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9. Lo nuestro

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Lo nuestro

DRAKE

23 de febrero de 2016

Abro la puerta de mi habitación, salgo descalzo y en bóxer caminando hasta el cuarto de Dawson. Este año soy quien se despierta primero. Abro la puerta de su habitación y la cierro. Aún adormilado salto a la cama, encima de él, y se queja.

—Déjame dormir.

—No. Te amo y siempre seré el primero en felicitar a mi copia romanticona —digo con los ojos cerrados porque también quiero seguir durmiendo. Dawson gruñe.

—¿Ya?

—Sí, ya amaneció —respondo riendo. Tira de mí y caigo a su lado. Sin abrir los ojos me arroja una almohada.

—Feliz cumpleaños, copia mal hecha —susurra, y estira su mano, supongo que quiere despeinar mi cabello, pero termina golpeando mi mejilla—. Lo siento. —Se ríe abriendo un ojo.

—Feliz cumpleaños, copia romanticona. Te vuelves quince minutos mayor que yo.

—¿No eran diez? —pregunta rodando antes de bostezar.

—Habrá que preguntarle a mamá, igualmente ella siempre cambia el número.

—Pero al menos no el orden del supuesto gemelo que nació primero —me recuerda. Asiento y cierro los ojos para dormir otro poco más.

No sé cuánto tiempo pasa mientras dormimos, pero finalmente mamá entra cantando el «Cumpleaños feliz». Dawson y yo nos quejamos al mismo tiempo por haber sido despertados. Él es el primero en levantarse, yo abrazo la almohada, pero luego mamá me obliga a levantarme y me da un fuerte abrazo que correspondo.

—Estos hijos míos se ponen muy fuertes y dan superabrazos. —Besa de manera sonora mi mejilla antes de pellizcarla—. Mis tesoros. Los niñitos que me hicieron sentir el doble de dolor durante el parto.

—¿Por cuánto tiempo Dawson es mayor, mamá?

—Cinco minutos.

Me vuelvo a ver a Dawson y contenemos las ganas de reír porque siempre es lo mismo, papá le sigue el juego. Ella nos pide que bajemos pronto para nuestro desayuno de cumpleaños y sale de la habitación. Bostezo y me estiro. El brazo de Dawson pasa por mi cuello y me da un raro abrazo-llave.

—Veinte años, hermanito.

—Y los años que nos quedan. —Golpeo su mejilla y bajo de la cama—. Te veo abajo y espero que hayas comprado un genial regalo para mí.

—Espero lo mismo.

Salgo de la habitación de Dawson y en el pasillo me encuentro a Hayley. Ella corre hacia mí y me abraza deseándome feliz cumpleaños. Como todos los hermanos, discutimos muchas veces, pero son cosas que fácilmente se superan porque por esta niña haría cualquier cosa. Ella corretea hacia la habitación de Dawson para felicitarlo. Me rasco el pecho y entro en la mía. Tomo una toalla y camino hacia el baño que comparto con mi hermano para ducharme antes que él.

Mi ducha no es muy larga y termina de despertarme. Después de cepillarme los dientes rasuro mi barbilla. Paso los dedos por mi cabello para peinarlo un poco y vuelvo a mi habitación a vestirme. Me pongo un pantalón y una camisa de manga larga, y voy hacia mi ventana. Cuando descorro las cortinas me paralizo ante lo que encuentro en la de enfrente.

Posiblemente Alaska no lo sabe, pero las cortinas de su habitación están abiertas, por lo que puedo verla muy bien.

Estoy inmóvil y muy despierto ahora. Sé que debería cerrar mis cortinas, pero una parte de mí me recuerda que muchas veces ella me ha espiado antes. Esta vez, ella es la de la toalla.

Por la manera en la que mueve su cabeza creo que está cantando mientras peina su cabello húmedo, luego quita el nudo de su toalla quedando en bragas y un sujetador rosa a juego. No es encaje, seguro que es algodón, pero eso no le quita ni un ápice al hecho de que el cuerpo de Alaska cautiva toda mi atención.

No puedo evitar acercarme a la ventana para observarla mejor. No sé si estoy parpadeando siquiera. Ella toma crema corporal y ¡Jesús! La veo aplicarse la crema y luego repite el proceso con la otra pierna, después lo hace con el resto de su cuerpo. Camina por la habitación y supongo que está buscando su ropa. Voy a cerrar mi cortina cuando vuelve a mi campo de visión.

No sé qué habrá escogido, pero al parecer no requiere sujetador, porque ella se lleva las manos detrás de su espalda y abre el broche. Con toda la fuerza de voluntad del mundo cierro mi cortina de golpe antes de que deje caer el sujetador y llegue a ver más.

Cierro los ojos y apoyo la frente en la ventana cerrada ahora cubierta por las cortinas. Suspiro. Eso ha sido demasiado.

—Esto se está volviendo muy difícil, Alaska —susurro.

