Una pandemia de cine

Una pandemia de cine



A los amantes del cine la COVID 19 nos ha hecho una gran jugarreta. Sí, ya sé que me diréis que nos la ha hecho a todos, que no frivolice, que hay gente muriendo… Bueno, por desgracia, siempre hay gente muriendo, y no quiero comenzar una guerra sobre quién lo ha pasado o lo está pasando peor con la pandemia. Soy consciente de que muchas personas que antes de esto ya estaban muy mal en estos momentos están aún peor.

Sin embargo, yo quería hablar de mi pequeña afición por la gran pantalla, esa que me hacía estar pendiente semana tras semana de los estrenos de cine. Yo era de esas personas que cada semana encontraba un motivo para asistir a una sala de cine, ya fuese por un gran estreno, para ver una película que prometía ser muy buena o porque ‘es que apunta a ser tan mala que hay que verla en pantalla grande’. Con deciros que mis redes sociales más utilizadas eran los amigos y almas gemelas de Filmaffinity…

Por supuesto durante el confinamiento aproveché para revisionar todas las películas que me gustan, que no son pocas. Pero qué queréis que os diga, ver algunas películas en un televisor, por grande y caro que sea, pues no es lo mismo. De hecho hay algunas películas que me he negado rotundamente a volver a ver en casa, a pesar de que en su momento las gocé en el cine. Una ya tiene sus años y la tecnología digital ha hecho maravillas, pero hay algunas cosas que son insustituibles.


Así que han pasado los meses, sin estrenos y con las salas cerradas. Esto me ha dado tiempo a reflexionar sobre el momento en que comenzó en mi el amor por el cine. La verdad es que no podría definir un momento exacto, pero sí varios puntos de inflexión que me han quedado para siempre en la memoria. Uno es el recuerdo de ir a ver con mi madre ‘Mary Poppins’ en una sesión doble en en cine del pueblo y salir cantando y bailando del cine. También recuerdo nítidamente la primera vez que asistí a un cine grande, de ciudad, con mi madre, una amiga y su madre. Vimos ‘1, 2, 3 Splash’, desde entonces jugar a sirenas fue algo imprescindible durante todos los veranos antes de la odiosa adolescencia. Por último, recuerdo un ciclo de cine que hicieron con películas infantiles, una película cada día de la semana, a la ue mis padre me dejaron ir en compañía de una amiga, sin supervisión adulta, y con la única condición de volver directas a casa en cuanto terminara la película. Eso nos hizo sentir muy mayores.

Todos estos recuerdos me hicieron pensar en qué referentes cinéfilos atesorarán los niños de hoy en día, que tienen a su disposición contenido audiovisual a mansalva. El estilo de vida actual crea pocos referentes, ya que muchas veces se piensa en el consumo rápido, y por tanto, olvidable. O al menos sería lo normal, ninguna mente sana debería almacenar tanta información ¿Os imagináis a un adulto, dentro de 20 años, recitando todo el catálogo de Netflix, HBO y Amazon Prime? De locos. Y a eso hay que sumarle todo lo que saben sobre famosos de televisión

Pero volviendo al cine, hay algo positivo que el coronavirus nos ha traído a los cinéfilos: la posibilidad de volver a ver Cinema Paradiso en la gran pantalla. En mi caso, la posibilidad de verla por primera vez. Era muy pequeña cuando la estrenaron y nadie me llevó a verla, así que la emoción que sentí a ver mi película favorita por primera vez en una sala de cine semidesierta fue absolutamente indescriptible, un premio a todos los meses de confinamiento. Por ese motivo quiero pensar que siempre habrá una manera de reencontrarnos con aquello y aquellos que amamos, por duras que sean las pruebas a las que nos veamos sometidos.

Report Page