Vivimos en la temporada de la cosecha (Mat. 9:37)

Vivimos en la temporada de la cosecha (Mat. 9:37)

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David Schafer

“La cosecha”. ¿Qué te imaginas al pensar en esas palabras? ¿Un momento del año bonito y productivo, con mucho trabajo y buena comida? Sí. Pero también es un trabajo urgente. La cosecha no espera por nadie. Hay que recoger todo lo que se sembró. Y, si va a llover, hay que darse más prisa porque el grano se puede echar a perder. Se necesita la ayuda de todos. Y ¿qué nos enseña esto sobre la forma en que debemos llevar a cabo la cosecha simbólica de la que Jesús habló? Veamos el contexto de estas palabras de Jesús empezando por Mateo 9:35 y fijémonos en lo que Jesús estaba haciendo, en cómo le hacía sentir y en qué acciones y actitudes específicas recomendó ya sea con sus palabras o con su ejemplo. Mateo 9:35. Dice: “Jesús comenzó a recorrer todas las ciudades y aldeas. Iba enseñando en sus sinagogas, predicando las buenas noticias del Reino y curando todo tipo de enfermedades y todo tipo de dolencias”. Este era el tercer viaje de Jesús por Galilea, y estaba enseñando, predicando, curando enfermos… ¿Y cómo se sentía? El 36 dice: “Cuando veía a las multitudes, se conmovía profundamente, porque estaban maltratadas y abandonadas como ovejas sin pastor”. La nota dice que la expresión “conmoverse profundamente” “se refiere a una emoción tan intensa y profunda que se siente físicamente. En griego, es una de las palabras para hablar de la compasión que más fuerza tiene”. Jesús las veía como indican las notas: maltratadas, lastimadas, indefensas, agotadas, desanimadas y descuidadas. Estas personas necesitaban el Reino. Por eso Jesús dijo en el versículo 37: “La cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos”. Jesús habló de una cosecha, un periodo en el que mucha gente tenía que hacer mucho trabajo en poco tiempo. Entonces, ¿cuál fue el consejo que dio Jesús? Orar con intensidad. Versículo 38. Él dijo: “Ruéguenle al Dueño de la cosecha que mande trabajadores a su cosecha”. Pero ¿fue eso todo lo que hizo Jesús? Pues no. Leamos lo que hizo en Mateo 10:1. Allí dice: “Entonces reunió a sus 12 discípulos y les dio autoridad sobre los espíritus malignos para expulsarlos y también para curar todo tipo de enfermedades y todo tipo de dolencias”. Esa era justo la misma obra que estaba haciendo Jesús en Mateo 9:35. Así que Jesús estaba delegando autoridad y dándoles a sus apóstoles permiso y poder para que ellos también hicieran milagros. Además, se encargó de organizarlos. En los versículos 2 a 4 encontramos sus nombres. Pero esta no es solo una lista de nombres como la que encontramos en Lucas 6:13-16. Esta última describe lo que ocurrió meses antes del segundo viaje de Jesús por Galilea, mientras que la de Mateo se centra en lo que ocurrió en el tercer viaje de Jesús por esa región. Y además en la lista de Lucas hay 12 nombres separados por 11 comas, pero en la lista de Mateo encontramos estos nombres separados no por comas, sino por la palabra <i>y</i> 6 veces. Así que esta lista en realidad es una lista de 6 parejas. Entonces, en estos versículos, se les da un compañero. En los versículos 5 y 6 se les asigna un territorio. En el versículo 7 se les dice que tienen que predicar sobre el Reino. En el 11 y 12 les dice que busquen en todas las ciudades, casa por casa, hasta encontrar a los que merezcan el mensaje. Y, por cierto, ¿contestó Jehová, el Dueño de la cosecha, sus ruegos para pedir más trabajadores para la cosecha? Un año después, Jesús envió a 70 discípulos más, así que ya eran 82. ¿Significa eso que ahora que tenían más ayuda se lo podrían tomar todo con más calma? Bueno, veamos lo que dijo Jesús en Lucas 10:2: “Realmente la cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos. Así que ruéguenle al Dueño de la cosecha que mande trabajadores a su