Viggo

Viggo


Página 43 de 48

El día de la pelea llegó, aunque Kaysa y Ariana estaban convencidas de que ésta tendría lugar la semana próxima; les habían mentido para poder alejarlas de la ciudad. Las enviaron a la casa de Malibú que el equipo poseía en la playa, con el fin de que Kaysa se distrajera.

Para llevar adelante el plan de desbaratar la organización de Alexandr Pávlov necesitaron un aliado; quizá era el menos pensado de todos, pero había accedido a colaborar.

Bohdan Zelenko, Phantom, como era conocido en el underground, fue otra de las piezas principales.

En lugar de huir, tuvo que regresar al gulag; ésa era la clave para que Pávlov no sospechara de nada. Sólo adujo que había necesitado tomarse unos días de descanso y que por eso se había fugado, pero que no era su intención traicionarlo. Como el pakhan estaba tan ciego de poder, se lo acabó creyendo todo, convencido de que Zelenko sólo se había ido de putas hasta el día de la pelea. Sólo Dios sabía lo mucho que le había costado fingir y no matar a todos esos hijos de perra que habían arruinado su vida y la de Ekaterina; si antes no lo había hecho, sólo había sido porque creía que ella todavía se encontraba cautiva.

Viggo y Phantom se subieron al ring y simularon ser los más feroces contrincantes. Se golpearon como si estuvieran haciéndolo de verdad y Viggo resultó el vencedor.

Lo cierto es que en eso no había ningún trato; el triunfo, aunque agónico, fue realmente suyo; las apuestas estaban hechas y no había manera de dar marcha atrás.

—Eres un inútil, escoria ucraniana, no sirves para nada. Serás toda la vida un esclavo. Y me cobraré esta derrota con tu hermana —le gritó Pávlov a Bohdan en el vestuario, y quiso golpearlo.

El muy cobarde se sentía amparado por el hecho de estar rodeado de matones que lo defenderían, pero el chico no estaba dispuesto a que ninguno de ellos volviera a ponerle un dedo encima. Durante todo el tiempo que lo tuvieron cautivo, hicieron de él una máquina de destrucción y eso era lo que obtendrían por su parte. Mijaíl sacó su arma cuando Bohdan noqueó a su jefe de un solo trompazo y lo apuntó a la sien, pero su extrema rapidez le permitió desarmarlo; le hizo una llave en el brazo y se lo rompió como quien parte un mondadientes, y luego comenzó a patearlo. Su entrenador, el hermano de Mijaíl, se quedó en un rincón —sabía muy bien que Phantom era imparable y no pensaba arriesgarse a nada—, pero los otros guardianes pensaron que podían intervenir; sin embargo, también obtuvieron su merecido. Bohdan parecía desquiciado, estaba fuera de sí, y les estaba dando a esos hijos de puta el merecido que le había prometido a Viggo que les daría... Cada puñetazo, y cada patada, no sólo eran por él, también lo hacía por su hermana, y por sus padres. Los había noqueado a todos y en ese momento estaba sobre Pávlov, estrangulándolo, pero de pronto las puertas del camerino se abrieron e irrumpieron agentes uniformados fuertemente armados.

—No vale la pena —le dijo uno de ellos—. No te conviertas en lo que ellos quisieron hacer de ti; podemos devolverte tu vida.

Trastabillando, se apartó de Pávlov en el instante en el que las palabras hicieron mella en su conciencia. Aunque sabía que nadie podría devolverle la vida que esos desgraciados le habían robado, tuvo claro que una parte era cierta: estaba cansado de ser un asesino, alguien para quien el valor de una vida no era nada.

Mientras tanto, y en coordinación con lo que estaba ocurriendo allí, un operativo dirigido por el FBI y la DEA se estaba desarrollando para desbaratar todas las actividades que dirigía la bratva en California; se habían hecho muchas detenciones.

Cuando Alexandr Pávlov recobró la conciencia , fue detenido junto a Mijaíl Voroviov y el resto de sus secuaces.

Viggo no pudo contenerse y se acercó al ver salir por el pasillo a ese maldito violador. Lo miró a los ojos y el llanto de Kaysa retumbó en sus oídos; así mismo, la única visión que tuvo fue el terror del que a su mujer aún le costaba deshacerse.