Tomo mi teléfono móvil, sonrío descubriendo que tengo una foto de ella enviando un beso y deseando feliz cumpleaños justo a la medianoche, fue el primer mensaje. Le respondo con todos los corazones de colores que hay.

Drake: Espero el abrazo en persona.

Escritora Favorita: Seguro. Puedo darte hasta dos.

Drake: ¿Uno fuerte que valga por dos?

Escritora Favorita: Hecho.

Abro un poco mis cortinas y ya no hay rastro de ella en su habitación; de hecho sus cortinas ahora están cerradas.

Drake: Por cierto, disculpa.

Escritora Favorita: ¿Por qué?

Escribo y borro el mensaje una y otra vez. Si se lo digo, ella estará muy avergonzada y se esconderá de mí. Aun cuando no tiene nada por lo que esconderse porque su cuerpo me ha dejado fantaseando.

Drake: Por ser un vecino molesto.

Escritora Favorita: Eres un vecino molesto, pero me gustas.

Escritora Favorita: Quiero decir, me gustas como vecino. Eso quise decir.

Drake: Tú también me gustas…

Drake: Quise decir, como vecina. Claro. ;)

Sacudo la cabeza y respondo los mensajes que me han ido llegando mientras salgo de mi habitación y bajo a degustar mi desayuno de cumpleaños.

Jocker, hermano mayor de Alaska, me palmea el hombro felicitándome. Es como otro hermano mayor para mí, lo respeto y admiro mucho. Su bonita novia, Adelaide, me da un breve abrazo después de que él se aleje.

—Felicidades, menos pasos para el cementerio. ¿A que sí? —Sonríe.

—A menos que quiera ser quemado —respondo.

—Ah, encontrar a alguien que entienda mi felicitación es tan… lindo.

Jocker pone los ojos en blanco y toma su mano para acercarse a Holden. Después de pasar al lado de Dawson, Alice me da un fuerte abrazo y aprieta mis mejillas a modo de burla.

—Viejito, felicidades.

—Gracias, soy un viejito sexi.

—Seguro. —Aprieta mi abdomen con el dedo y suelto una risa.

Entonces, después de abrazar fuertemente a Dawson, Alaska llega hasta mí. Me dedica una sonrisa antes de tomar impulso en un pequeño salto para envolver sus brazos alrededor de mi cuello. Sus pies están encima de los míos y me abraza con fuerza. Envuelvo mis brazos alrededor de ella con la misma intensidad, lo que me hace sentir muy bien.

—Feliz cumpleaños, Drake.

—Gracias, Alas. Mi escritora favorita —susurro en su oído para que solo me escuche ella.

Se separa levemente para observarme. Siempre digo lo mismo, pero es demasiado. Trago con dificultad. Esta lucha dentro de mí es muy difícil.

La dejo ir lentamente, su abrazo se afloja hasta que da pasos hacia atrás, me ve a través de sus pestañas y luego mira hacia un lado rascando de manera distraída su brazo. Dawson se aclara la garganta y pasa un brazo sobre sus hombros. En los ojos de mi gemelo veo el brillo de la burla y diversión ante mi desconcierto.

—Te presentaré a nuestros amigos, Aska. Alice, ven también —se ofrece.

No es que tuviéramos una fiesta planeada, pero algunos amigos se han acercado a pasar un rato con nosotros y han traído un par de pasteles, por lo que es algo improvisado. Camino detrás de Dawson y luego observo cómo presenta a nuestros amigos a las hermanas Hans, aunque a la mayoría ya los conocen, pues son amistades viejas. Sin embargo, ellos parecen sorprenderse al notar lo que han crecido Alice y Alaska Hans, cosa que Dawson y yo no pasamos por alto, por lo que estamos atentos y damos esa mirada de «ni lo intentes».

De nuevo alguien llama a la puerta y Hayley se pone de pie para abrir. Escucho mi nombre en un grito agudo. Dawson y yo nos giramos de inmediato hacia la persona que se acaba de unir a nosotros.

Es Allen… La última chica con la que me enrollé. Voy a abrir los brazos para recibir su entusiasta abrazo, pero ella abraza a… Dawson, que está a mi lado.

Bueno, hablando de situaciones incómodas.

Por un momento pienso que se conocen y que Dawson no sabe que me lie con ella, lo cual me hace pensar que será incómodo decirle que estuve con Allen antes que él. Pero veo el desconcierto en mi hermano mientras le devuelve el abrazo y luego ella le da un beso en la boca.

Entonces caigo en que pasó algo parecido incluso con alguno de nuestros amigos. Mis tatuajes están cubiertos con mi camisa de manga larga y esta chica ha confundido a Dawson conmigo. Ha sido incapaz de reconocer al chico con el que ha estado quitándose la ropa un par de veces.

Deja de besar a Dawson, que frunce el ceño y la observa.