cosecha”. Exactamente las mismas palabras que en Mateo 9:37, 38. Jesús consideró que la necesidad era exactamente la misma. Y ¿cómo sabemos que todo esto también tiene que ver con nosotros? Bueno, notemos lo que dijo Jesús cuando dio estas instrucciones en Mateo 10:23: “Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra; porque les aseguro que de ninguna manera van a terminar de recorrer todas las ciudades de Israel antes de que llegue el Hijo del Hombre”. Sí, estas palabras no eran solo para los que vivían en el siglo primero, sino también para los que estuvieran vivos cuando llegara el Hijo del Hombre. Esto quiere decir que, mientras no llegue Armagedón, tendremos mucho territorio que cubrir. No olvidemos que Jesús también dijo en Mateo 13:38, 39 que “el campo es el mundo” y “la cosecha es la conclusión de un sistema”. Y es que, aunque es cierto que ahora hay más trabajadores que nunca, también es verdad que las circunstancias cambian continuamente. Cuando empezó la temporada de la cosecha en 1914, la población mundial era de aproximadamente 1.600 millones de personas. Pero en la actualidad hay miles de millones de personas más a las que hay que predicar. Como Jesús mandó, pedimos más trabajadores. También estamos bien organizados: tenemos un compañero, un territorio, un mensaje y buscamos a quienes quieran escucharlo. En años recientes, el Comité de Servicio del Cuerpo Gobernante ha organizado campañas especiales de predicación en lugares aislados o densamente poblados. Y los resultados hablan por sí solos: la cosecha sigue siendo mucha y los trabajadores siguen siendo pocos. Por ejemplo, recientemente se hizo una campaña de cuatro meses para predicar al pueblo aimara en el Altiplano peruano, en los Andes. Un anciano contó que en lo alto de las montañas se encontró con un grupo que se reunía dos veces por semana para estudiar <i>Mi libro de historias bíblicas</i> y <i>El hombre más grande </i> <i>de todos los tiempos.</i> Les sorprendió saber que estos libros eran de los testigos de Jehová, y los que dirigían las reuniones acordaron estudiar con los hermanos la Biblia durante esta campaña. Muchos asistieron a las clases y les encantó conocer nuestro sitio web. En la actualidad, algunos miembros de este grupo siguen estudiando la Biblia con los testigos de Jehová. Y, a pesar de las circunstancias actuales, hemos podido llegar a muchísimas personas a través de videoconferencia, radio o televisión. En algunos lugares de África donde no hay buena conexión a internet, los hermanos han usado la radio y la televisión para retransmitir la Conmemoración y las reuniones semanales. Un hombre de Malaui que no era Testigo dijo sobre una de nuestras reuniones lo siguiente: “Esta pandemia me ha dado la oportunidad de escuchar las mejores explicaciones de la Palabra de Dios que había escuchado en toda mi vida. No tenía ni idea de que los Testigos fueran tan buenos maestros. No quiero perderme sus reuniones. Ni una”. Y la sucursal recibió muchos comentarios más como este, y esto nos alegra mucho. Todavía es posible encontrar lugares en la Tierra donde hay personas que tienen mucho interés en la Biblia, lugares con muchísimo territorio sin asignar o a los que es difícil llegar o en los que por otros motivos la predicación está bastante limitada. Si nos persiguen en una ciudad, huimos a otra porque estamos en el tiempo de la cosecha. El grano está listo. No queda mucho tiempo. Se necesitan trabajadores. Pero pensemos en esto. En una cosecha literal se puede calcular el trabajo que queda por hacer mirando el grano que falta por recoger. Pero esta cosecha es muy diferente. No podemos saber cuánto trabajo queda por hacer. Solo sabemos que estaremos trabajando duro hasta que llegue el fin. Pero, como Jesús nos promete en Mateo 10:22, “el que aguante hasta el fin será salvado”.

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