—Fuera de mi underground, basura.

Cogiéndolos a todos desprevenidos con su forma de actuar, y antes de que los agentes lograran contenerlo, se echó sobre Pávlov y lo golpeó en el estómago; su puñetazo fue brutal... quería hacerle daño, romperlo, así que, cuando éste se inclinó sin aire, le dio un rápido y potente rodillazo en la cara, que hizo que su sangre salpicara por todas partes. En ese momento, Zane logró refrenarlo; lo cogió por detrás y, aunque forcejeó bastante con él, se lo llevó lo más pronto que pudo.

—¿Te has vuelto loco? ¿En que habíamos quedado? —le recriminó cuando entraron en la sala. Lo empujó contra la pared, empleando todas sus fuerzas.

—No he podido contenerme. Han debido dejar que continuara golpeándolo; han debido dejar que lo desfigurara... para que, cuando se mirase al espejo, se acordara siempre de mí.

—Estaba todo magullado. Bohdan había hecho ya lo que te prometió que haría, no era preciso que te expusieras.

—Necesitaba ser yo quien consiguiera un poco de desagravio por parte de Kaysa, necesitaba ser yo... —repitió, abriendo y cerrando los puños.

***

El testimonio principal, a la hora de aportar pruebas contra Alexandr Pávlov, fue el de Tatiana Vólkova, que figuraba en la nómina de testigos protegidos del FBI; el Departamento de Justicia de los Estados Unidos ya se había encargado de borrar su identidad y estaba a punto de colocarla en una ciudad donde tendría un nuevo nombre y una vida nueva.

Aunque Tatiana creyó estar enamorada de su cuñado, cuando el agente del FBI se puso en contacto con ella para que el fin de una dinastía bratva en Norteamérica fuera posible, acabó comprendiendo que lo de ellos nunca podría ser, que su deber era terminar con toda la podredumbre que significaba esa organización. Tatiana estaba realmente cansada de consentir los delitos que ellos cometían. Callándose, viviendo entre ellos, era tan culpable como todos los demás.

Por otra parte, el hermano de Alexandr no era diferente a él... ¡Si hasta la había ayudado a matar a esa pobre chica, que era una víctima, igual que ella! Por suerte, había tenido la lucidez mental suficiente como para entender que su cuñado sólo le había hecho ensuciar sus manos de sangre inocente para utilizarla en su propio beneficio, pues, si bien fue ella quien empuñó el arma, él la incitó a que lo hiciera, porque lo que deseaba era que lo ayudara con la traición que fraguaba en contra de su hermano, y así tenía algo con lo que presionarla, por no decir chantajearla y obligarla a conspirar con él.

En ese momento, Tatiana sólo esperaba poder redimirse de alguna manera, porque, viéndolo todo con más claridad, esa muerte le pesaba, y mucho, en la conciencia.

***

—¿Cómo te sientes? ¿Estás más tranquilo? —le preguntó Zane a Viggo, cuando se alejaron del underground.

—Impotente. Hubiese querido terminar yo mismo con Pávlov.

—Se va a hacer justicia de todos modos.

—Pero yo no he tenido la revancha que quería, Zane, y lo sabes.

—Es mejor así. Hemos colaborado con el FBI y no nos hemos puesto en evidencia. Van a encerrarlos el resto de su vida. Todos creen que Kaysa está muerta, y ésa es tu carta blanca y la de ella para ser felices. Ahora sólo tienes que seguir adelante y no permitir que el rencor, la ira y la sed de venganza te detengan. Esos sentimientos se apoderaron de ti una vez y te obligaron a estancarte, así que no permitas que nadie te quite lo que has construido junto a Kaysa, ni te quite tu futuro.

—Me he controlado sólo por ella, para darle una nueva vida.

—Has hecho una buena elección, y tú también mereces una nueva vida. Con el tiempo te darás cuenta de que no has sido un cobarde, pues no merecía la pena recibir un balazo en la frente sólo para quitarte las ganas y hacer justicia con tus propias manos.

***

Tras la pelea —y transcurridos varios días, en los que todo quedó arreglado —, Zane y Viggo se fueron a Malibú para reunirse con sus mujeres. Cuando llegaron, Kaysa no entendía quién era el niño de no más de dos años y medio que él llevaba en brazos.

