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KIRAN Y CISNE » Extractos (5)

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Extractos (5)

Por ejemplo Venus. La atmósfera de CO2 de 95 bar, con una temperatura de superficie capaz de fundir el plomo, más caliente que la cara brillante de Mercurio. Un mundo infierno. Por otro lado, posee una gravedad de 0,9 y es un poco más pequeño que la Tierra. Dos elevaciones continentales en la superficie, Ishtar y Afrodita. Hermana de la Tierra. Existe allí un gran potencial para una nueva y extraordinaria creación.

Por ejemplo, una luna de hielo de Saturno: Dione servirá. Desmóntala con las excavadoras autosuficientes Von Neumann, cortando pedazos de unos diez kilómetros. Montas motores en esos pedazos y los envías a Venus.

Mientras haces todo esto, construyes un escudo solar compuesto por aluminio lunar, un material muy delgado que apenas pesa 50 gramos por metro cuadrado, lo cual no le impediría alcanzar 3 x1013 Kg, lo más grande que ha construido el ser humano. Unas tiras concéntricas proporcionan flexibilidad al escudo solar, al que permiten virar por avante del viento solar para mantener su posición en el punto L1, donde proporcionará sombra a la totalidad de Venus. Privado de la insolación, el planeta se enfriaría a una velocidad de 5 grados Kelvin anuales.

Después de 140 años, la atmósfera CO2 habrá caído en forma de lluvia y nieve en la superficie, congelada como una capa de hielo seco. Rasca todo el hielo seco que se precipitó sobre Ishtar y Afrodita hasta las tierras bajas, cuidando de mantener la superficie llana. Mientras limpias los continentes, liberas otro destacamento de fábricas químicas autosuficientes Von Neumann, diseñadas para generar oxígeno a partir del CO2 congelado; esto creará 150 milibar de oxígeno en la atmósfera, más o menos en el mismo tiempo que tardará en congelarse todo el CO2. Una atmósfera de oxígeno puro sería inflamable, así que añade un gas, preferiblemente nitrógeno, para crear una mezcla más estable. Titán podría estar muy solicitado por su exceso de nitrógeno, así que mejor será que te prepares para buscar sustituto. El argón minado en la luna serviría en este caso.

Cuando tengas el oxígeno que quieras, y el hielo seco esté allanado en las tierras bajas, cubre el hielo seco con roca falsa, para que el CO2 quede atrapado en la litosfera.

Ahora toma los pedazos de Dione que has estado acumulando, y únelos en la atmósfera de oxígeno a la altura adecuada para crear vapor y lluvia. Esto garantiza una subida de la temperatura en el planeta, que llegado este punto se encuentra por debajo del nivel apto para el ser humano. Posiblemente deba permitirse el paso de un poco de luz a través del escudo solar si fuese necesario para aumentar la temperatura. Sólo serían necesarios dos años para que la mayor parte de la lluvia de impacto caiga y nieve en la superficie, así que ponte a trabajar deprisa.

El agua de la superficie después de esta infusión de Dione será equivalente a alrededor del diez por ciento del agua que hay en la Tierra. Será agua potable, salada al paladar. El agua cubrirá el ochenta por ciento de Venus, que es mucho más llano que la Tierra, hasta una profundidad promedio de 120 metros. Si se prefieren mares más profundos, pero también la máxima extensión posible de terreno, plantéate cavar una trinchera oceánica utilizando parte de los pedazos de Dione. Recuerda que, en caso de optar por esta ruta, la medida complicaría la contención de CO2. Pero si procedes con cuidado, Venus podría terminar con cerca del doble de superficie terrestre que la existente en la Tierra.

En este punto (después de 140 años congelando y preparando, y de otros 50 años rascando, ¡así que ten paciencia!) podrías pensar que el planeta está preparado para la ocupación biológica. Pero recuerda que si combinas el año venusiano, compuesto por 224 días, con su periodo de rotación diario de 243 días, obtienes una curva, un movimiento de rotación retrógrado en que el sol sale por el oeste, y el día solar, en cualquier punto del planeta, es de 116,75 días. Hace tiempo que las pruebas determinaron que eso es demasiado para que las formas de vida terrestres puedan sobrevivir, por modificadas que estén. Por tanto se han identificado dos alternativas. La primera consiste en programar el escudo solar para que filtre luz solar en la superficie y luego vuelva a bloquearla, flexionándose como una persiana veneciana circular para dar pie a un ciclo de día y noche más propio de la Tierra. Esto beneficiaría la nueva biosfera, aunque sería necesario que el escudo solar funcionase sin problemas.

La segunda opción consistiría en causar una segunda fase de bombardeos que alcanzaría la superficie del planeta, de modo que su inercia angular adoptase un ciclo diario próximo a las cien horas, el cual se considera que entra dentro del límite de tolerancia para la mayoría de las formas de vida terrestres. El problema de esta opción es que retrasaría mucho la ocupación de la superficie del planeta, debido al modo en que liberaría una considerable cantidad de hielo seco cautivo bajo la capa de roca falsa. El establecimiento de la biosfera se retrasaría otros doscientos años, doblando, en efecto, el tiempo de terraformación. Pero no habría que seguir depositando tanta confianza en el escudo solar. Y una atmósfera venusiana adecuadamente tratada sería capaz de bregar con la luz del sol sin temor al efecto invernadero u otros perjuicios.

Qué opción se escoja depende de ti. Piensa en qué pretendes conseguir al final, o, si no crees en los finales, cuál es el proceso que prefieres.

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