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Jueves » Capítulo 53

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Observó detenidamente la reacción del resto de los miembros del jurado. Se habían tragado el testimonio de la forense. Y con entusiasmo. Sin embargo, solo un par de ellos parecían interesados en lo que Flynn había dicho. Cuando habló del billete de dólar, Kane se puso tenso. Las marcas. Reprimió la emoción, impidiendo que se le viera en la cara.

Después de tantos años, ¿era posible que alguien hubiera descubierto su misión?

La postura de las víctimas. Flynn lo sabía. Había visto su huella en las muertes. En todos los asesinatos que había cometido, Kane se había resistido a colocarlas en posición. Pero aquel era especial. Bobby era una estrella. Kane había alcanzado la cima de sus habilidades y necesitaba un reto. Alguien intocable. Una estrella del cine.

«Ojalá ella no hubiera muerto tan deprisa», pensó Kane.

La primera puñalada la despertó; un segundo después, se apagó la luz de sus ojos. Su estrella. El cuchillo de Kane dibujó aquella estrella sobre su cuerpo. El trabajo necesitaba algo más, había sido demasiado rápido, demasiado fácil. Ella parecía serena, tumbada sobre la cama, con los brazos a ambos lados del cuerpo. Kane subió al hombre al piso de arriba. La bolsa que le había atado con fuerza alrededor del cuello formaba un sello para evitar que la sangre salpicara la casa, tal y como había dicho Flynn. Se la quitó una vez tumbado sobre la cama. Luego cogió el bate del recibidor, lo metió en la bolsa para mancharlo de sangre y lo arrojó en un rincón del dormitorio.

El doce era una marca importante. Dobló las piernas de Carl, modificando su postura para que dibujara el número dos. Evidentemente, la idea no se le ocurrió hasta después de matar a Ariella. Estaba a punto de completar su misión. Parte de él quería que alguien lo supiera. Que lo comprendiera. Vio a Flynn mirando a una mujer en el fondo de la sala. Y a otros tipos de pie.

El FBI.

Kane se relamió.

Por fin, había empezado la caza. Pero les quedaba un largo camino hasta encontrarle. El FBI estaba vigilando al público, no al jurado.

Miró su reloj. Respiró hondo para tranquilizarse.

A estas horas, ya habrían encontrado el cuerpo. El que les había dejado después de hacer una visita a Manuel.

Empezaba de nuevo, por última vez.

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