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PRIMERA PARTE Šipan » CAPÍTULO 37 Nápoles, 16 de abril

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Nápoles, 16 de abril

El puerto de Nápoles era un inmenso varadero de barcos militares. El mando de la OTAN de la Europa meridional: de ahí partían las órdenes para las bases aliadas desde Portugal hasta Turquía.

Zollo miraba cómo se alejaba la ciudad más allá de la baranda. Luciano había pensado con acierto: elegir aquella ciudad como «un buen retiro». ¿Quién habría imaginado que el mayor tráfico de droga del mundo fuera a tener su cuartel general justo ante las mismas narices de las fuerzas armadas aliadas? Y lo bueno era que por Nápoles no pasaba ni un gramo de heroína. Por lo menos no al por mayor. Llegaba de Oriente Próximo a través de los Balcanes. De allí alcanzaba Sicilia y Marsella para el refinado y el primer corte. Luego Nueva York, América.

Luciano, la mente, el gran

capo, no tocaba ni veía nada. Cobraba y recibía de vez en cuando a los emisarios de las familias americanas. El hipódromo como despacho para las relaciones públicas y un ejército de recaderos en nómina.

Además estaba el mundillo de las apuestas y los cigarrillos, pero eran poca cosa. Puro relleno. Luciano vendía electrodomésticos.

Estaban lejos los tiempos neoyorquinos, cuando un dandi vestido de punta en blanco, con el perrito en el regazo, hacía llover caramelos sobre los niños pobres del barrio. Los tiempos de la criminalidad organizada y de los burdeles: putas a manta, desde el pelagatos hasta el agente de Wall Street. Lucky, el joven afortunado que en una sola noche había eliminado a la competencia a ráfagas de metralleta. Pero transformar el exilio en uno de los negocios más rentables del mundo, había sido una jugada magistral. Tal vez la más hábil de toda su carrera. Zollo no podía dejar de admirar a la vieja víbora.

Transformar el gafe en provecho. Resurgir. Ese era el ejemplo a seguir.

El ferry maniobró entre torpederas y acorazados, apuntando hacia mar abierto.

El viaje a Sicilia sería instructivo, aunque se anunciara como una excursión al zoo. La isla natal de sus padres estaba habitada por cavernícolas, pero tenía las refinerías más eficaces. Iba a inspeccionarlas. El viaje proseguiría por Yugoslavia: compra de mercancía.

Por último, Marsella.

El plan comenzaba a tomar cuerpo. Luciano le había confiado el encargo de pasar revista a las bases sicilianas y supervisar la compraventa de heroína: una muestra de absoluta confianza. Con ella contaba Zollo para asegurarse una pensión de lujo.

Mientras se preparaba para descender bajo cubierta repasó los detalles del plan. Una cuestión de tiempo y cantidad. En los viajes anteriores había apartado ya doce kilos. Había encontrado un lugar seguro donde esconderlos. Aunque alguien los descubriera no podría llegar hasta él. De lo contrario, Luciano se le comería el hígado. La ocasión se había presentado por casualidad; nadie descubriría los paquetes en el lugar en el que los había dejado. Una sisa meticulosa: aproximadamente un kilo por cada cincuenta. Había hecho las cosas como es debido. Una carga más, la última, la más consistente, y se aseguraría whisky, sol y mujeres hasta el fin de sus días. Los dejaría plantados a todos y desaparecería en serio, adiós muy buenas a Steve Cemento. También había pensado simular su propia muerte: un buen tortazo con el coche. Lugares donde esconderse no faltaban.

Había contactado con los compradores, en Francia. Con los de aquel último viaje sumaban quince kilos. Una mano sabia los redoblaría y transformaría en una montaña de dinero.

¿Quién sospecharía de él? Steve, mano derecha de don Salvatore Lucania, alias Lucky Luciano. Steve el Impecable. Steve Trabajo Limpio. No, nadie pensaría que alguien estafe a Luciano estando codo con codo con él, entre los anillos de la víbora. Si sospechaban algo, la culpa recaería sobre los eslavos, aquellos palurdos.

Bajó y se acercó al restaurante. Mientras el camarero le ponía un whisky contempló su imagen en el espejo de detrás de la barra.

Los ojos eran sendos agujeros negros en la cara pálida: la mirada decía que nadie lo detendría. Alzó el vaso y brindó a solas por un futuro mejor.

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