIA y ayuda a incinerar familias con aviones no tripulados. Señor, se ve un poco perturbado. Creo que no le gusta trabajar para la CIA, ¿verdad? Sé que no le gusta Bezos. Sólo le digo que se joda.»34

Una vez más, Jeff ha conseguido despertar el recelo, no sólo de los confabuladores de teorías conspiratorias sino de otros gigantes tecnológicos considerados vacas sagradas a través de sus contratos con el gobierno de Estados Unidos. Durante los primeros coletazos del mes de noviembre de 2013, Amazon descarriló la estrategia de International Business Machine, más conocido como IBM, al arrebatarle, bajo concurso público, eso sí, un contrato de la CIA para construir un servicio de almacenamiento en la nube. Bezos se embolsó así un acuerdo por valor de 600 millones de dólares y la estrecha colaboración con una de las agencias de inteligencia más importantes del mundo. Algunos activistas no tardaron en atar cabos, aunque no siempre éstos atienden a la lógica. Amazon cuenta con una base activa de 200 millones de clientes, de los que posee información personal y hábitos de compra mientras, al mismo tiempo, desarrolla pequeños aviones no tripulados. La guinda a esta truculenta historia culminó con su estrecha colaboración con la administración federal estadounidense, en un área tan delicada como la de los servicios de inteligencia.

Sin embargo, la verdadera llama de este incendio llegó de la mano de IBM. La compañía bloqueó previamente la decisión final del gobierno alegando que su proyecto era 54 millones de dólares más barato. De hecho, la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO, por sus siglas en inglés) en un informe de 505 páginas apoyó implícitamente la causa de IBM, aunque señaló que la experiencia de Amazon como un proveedor público en la nube lo convertía en el candidato más apropiado para crear un servidor virtual que pudiera incrementarse cuando fuera necesario. Ante este conflicto, la CIA optó por reabrir el proceso y solicitar la revisión de las propuestas. Pero esta decisión no sentó nada bien a Bezos. No es para menos, su competidor ya había tenido acceso a informaciones críticas sobre el proyecto propuesto por Amazon, con lo que podía jugar con ventaja en una segunda ronda. «Irracional y una violación de la regulación federal.» Con esta munición, Amazon interpuso una demanda en un tribunal federal en el mes de julio, que finalmente determinó que el contrato debería concederse a la de Seattle. «Nos escogieron porque Amazon puede hacer el trabajo requerido con una tecnología muy superior a la de otros competidores»,35 explicó posteriormente Werner Vogels, director tecnológico de Amazon Web Services.

En cierta forma tiene razón. Si echamos la vista atrás, en 2005 la empresa de Bezos ya había invertido más de una década y millones de dólares en construir una plataforma capaz de operar la minorista de comercio electrónico más grande del mundo. Gracias a esta experiencia, Jeff descubrió una vía de negocio que podría ser incluso potencialmente más rentable que sus operaciones clave de venta de productos a través de la red. Con una tecnología de excepción, y sus sistemas llevando la delantera a buena parte de sus competidores, Amazon decidió en 2006 lanzar Amazon Web Services (AWS), un conjunto de servicios que incluyen almacenamiento y gestión de datos, que pronto ganó cientos de miles de clientes. De hecho, según apunta un informe elaborado por el analista Ben Schachter, de Macquarie Capital, esta área de negocio podría estar valorada entre 19.000 y 30.000 millones de dólares si fuera una compañía independiente, el mismo valor que tienen, por ejemplo, redes sociales como Twitter o LinkedIn. De hecho, la gran mayoría de la nueva generación de empresas cuyas operaciones dependen de internet no podría existir sin el apoyo de AWS. Netflix, el imperio de streaming de películas, opera respaldado por las plataformas ideadas por Bezos y sus chicos; lo mismo sucede con Zynga, la empresa de videojuegos en redes sociales, que utiliza el colchón de Amazon para garantizar su funcionamiento cuando la compañía registra un alto volumen de usuarios repentino. AWS se ha convertido en el pulmón que da vida a las start-ups de Silicon Valley, y muchos consideran que los gigantes del capital riesgo en realidad reparten tarjetas de regalo de Amazon a la nueva oleada de emprendedores. Sin embargo, este poderío exige un esfuerzo sobrehumano para mantenerse al día con las demandas que requieren expansiones de este tipo. Cada día las operaciones de AWS acumulan el suficiente músculo para alimentar a cientos de compañías que se asemejan al Amazon.com de comienzos de siglo, cuando la empresa era sólo un negocio de 2.800 millones de dólares.

