Todo lo que debe saber sobre el Antiguo Egipto

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I. LOS ALBORES DE LA CIVILIZACIÓN » Horus Den

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HORUS DEN

El cuarto rey de esta I Dinastía, Horus Den, es uno de los mejor conocidos. Sabemos que era hijo de Djet y Merit-Neith. Las Dos Tierras son aún precarias, un lugar donde los sacrificios humanos aún están a la orden del día. Pero, en su conjunto, la base del próspero Egipto ha sido ya plantada. Una de las contradicciones de este rey es la duración de su reinado. Manetón de Sebenitos le otorga un reinado de veinte años; pero sin embargo existen pruebas que atestiguan una fiesta Heb-Sed[10]. Era uno de los eventos más importantes en la vida de cada monarca. Dicha fiesta parece tener relación con el tiempo de duración de la vida y del reinado, agotar el tiempo que marca una generación de treinta años. Una vez terminado este período de tiempo, era indispensable realizar una regeneración. Así pues, la primera Heb Sed, salvo excepciones, se realizaba en el trigésimo año de reinado.

Uno de estos momentos culminantes era la coronación. Una vez el soberano se había revitalizado, tenía lugar una carrera ritual como prueba de su fortaleza y rejuvenecimiento.

Dado que dicho rito se celebraba cada treinta años, la egiptología le concede a Den un reinado de cincuenta años. Parece ser que es el primero en añadir el nombre de Nesu-Bit, lo que significa ‘Rey del Alto y del Bajo Egipto’, que era Jasti. Es casi seguro que su reinado fue bastante agitado y próspero. Durante estos años hallamos lo que se podría interpretar como el deletreo de lo que llegaría a convertirse en los Textos de las Pirámides, una serie de fórmulas mágicas que garantizaban la supervivencia del difunto en el Más Allá, y cuyo origen se atribuye al más remoto predinástico. Sin embargo, el uso de estas fórmulas estaba destinada a la persona del rey; para que el pueblo llano acceda a ellas todavía deberán pasar muchos años. Sabemos que el legado de Horus Den perduró en la memoria de los egipcios a lo largo de las dinastías, ya que durante el Imperio Nuevo se transcribían fórmulas de medicina que se habían escrito bajo su reinado. Este hecho pone de manifiesto que, a todas luces, los médicos de esta época ejercían con una sabiduría que venía arraigada desde la noche de los tiempos.

Den tiene una importante misión que llevar a cabo si quiere que la idea de un Egipto unificado continúe tras su reinado. La casta de altos cortesanos ha tenido muchos privilegios con el reinado de su antecesor. Es posible que incluso en el norte existiese una coalición en su contra. Así que Horus Den pone bajo su mando un ejército para disuadir cualquier intento de sedición. No sería la primera vez que esto sucediese y, como veremos, no sólo la casta de los nobles dará más de un quebradero de cabeza a los reyes. Pero sin embargo, Den parece comprender que su función no es la de un tirano y que el buen funcionamiento del estado no se alcanzará mediante la fuerza. Por ello incluso llega a calmar los intentos de traición mediante la diplomacia interna. Concede un título importante y, con ello, consigue un importante aliado. En el Bajo Egipto nombra a un hombre, Hemaka, ‘Canciller del rey del Bajo País’. Hemaka se convierte en un amigo, y como amigo fue recompensado con la construcción de una morada para la eternidad en Saqqara. Gracias a él conocemos de primera mano el mobiliario fúnebre de estos personajes de la I Dinastía y algunos objetos que podrían catalogarse como sorprendentes, que analizaremos al final de este capítulo. Además, es precisamente aquí donde hallamos la evidencia de esa Heb-Sed de Den.

Pero el Señor de las Dos Tierras pronto tiene que poner un ejército en alerta. Gracias a una placa de marfil hallada en Abydos, vemos al rey representado en la postura clásica faraónica, portando la doble corona y con la maza erguida sobre su cabeza, dispuesto a destrozar el cráneo de un cacique extranjero. Nuevamente tenemos la escena que muchos años atrás había plasmado el Rey Escorpión. Estas incursiones se extendieron hasta la zona de Palestina durante su primer año de reinado. Los reinos asiáticos proporcionaron a Horus Den una cohorte de damas, las cuales fueron llevadas a Egipto. Ninguna de ellas llegó a convertirse en reina y desconocemos a ciencia cierta si ocuparon cargos importantes en la corte, pero estas alianzas mediante el matrimonio proporcionaban seguridad y estabilidad. La zona del Sinaí también fue vigilada por Den, que llegó a realizar alguna expedición para proteger las caravanas de las minas de turquesa que eran asaltadas por tribus beduinas. Egipto evoluciona a pasos de gigante. Formados esos protectorados, no existe peligro alguno de invasión, y Den ha conseguido que las disputas internas se alejen de su reinado.

Placa de marfil de Horus Den. Museo Británico.

Su morada para la eternidad se halla en Abydos y lleva el nombre de Mastaba T, pero también se hizo construir otra en Saqqara. Den dejó gran número de etiquetas y jarrones con su nombre inscrito. También inscripciones y sellos que relatan los acontecimientos de su reinado. Su morada para la eternidad de Abydos se nos presenta como impresionante, ya que es la primera en la que sabemos que se usó gran cantidad de piedra de granito rojo y negro de Aswan para pavimentar la cámara funeraria.

Contiene un elemento innovador que hasta ese momento no se había empleado, una escalera para descender al interior del monumento funerario, y en su día la techumbre era de madera. Tenía una gran puerta, también de madera, con un sistema de barreras para los ladrones. Contuvo lo que podríamos denominar un prototipo de serdab en el que se albergarían estatuas del propio Den. Su contenido probablemente fue desde objetos de marfil y ébano así como muebles de madera, recipientes de piedra, jarras de vino y de aceites. Lamentablemente también este rey contribuye a la herencia de los sacrificios humanos, y así son hallados ciento treinta y seis enterramientos subsidiarios. Un detalle muy curioso es que una de sus esposas fue enterrada en Gizeh, siendo su morada para la eternidad más grande que la de su esposo el rey. Sin duda, esta reina de Egipto, de la que desconocemos su nombre, tuvo que ser un personaje importante e influyente en la figura de Den. También esta esposa real fue acompañada al Más Allá por una cohorte de sirvientes sacrificados para su comodidad.

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