—Te presento a Misha. Él es... tu hijo, cariño, el que te quitaron y no sabías dónde estaba.

Kaysa lo miró desconcertada. Al principio le costó creerlo, pero luego Viggo empezó a explicarle lo sucedido y todo comenzó a cobrar sentido.

—Si te parece bien, desde hoy lo llamaremos Daniel Carter Júnior. El FBI cree que darle una nueva identidad al pequeño lo protegerá. Aunque, si no quieres que lleve mi apellido, puede llevar sólo el tuyo. Aquí tienes tus nuevos documentos: puedes elegir entre llamarte Ellie Brown o bien Ellie Carter, como prefieras —le informó mientras le tendía dos carnets de identidad.

Los tres se abrazaron. El niño era muy dócil; en realidad se llevaba bien con cualquiera que le mostrara un poco de cariño. Kaysa no quería alejarse de su hijo; desde que había llegado, lo había tenido en sus brazos y no dejaba de mirarlo y besarlo, pero permitió que Zane y Ariana se lo llevaran dentro para que ellos pudieran conversar, y Daniel le contó con todo lujo de detalles lo sucedido; se quedaron sentados en la playa, cogidos de la mano y mirando el mar, asimilándolo todo.

—No saldrá nunca más de la cárcel —afirmó él, con la idea de darle un poco de tranquilidad—; es tanta la cantidad de crímenes por los que será juzgado que no tiene posibilidad de sobrevivir a tantas condenas, al igual que Mijaíl.

—No puedo creerlo, no puedo creer que sea libre. ¿Qué ha pasado con el underground?

—Tiene que dejar de ser clandestino para que pueda seguir funcionando.

Veremos cómo lo logramos, pero, al menos, como hemos colaborado en las detenciones, nadie irá preso.

—¿Y Bohdan? ¿Qué ha sido de él?

—Vamos dentro y te lo contaré.

A ella le extrañó la petición, pero se puso en pie y lo siguió.

Cuando entraron, Kaysa casi se muere de la emoción cuando vio sentada en el sofá de la sala a Nataliya y a su hermano; los tres, víctimas del tráfico de personas, estaban disfrutando una nueva oportunidad. Sería un largo proceso, porque los traumas que ellos les dejaron no serían fáciles de dejar atrás, pero lo más importante era que empezarían a comprender que eran héroes que habían sobrevivido al calvario que les habían impuesto.

Bohdan debía cambiar su identidad y entrar en la nómina de testigos protegidos, no tenía otra opción. Si hubiese optado por quedarse con Kaysa, sin duda la hubiera puesto en peligro... a ella y a su sobrino.

Allí donde se lo llevaban contaría con ayuda, tanto laboral como psiquiátrica, para recuperarse psicológicamente y poder seguir adelante.

El caso de Nataliya era distinto: sería devuelta a su ciudad para reencontrarse con su familia.

—Nata, ¿estás segura de que quieres regresar?

—Amiga, me encantaría quedarme aquí, pero necesito recuperar a mi familia... y mi vida.

—Lo entiendo. Te extrañaré, pero me siento feliz porque, al menos, ahora sé que estarás bien... y con los tuyos.

—Yo también te echaré de menos. He pasado tanto miedo por la suerte que hubieses podido correr... No sabía lo que esos malnacidos te habían hecho, hasta que anoche me pusieron en contacto con Viggo y, cuando él me contó todo lo sucedido, a pesar de todas las penalidades que has soportado, me alegré por ti, por este inesperado final.

***

Bohdan y Ekaterina salieron a caminar por la playa; necesitaban pasar un rato a solas para hablar.

—Me duele demasiado no tener recuerdos de ti.

—Shh... Los recuperarás, no debes afligirte.

—Pero tú ya no estarás aquí, porque a pesar de todo nos tenemos que separar.

—Buscaremos la manera de vernos; sólo hay que esperar a que las aguas se calmen. Katia, los desgraciados que nos secuestraron son muy peligrosos; querrán tomar represalias. Debemos separarnos por Misha; ellos te creen muerta y así debe seguir siendo.