Pero ¿qué significa almacenar en la nube? De forma genérica y haciendo referencia al glosario de la consultora Gartner, el mismo que utiliza Amazon a la hora de hablar de este concepto, la nube «es un estilo de computación donde existen las capacidades de ofrecer tecnologías, escalables y elásticas, como un servicio a clientes externos utilizando internet». Básicamente, al crearse un espacio virtual y sin la necesidad de cables, las empresas que contratan estos servicios pueden consumir y compartir recursos informáticos y de almacenamiento en lugar de tener que construir, gestionar y mantener esta infraestructura por su cuenta. El sistema, sobre el papel, tiene más que sentido, no sólo para pequeñas empresas sino también para grandes multinacionales. Es flexible, por lo que se pueden implementar modelos de programación ya utilizados por la compañía que contrate el servicio. En el caso de Amazon, es relativamente barato para sus clientes, porque éstos pagan por lo que usan y no se requiere un contrato a largo plazo. Es seguro y experimentado, ya que se utiliza la misma arquitectura que emplea la minorista para sus propias operaciones y se puede adaptar rápidamente a las necesidades y los volúmenes de cualquier compañía.

Mientras este negocio todavía esté en plena evolución, los analistas señalan que se convertirá en la gallina de los huevos de oro de Bezos y sus chicos. Si Macquarie Capital hablaba de un máximo de 30.000 millones de dólares, otros analistas como Ken Sena, de Evercore Partners, va más allá y asegura que en 2015 esta área de negocio ingresará más de 8.000 millones de dólares al año, lo que situaría el precio del negocio en más de 50.000 millones de dólares. Y es que no sólo estamos hablando de servicios en la nube, este sector también incluye un mercado de software, o programas informáticos si lo prefieren, que en estos momentos cuenta con una lista de más de 1.100 títulos distribuidos en dos docenas de categorías. De hecho, este segmento ha experimentado un crecimiento de más del 700 por ciento en tan sólo un año, por lo que pronto podría acabar alcanzando al de ventas de productos convencionales de la propia compañía, que ofrece artículos tan variopintos como consoladores o kits para practicar una circuncisión a 185 dólares la pieza. Jeff Bezos es así de ecléctico.

Fiel al aura de mutismo que lo caracteriza, la polémica generada por su contrato con la CIA se saldó con una simple declaración. «Esperamos mantener una relación de mucho éxito con la agencia», dijo vía comunicado. Cómo no, esto puso de morros a muchos, y es que, según algunos grupos de presión, Amazon tiene un amplio historial a la hora de congraciarse con el establishment del gobierno, especialmente en lo que se refiere a seguridad nacional. El periódico británico The Guardian fue uno de los primeros en señalar que cuando WikiLeaks publicó los miles de documentos del Departamento de Estado, consulados y embajadas estadounidenses en todo el mundo, Amazon no tardó en responder a la presión ejercida por Washington y expulsó a la organización inmediatamente del servicio de soporte de Amazon Web Services, «por lo que muchos ciudadanos no pudieron acceder a la página web de WikiLeaks».

Sin embargo, la buena sintonía con Washington también posiciona a Amazon para enfrentarse a su peor enemigo: Alibaba. Mientras Bezos ha conseguido acumular ventas anuales que superan los 74.000 millones de dólares, desmoronar y reconstruir modelos de negocio convencional e, incluso, adivinar lo que usted y yo pensamos, el gigante online chino amenaza la hegemonía de Jeff y su imperio. Alibaba, con ingresos de 160.000 millones de dólares, no sólo domina uno de los mercados más sabrosos del mundo, China, sino que cuenta con una forma de hacer negocios que podría noquear a Amazon en un pestañear de ojos. Según explicaba Juan Pablo Vázquez Sampere, profesor de IE Business School, en la revista Harvard Business Review, la compañía china tiene un modelo de ingresos basado en publicidad, por lo que se parece más a buscadores de internet como Google. Al contrario que Amazon, las ventas de su portal no suponen el gran grueso de sus cuentas, algo que permitiría cercar la estrategia de Bezos, basada en operar con márgenes muy estrechos, es decir, ofreciendo productos a un precio mínimo, incluso aunque éste suponga una pérdida para la compañía, a cambio de volumen y fidelidad de los clientes.

«Los clientes de Alibaba sólo pueden buscar productos en el interior del portal, una actividad generosamente rentable, no sólo porque su escala permite a la empresa cobrar precios superiores a los anunciantes por el número de personas que ven un anuncio, no por las que pinchan sobre él, sino que también bloquea el acceso de los competidores a la atención de los clientes de Alibaba», explica Vázquez Sampere. Tanto Amazon como Alibaba son capaces de generar beneficios incluso operando con márgenes muy estrechos, pero pese a que la estadounidense es de la orden del puño y trabaja bajo la más estricta frugalidad, Alibaba es capaz de ganar dinero incluso operando a niveles más ajustados que la compañía de Bezos. ¿Por qué? Por ejemplo, en China la mano de obra es más barata que en Estados Unidos y el impuesto de sociedades es también mucho menor que en la mayor economía del mundo, que cuenta con una de las fiscalidades más altas para las empresas.