—Lo siento, pero le metiste la lengua al hermano equivocado —informa mi hermano conteniendo la risa—, y eso fue demasiada lengua.

Allen se gira para verme y me señalo asintiendo lentamente. No es que esperara un saludo así, ya que ella fue la primera en decir que lo nuestro solo era para divertirse y cosa de un par de veces. Todo lo que hace es encogerse de hombros.

—Bueno, ahora he besado a unos gemelos, no importa.

Viene hacia mí y me abraza, su boca parece buscar la mía, pero corro mi rostro. Entre nosotros no hay ninguna historia y de ninguna manera compartiré saliva con mi hermano gemelo. Estamos muy unidos, pero no hay que exagerar.

—Feliz cumpleaños, ardiente.

—Gracias. ¿Cómo lo supiste?

—Por Facebook. Cuando lo vi pensé en darte un regalo especial. —Pestañea coquetamente hacia mí.

Saco mi mano de la suya sintiéndome incómodo con todo este intercambio de muestras afectuosas en público cuando pensé que todo había terminado. Rasco la parte baja de mi nuca, no voy a echarla, no soy así de idiota.

—Estos son mis amigos —los presento.

La verdad es que mi cumpleaños transcurre tranquilo, todos conversan y bromean. Vigilo especialmente a uno de los amigos de Dawson, que no deja de acercarse a Alaska y parece que a ella no le desagrada. Están enfrascados en una conversación, pero en un momento dado ella termina la conversación y se gira de forma abrupta hacia mí.

Nuestros ojos se encuentran y mi sonrisa es automática, gesto que ella me devuelve mientras se pone de pie y camina hacia mí. No le quito la mirada de encima mientras se acerca.

—Tengo un regalo para ti —asegura, y me gusta cómo suena eso.

Señalo con mi cabeza hacia la puerta que da a nuestro jardín lateral compartido y tomo su mano. Noto su sonrisa ante mi movimiento. Me muerdo el labio para no sonreír. Salimos y me giro hacia ella cuando estamos finalmente solos en mi jardín. A regañadientes dejo ir su mano para ver cómo la mete en el bolsillo de su pantalón y extrae una hoja, que ahora me entrega.

—¿Qué es? —pregunto con curiosidad.

—Un poema o algo así —es su respuesta inmediata.

Sus mejillas se sonrojan y desdoblo la hoja para comenzar a leer las palabras de quien se ha convertido en mi escritora favorita.

Creo que los ojos que tú encuentras raros son hermosos. En cada uno de ellos veo una luz diferente.

Drake, Drake. Mi querido lector, gracias por dar un corazón a mis historias aunque puedan darte calor.

Eres el mejor vecino y también el mejor… ¿gemelo?

Poema improvisado, poema regalado. Poema que se entrega y que seguro que ahora se encuentra en tus manos.

Eres humano, eres pesado, pero eres perfecto siendo… ¿mi lector en el anonimato?

Este poema es un asco, lleno de tachones, pero quiero que sepas que te quiero sin importar que seas… ¿…? Lo siento, no consigo encontrar algo que rime y vaya bien en esta línea.

Feliz cumpleaños, Drake.

Creo que tal vez mi sonrisa es un poco boba, o demasiado, pero es imposible no sonreír ante tan extraño y dulce poema.

—Y esto… Es un regalo tonto, pero toma. —Sus mejillas se sonrojan mientras me ofrece el segundo regalo.

Deja en mi mano una pulsera de cuero con un dije de madera grabado en el que se lee: LECTOR PROFESIONAL. Letras superpequeñas que solo se leen si te acercas mucho junto con un corazón. Toma de nuevo la pulsera, estiro la muñeca y me la pone. Muerde su labio inferior observándome muy a la expectativa.

—Me encanta —digo finalmente.

—¿Sí?

—Sí, incluso si no me gustara, diría que me encanta porque me la has dado tú y eso ya lo hace especial.

—Me gusta cómo suena eso. —Sonríe.

—A mí también. Ahora, dame mi segundo abrazo de cumpleaños.

Riendo acorta la distancia y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, su mejilla presiona contra mi pecho y mis brazos la rodean. Apoyo mi mejilla en su cabello. Alaska es de baja estatura y me parece que es perfecta para compartir un abrazo conmigo.

—¿Crees que Dawson se pondrá celoso cuando sepa que a él solo le he comprado chocolates?

—No lo sé —suelto una risa, ella alza su rostro para verme y yo bajo mi mirada—, pero quiero también alguno de esos chocolates.

—Son besos de chocolates.

—Oh, pues tendrás que comprarle otros chocolates a mi copia romanticona, porque los besos de chocolate son lo nuestro. Así que debes dármelos a mí.

Ella ríe y sacude la cabeza, creo que me abraza más fuerte.

—No sabía que eran lo nuestro.

—Lo es. —Bajo mi rostro y beso la punta de su nariz. La miro muy fijamente—. Te quiero, Aska.

—Yo también te quiero, Drake.

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