Se abrazaron...

—He sobrevivido, he cumplido la promesa que te hice.

—Lo sé, y yo también he cumplido la mía.

—No es justo nada de lo que nos ha pasado, y tampoco es justo que ahora debamos alejarnos..., me resisto a hacerlo.

—Shh... no llores. —Se paró frente a ella y le secó las lágrimas—. Tú sólo debes ser feliz; tienes a tu lado a un hombre que te protegerá de todo y de todos.

Debes hacerlo por la memoria de papá y de mamá; nuestros padres se adoraban y nos adoraban a nosotros.

—Contigo a mi lado, mis recuerdos regresarían más rápido.

—Debemos ser cautos, Katia..., al menos hasta que todas las células de la organización sean desmembradas. Entiendo lo que me dices, y sabes que yo también desearía que fuera posible que siguiéramos juntos, pero eso es lo que nos ha tocado vivir, y no podemos bajar los brazos ahora. Tú y yo somos dos supervivientes, y tenemos que tirar adelante para que ellos no consigan quedarse con nuestras vidas.

Finalmente los tres se despidieron, ya que a Bohdan y a Nataliya los esperaban en el aeropuerto, donde un avión del FBI los iba a llevar a las ciudades en las cuales habían decidido rehacer sus vidas. Allí se encontrarían con un trabajo, apoyo y atención psiquiátrica para superar todos sus traumas.

Por la noche, Daniel Júnior, que era poco más que un santo, después de corretear tanto por la casa, quedó exhausto tras el baño y la cena, así que en ese momento dormía en una de las habitaciones vacías del enorme chalet de la playa.

Ambos se quedaron observando cómo dormía.

—¿No te importa que sea su hijo?

—Kaysa...

—Ellie —lo corrigió de inmediato—; tenemos que acostumbrarnos a mi nuevo nombre.

—Tienes razón. Ellie —volvió a nombrarla—, el niño no tiene la culpa de nada; por suerte todavía es muy pequeño y podrá crecer sin esa parte de la historia de su vida. Tú eres su madre y eso es lo único que me importa. Además —cerró la puerta mientras la invitaba a caminar junto a él—, si tú me aceptas a tu lado, planeo que tengamos muchos hijos más. Por cierto, todavía no me has dicho el documento de identidad que has escogido.

—¿Aún tienes dudas sobre cuál es? Si tú nos aceptas en tu vida, cosa que creo que será así, queremos llevar tu apellido. —Se besaron—. Un momento, eso no significa que te vas a salvar de una boda... Aunque ya figuremos para todos como marido y mujer, quiero mi ceremonia nupcial y mi vestido de novia.

Él se carcajeó, la abrazó y la hizo girar en el aire.

—Shhh..., vamos a despertarlos a todos.

La cargó en sus brazos y la llevó hacia la playa.

La dejó donde había unas mantas esparcidas sobre la arena. La noche ya había caído por completo en Malibú. Comieron algo de fruta y él bebió cerveza y ella, agua. Luego él le pidió que cortara una piña para que pudieran comérsela.

Cuando Ellie lo hizo, se encontró con una caja de joyería dentro. Lo miró a los ojos y Viggo le dedicó un guiño.

La chica cogió la cajita y la abrió. Un anillo con un pedrusco enorme brilló bajo la luz de la luna.

—¿Quieres ser mi esposa? —le preguntó.

Ella se lanzó a sus brazos.

—Sí, acepto, acepto... —aseveró entre beso y beso.

Luego Viggo los cubrió con una manta y allí, bajo las estrellas, hicieron el amor. Cuando se corrieron, él permaneció dentro de ella y enterró su rostro en su cuello, para luego buscar su oído para hablarle.

—Ellie Carter, no entraba en mis planes evitar la boda, tú siempre me subestimas. Sólo espero que no te retrases mucho con los preparativos, porque quiero concretar nuestra unión lo antes posible. —Dicho esto, levantó la cabeza y la miró a los ojos, impregnándose de su cristalina mirada.

Se sonrieron, y la felicidad de sus rostros fue imposible de ocultar.

—Para la ley, ya soy tu esposa.

—Pero yo deseo que también lo seas ante Dios.

Ir a la siguiente página

Report Page