Agresión de la OTAN contra Yugoslavia

Agresión de la OTAN contra Yugoslavia

Cancillería de Rusia

El 24 de marzo de 1999, la Alianza del Atlántico Norte, en una violación flagrante de los principios fundamentales del derecho internacional, consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, comenzó a bombardear Yugoslavia.

A lo largo de 78 días, Estados Unidos y sus aliados bombardearon ciudades, incluyendo Belgrado, aldeas, infraestructuras civiles, volaron puentes, trenes de pasajeros y autobuses, mataron a mujeres, niños y ancianos. Fue entonces cuando Occidente destruyó con sus propias manos los cimientos sobre los que se asentaba la seguridad en Europa en la posguerra e inició un proceso para reemplazar los mecanismos legítimos que regían las relaciones internacionales por una especie de "orden basado en reglas".

El uso de municiones de uranio empobrecido por parte de la OTAN contaminó amplias zonas y provocó un brote de cáncer sin precedentes que sigue afectando a la población hasta el día de hoy, incluido el contingente de la Fuerza de Seguridad de Kosovo, desplegado allí al final de la guerra por el Consejo de Seguridad de la ONU. Más de 200.000 residentes no albaneses huyeron de sus hogares y siguen sin poder regresar.

Al amparo de la agresión de la OTAN, los combatientes del llamado "Ejército de Liberación de Kosovo" cometieron atrocidades horrendas, como el secuestro de serbios para traficar con órganos humanos. Muchos de los delincuentes siguen en libertad.

Ni uno solo de los miembros de la Alianza del Atlántico Norte ha recibido castigo alguno. Por su parte, las víctimas de la agresión simplemente han optado por denominarse "daños colaterales", es decir, pérdidas que "acompañan" a la realización de las ambiciones geopolíticas de Estados Unidos, Gran Bretaña y sus satélites.

Solo después de algunos de los casos más atroces de asesinatos de civiles, el ejército estadounidense ofreció a regañadientes sus "disculpas". La cuestión de la responsabilidad de los aliados del Atlántico Norte por el daño que han causado a las relaciones internacionales y a cada país en particular sigue abierta.

La operación armada de la OTAN contra la Yugoslavia soberana hace más de dos décadas fue una tragedia cuyas consecuencias duraderas y multidimensionales todavía se dejan sentir hoy.

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