Un informe demuestra que la resistencia y el censo universal hicieron fracasar el plan del Estado español en el 1-O

Un informe demuestra que la resistencia y el censo universal hicieron fracasar el plan del Estado español en el 1-O

REDCOM

Las fuerzas de seguridad española tenía tres instrucciones concretas para frenarlo, pero terminaron actuando aleatoriamente

¿Por qué los agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional española actuaron en determinados colegios electorales y no en otros durante el 1-O? ¿Se han dirigido principalmente a municipios más o menos independentistas, con determinado color político o de un tamaño específico? La respuesta es que no, sino que el mapa de la presencia de las fuerzas de seguridad del Reino ha sido aleatoria, pero no por falta de estrategia, sino porque el plan saltó por los aires debido a la resistencia civil para proteger las urnas y la sorpresa del censo universal

Lo confirma un informe inédito de los politólogos Toni Rodon (UPF) y Marc Guinjoan (UB) que será publicado en breve en la revista Political Science Research and Method -de la Cambridge University Press- y al que ha tenido acceso Nació Digital y lo ha compartido con Redcom para su difusión en América Latina. Efectivamente, los académicos concluyen, a partir del análisis de diferentes variables relativas a los colegios que recibieron visita policial -con violencia o sin ella, así como de entrevistas con agentes de los cuerpos implicados, que al final la actuación ha sido, en definitiva, un sálvese quien pueda por parte de los cuerpos del Estado, que invadieron la Nación catalana y la transformaron en zona militarizada.

El Ministerio del Interior había fletado tres cruceros con más de 7.000 camas para alojar a las fuerzas represoras, para el 1-O. El Estado golpista español desplazó a Catalunya más de 10.000 policías. Habitualmente, la Policía Nacional tenía 2.800 agentes destinados en Catalunya y 1.900 de la Guardia Civil, en total, unos 4.700 agentes, pero esta cifra se ha visto ampliamente incrementada como consecuencia del plan perpetrado por el Gobierno del Reino para impedir el referéndum de autodeterminación del 1-O en más de 10.000 agentes, unos 5.300 policías y otros 5.000 guardias civiles.

Según reconocieron los entrevistados y recoge el mencionado informe, la Guardia Civil y la Policía Nacional española tenían "tres instrucciones generales" para actuar durante el día del referéndum. La primera sería obtener una "victoria mediática" a primera hora clausurando puntos de votación de algunos dirigentes independentistas relevantes, como hicieron, por ejemplo, en los colegios donde se debían dirigir Carles Puigdemont, Oriol Junqueras o Carme Forcadell

En segundo lugar, cada escuadrón policial debía cerrar entre 40 y 60 colegios determinados. "Tenían listados y, por la mañana, debían dirigirse a los centros urbanos más grandes y, por la tarde, al resto, para detener el máximo de electores", así ha constatado Rodon. En tercer y último lugar, los cuerpos policiales tenían instrucciones de no ir a localidades donde los partidos unionistas tuvieran un nivel de apoyo relativamente alto, ya que el nivel de participación ya se preveía -de por sí- más bajo.

Sin embargo, los agentes entrevistados reconocieron que los planes "cambiaron radicalmente la misma mañana del referéndum", una vez constatada la dificultad de clausurar colegios y requisar urnas debido a la movilización ciudadana y la activación del censo universal, que también tomó desprevenida a la policía estatal. 

"El objetivo inicial de evitar que un gran número de electores votaran se hizo de repente inviable", subrraya el informe. 

Ante estos hechos, el mando central dio "permiso a cada escuadrón para escoger si seguir el plan inicial o buscar una estrategia alternativa". Por ello, algunos grupos decidieron quedarse en las zonas urbanas ya asignadas, mientras que otros se dirigieron a los municipios y áreas rurales, donde creían que se encontrarían menos resistencia. La "frustración" de no poder cumplir con el cierre de los 40-60 colegios encomendados provocó que algunos incluso se dirigieran a pueblos pequeños que ni aparecían en el plan inicial.

El hecho de que muchos de los agentes fueran enviados desde distintos puntos del Estado español y desconocieran la realidad municipal catalana complicó aún más la decisión.

"Obviamente, la policía no diseñó un plan de intervenciones aleatorias. De hecho, tenía un plan de acción con instrucciones específicas sobre dónde debía intervenir cada escuadrón", revela el estudio, sin embargo, por los motivos señalados, esta estrategia fracasó y cada grupo fue por libre. 

Más allá de las declaraciones de los agentes entrevistados, sin embargo, Rodon y Guinjoan constatan que efectivamente la actuación fue finalmente casi aleatoria haciendo un estudio de las características de los municipios que recibieron la visita policial. Ninguna variable común o que señale un patrón concreto, ni en cuanto a tamaño o densidad, participación en elecciones anteriores o apoyo al independentismo, perfil de la ciudadanía ... Los cuerpos policiales fueron donde pudieron.

Gráfico del estudio que constata que las intervenciones policiales no siguieron ninguna lógica.

Lo que no resuelve el estudio -ni los juicios en curso o finalizados por las actuaciones policiales de aquel día- son los motivos por los que las actuaciones policiales se han detenido al mediodía. Las tesis apuntadas hasta ahora señalan que el mismo gobierno español habría constatado que eran inútiles o que se lo habrían hecho ver desde instituciones o cancillerías europeas. En todo caso, aún es un interrogante a resolver de aquel 1-O. 

Ahora bien, ¿por qué interesaba a Rodon y Guinjoan descubrir si las actuaciones seguían un patrón o fueron aleatorias? Este no era el objetivo central del estudio, sino que lo que estaban analizando era qué impacto tuvo la violencia policial en la participación en el referéndum. Y si esta fue en puntos aleatorios -como es el caso-, la comparación entre lo que ocurrió allí en cuanto a acceso a las urnas y lo que pasó en el resto del país, era más homologable.

Mapa con las intervenciones policiales incluido en el estudio de Toni Rodon y Marc Guinjoan.

Las conclusiones del informe son también significativas, y señalan que, a pesar de que los cuerpos policiales estatales lograron reducir el número de votos en los municipios donde intervinieron (unos 15 puntos porcentuales, en promedio), la participación creció en los del entorno. El efecto más elevado fue en municipios a unos 10 kilómetros de distancia de los puntos afectados, donde la participación fue un 6,2% superior a la media. 

Este incremento se explica, en un 75%, para que ciudadanos que querían votar y no lo pudieron hacer por la actuación policial se dirigieron a municipios cercanos para conseguirlo. El 25% restante, sin embargo, son personas no claramente independentistas y con una adscripción nacional dual que, viendo la violencia policial -con información vía redes de contactos cercanos-, se activaron el mismo 1-O. Una tesis que el estudio constata en base a encuestas posteriores. Rodon, sin embargo, apunta a que las imágenes de la represión "no generaron un gran aumento de participación de los contrarios a la independencia". 

Fuente: Naciò Digital

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