Yunior lucha su rinconcito en los altares

Yunior lucha su rinconcito en los altares

Karlito Marx

Yunior García Aguilera dice que no recibió entrenamiento por parte de los tanques del golpismo suave. Sin embargo, no ha dado aún explicaciones de sus viajes y cursos a universidades, en las cuales se le mostró cada una de las técnicas de Gene Sharp. Yunior posa junto a enemigos clásicos de la Revolución, pero dice que no es contrarrevolucionario. También declara que las manifestaciones del 11 de julio marcan un punto de quiebre “hacia un nuevo pacto social”, pero a la vez dice que él no es político y que solo encarna a un artista preocupado por su pueblo. 

Yunior García Aguilera ha renunciado a la UNEAC, pero no tuvo la entereza de hacerlo con las instituciones teatrales revolucionarias en las cuales labora y de cuya subvención obtiene su sustento. Para él, era más importante el gesto grandilocuente que la esencia misma de cortar el cordón con la institucionalidad que jamás lo censuró ni cuestionó. Es la misma actitud que tuvo cuando, haciendo uso del pasaporte y los recursos estatales, se apareció en eventos golpistas junto a connotados contrarrevolucionarios de poco o ningún perfil cultural o artístico. 

Ahora, luego de toda la mascarada en la cual se pone y se quita el traje de político a conveniencia, Yunior convoca a una marcha a través de un grupo de Facebook. Dice que lo harán cuando mejoren las condiciones y que pedirá un plebiscito. Alega que la acción es pacífica y que intentará ir por cauces legales. Pero obvia que, en las actuales condiciones de hostigamiento internacional, su actividad es orgánica al recrudecimiento de las medidas que nos ahogan y que a su vez dicha punta de lanza puede servir de excusa para una intervención militar. 

Casualmente, Yunior ha estado llamando a los uniformados cubanos a unirse a las protestas. El curso en el cual resultó graduado en España, versaba precisamente sobre el papel de las fuerzas armadas en una transición dentro de Cuba. 

Yunior dice estas palabras además en una entrevista ante Periodismo de Barrio y otra ante Mónica Baró. Ambos elementos del propagandismo dependiente se reconocen financiados directamente por el siniestro George Soros. Tanto la NED como Open Society son plataformas para lanzar liderazgos y golpismos allende los mares, en una operación funcional a la CIA y los intereses del sistema hegemónico. Pero Yunior dice, en su imaginario, que él representa a José Martí y que el gobierno de La Habana es la Capitanía de Weyler. 

¿Qué vendría luego de la marcha convocada por Yunior?, ¿qué papel le prometieron los golpistas a este personaje en una Cuba post socialista?, ¿presidente, ministro de cultura, parlamentario? Dice él que su “movimiento” 

Archipiélago no es partidista sino que agrupa a todas las tendencias. En la óptica de este señor, Cuba es Chile, Díaz Canel Pinochet y ellos son la campaña por el No durante el famoso plebiscito de hace tres décadas. Un suceso inmortalizado para el cine por Pablo Larraín. Sin dudas, Yunior trabaja con los símbolos, los imaginarios, crea esferas ideológicas ajenas a la Revolución y replica líneas de mensaje. Uno de los logros suyos es haber estado mucho tiempo inadvertido, recibiendo preparación, para aparecer dado el momento justo y oportuno. 

Yunior no es Martí, ni la resistencia chilena, sino un hijo de Gene Sharp, un pariente cercano de George Soros y una pieza clave en el supuesto derrumbe de la Revolución Cubana. Lo que Yunior olvida es que precisamente los oponentes a Pinochet soñaban con La Habana y escuchaban a Silvio Rodríguez en la clandestinidad, tenían cuadros de Fidel ocultos en un rincón especial de la casa, sintonizaban Radio Habana Cuba para buscar un aliciente en medio de los horrores de la dictadura. Y cuando finalmente Chile se liberó de la bestia, Cuba estuvo ahí, como inspiración de ese pueblo en su nuevo comienzo. 

Para Yunior todo está torcido, nada es esencial, sino que la política sigue derroteros programáticos, orgánicos, funcionales. No hay tiempo para inventar nada, ya que la línea obedece a los sustentos de Gene Sharp. 

Yunior quiere hacernos creer que en 1959 fueron un grupo de dictadores quienes se subieron al poder y no los hacedores de los sueños de Martí. Para el golpista todo se reescribe: la vida, la historia, el pueblo, los símbolos, los espacios públicos, el arte. Nada escapa de su inventiva, de su talento teatral mercenario y puesto en servicio de sus ambiciones. 

Su rostro parece nuevo, pero es como un disfraz que esconde la esencia vieja de la vieja política. 

Yunior, finalmente, es la Capitanía, es el retroceso, la renuncia a los sueños, a la soberanía y la afirmación del caos y la dependencia. 

Quienes lo siguen deberán despertar, tarde o temprano, pues son sus víctimas en un camino sin propósito. 

Él aceptó la promesa de un rinconcito en los altares, luego de ser convidado a tanta mierda. 

En eso anda.

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