Este pulso implícito —recordemos que Alibaba tiene previsto desembarcar en los mercados bursátiles de Estados Unidos— podría perfilar dos escenarios distintos para Jeff y Amazon. El primero implicaría una falta de reacción por parte de la compañía de Seattle, que continuaría centrándose en sus clientes más rentables. Amazon seguiría así desestabilizando al negocio minorista como ha hecho hasta ahora. Mientras tanto, Alibaba podría hacerse un hueco en el mercado estadounidense, probablemente con alguna porción del enorme grupo de consumidores que no compran con frecuencia pero que navegan mucho. Esto generaría ingresos por publicidad a la compañía china, incluso si los visitantes de su web no compran nada.

Si este escenario se materializa, apunta el profesor de negocios del IE Business School, Alibaba podría convertirse en un actor relevante del mercado de forma relativamente rápida, plantando cara a Amazon en determinadas áreas de negocio. Mientras la firma china incrementa generosamente su volumen de clientes, cada vez más vendedores y clientes de Amazon comenzarán a dar la espalda a Bezos. Si tenemos en cuenta que el modelo de negocio de Amazon se basa en economías de escala, una tasa de crecimiento más lenta podría plantear un problema muy grave.

En un segundo escenario, Amazon, como ya ha hecho con otros competidores, podría crear una unidad de negocios independiente, utilizando un modelo de ingresos similar al de Alibaba. Aun así, Bezos debería afrontar dos problemas importantes. En primer lugar, tendría que encontrar una manera de evitar la canibalización, que en el comercio minorista en línea es un reto muy difícil. En segundo lugar, no existen hasta la fecha precedentes dentro del modelo de negocio de Amazon que hayan escenificado la posibilidad de poder crear un negocio totalmente independiente de la compañía matriz. Además, los ajustados márgenes y los últimos proyectos de la empresa podrían dificultar la financiación de este negocio. Aun así, si Amazon tuviera éxito en la creación de esta unidad de negocio independiente, sería mucho más difícil para Bezos lograr un crecimiento sostenible, al margen del éxito de Alibaba. Por otro lado, tampoco debemos olvidar que con lazos en Washington y grupos de presión militando en favor de Amazon, resultaría difícil que los legisladores dejaran a Alibaba, una compañía china, navegar a sus anchas por el espectro online.

Sin tener en cuenta los planes de Alibaba, Bezos no ha tardado mucho en lanzar su particular ofensiva al estrenar una versión limitada de Amazon Web Services en la región de Pekín. Un plan bastante arriesgado si se considera que gigantes como Google han dejado de lado al negocio en China continental ante las amenazas de censura por parte del gobierno de Pekín. De hecho, el buscador canceló los planes de construir un centro de datos en Hong Kong. Otros titanes de la industria, como es el caso de Microsoft, han preferido entrar en este mercado de la mano de un socio local, de ahí que haya licenciado su Windows Azure y Office 365, ambos en la nube, a través de 21Vianet.

Sin embargo, Amazon ha sido mucho más agresivo en su desembarco ofreciendo directamente a las empresas, tanto locales como multinacionales, el uso de un amplio menú de servicios, desde servidores hasta almacenamiento y bases de datos, entre muchos otros, eso sí, cumpliendo a pies juntillas los requisitos legales y normativos del gigante asiático. Los clientes que deseen utilizar estas instalaciones tienen que crear una cuenta específica para esta región. Independientemente de esta nueva operación, AWS ya daba cobertura con sus servicios a otras áreas de Asia Pacífico como Tokio, Singapur y Sidney, así como Osaka, Hong Kong, Manila, Bombay y Seúl. Esto pone de manifiesto, una vez más, el importante esfuerzo de Amazon por intentar replicar el éxito obtenido a través de AWS en Estados Unidos, tanto dentro del sector público como privado, generando clones customizados en diferentes regiones del mundo.

De todas formas, mientras que hasta la fecha Bezos se había convertido en el dueño y señor de la nube, si echamos un vistazo a las cuentas correspondientes al conjunto de 2013 se puede observar cierto debilitamiento en el crecimiento de este sector, que sólo avanzó un 50 por ciento con respecto a 2012. Esta cifra perfila a AWS como uno de los nichos de negocio con más margen de crecimiento si se compara con la venta de productos convencionales, libros o películas, pero, a su vez, este porcentaje ha sido el incremento más bajo de los últimos tres años. Esta ralentización no puede adjudicarse a una sola razón y son muchos los factores que podrían estar influyendo en esta ligera disminución del crecimiento.

Una de las causas podría ser la espantada de muchas empresas que se alejan de este tipo de infraestructuras después de las filtraciones realizadas por el contratista Edward Snowden sobre las actividades de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional.

Por otro lado, Bezos tiene competidores, quizá no tan potentes pero sí más baratos y entrañables, como DigitalOcean, una nube que ofrece menos funciones pero que comienza a atraer a más seguidores. Tampoco podemos olvidar la irrupción de Google en este mercado a través de su servicio Infrastructure-as-a-Service (IaaS), que compite directamente con AWS y que comenzó a estar disponible al público desde diciembre de 2013. Y no debemos olvidar que si hay un digno competidor de Amazon en Estados Unidos, ése es Google.

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