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El 15 de noviembre de 1922, demuestra que romper las tendencias conciliadoras entre patronos y obreros es la única forma de avanzar en la lucha. Romper con el mutualismo planteado en la época hizo que los trabajadores rebasaran ciertas visiones colaboracionistas y economicistas

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para luchar por demandas más profundas. En octubre de 1922 inició la huelga con los ferroviarios, quienes lograron doblegar a los empresarios que terminaron aceptando las demandas de los trabajadores. Esta huelga de alguna forma alentó a otros sectores que exigieron

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aumento de salarios, la reducción de la jornada laboral y formas de evitar despidos; además de denunciar la miseria generalizada. La gesta del 15 de noviembre nos deja dos lecciones: la necesidad de la independencia de clase (como única forma de avanzar) y la necesidad de

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desarrollar elementos de vanguardia, para que los levantamientos puedan ser semillas de organismos que caminen hacia un proceso revolucionario; es decir la necesidad de una dirección con una línea política proletaria. A puertas del 1ero de mayo, recordamos la valentía de los

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trabajadores y del pueblo Guayaquileño que luchó de forma valiente en contra de la clase dominante de la época. En la actualidad, también es menester denunciar a los conciliadores de clase y a los reformistas, que únicamente retrasan la lucha de los trabajadores.

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Este 1ero de Mayo decimos: Ni con el banquero ladrón, ni con el reformismo, que sostiene la miseria de los trabajadores.

Ante un sistema en descomposición, el único camino es la revolución.

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