Todo lo que debe saber sobre el Antiguo Egipto

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III. LAS PIRÁMIDES DEL ANTIGUO IMPERIO » La pirámide de Sejemjet

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LA PIRÁMIDE DE SEJEMJET

Sejemjet se hizo construir su pirámide muy cerca de la de su posible padre Djeser, de la cual desconocemos el nombre que llevó en la antigüedad. Posiblemente llegó a alcanzar los setenta metros de altura, y tiene de lado cerca de ciento diecinueve metros. El recinto funerario también sufrió modificaciones, ya que en un primer tramo se pensó en un perímetro exterior de doscientos sesenta y dos por ciento noventa metros. Pero una vez que se habían iniciado las obras en su sector norte el emplazamiento fue ampliado hacia el eje norte-sur. En vez de derruir el muro que se había levantado en este sector, Imhotep decidió utilizarlo a modo de muro de contención y lo rellenó de arena y cascotes de pequeñas dimensiones. Este acto provocó que hoy día se conserven unos relieves magníficos de leones, halcones, un guerrero posiblemente de origen libio y una inscripción con el nombre de nuestro arquitecto.

Tampoco está probado que fuese culminada en su día. Los canteros tuvieron que colocar trozos de bloques hasta arrasar un nivel, partiendo desde el punto más alto, y estos bloques tienen una altura de diez metros. Imhotep construyó esta pirámide en varias etapas. En un comienzo erigió un rectángulo casi a modo de mastaba. Para esto, contó con la roca caliza de las cercanas canteras de Tura. En su orientación sur uno de sus lados era más ancho. La altura de este rectángulo era de diez metros y poseía una única puerta de entrada. Luego decidió darle siete peldaños más, pues Imhotep pretendía que la pirámide fuese más grande que la primera que había construido. Para ello, elaboró una serie de capas de aumento, con los sillares inclinados 15.º hacia el interior, y situó en la pared norte de la pirámide otra entrada. Esta conducía a un pasillo que conectaba directamente con la cámara del sarcófago. Pero Imhotep contaba con la segura presencia de los saqueadores, y por ello colocó un pozo vertical que seccionaba el pasillo. Era un sistema de seguridad que se utilizó en otras moradas para la eternidad de esta misma dinastía. En ese pozo se descubrieron huesos de animales, varios espolones y una serie de papiros que fueron depositados allí durante el reinado de Ahmosis II, en la XXVI Dinastía. Se halló también un habitáculo, un escondrijo en el que se habían ocultado setecientos recipientes de piedra y numerosos objetos de oro. Este tesoro increíble, que escapó a la rapiña de los ladrones a lo largo de los siglos, estaba compuesto por pulseras, corales de fayenza cubiertos con hojas de oro y conchas de ostras y mejillón talladas en oro puro. Es el ajuar funerario de oro más antiguo de Egipto. Del resto del tesoro, sin duda oculto en otro lugar de la pirámide, no sabemos nada, pero, a todas luces, los merodeadores nocturnos que lo hallaron llevaron buena cuenta de él en la antigüedad. Un poco antes de llegar a la cámara del sarcófago nos encontramos con un paso en forma de U que nos desvía de nuestro rumbo hacia el este. Este paso finaliza en una serie de anexos que, según los expertos, sirvieron para albergar objetos rituales. Aquí se hallaron recipientes de arcilla que tenían el nombre y cartuchos de Sejemjet. Si seguimos descendiendo, nos encontraremos con otro pasillo que cruza el primero transversalmente, y este nos conduce hacia la cámara del sarcófago, justo debajo de la propia pirámide. Esta sala está alineada con el eje vertical de la pirámide, y las paredes que miran hacia el norte-sur no fueron terminadas, no se pulieron y todavía se ven las marcas del cincel. En su interior se encontró una pieza magnífica y única en este período, pues los únicos sarcófagos de alabastro que se tallaron de la misma forma corresponden a Hetepheres de la IV Dinastía y a Seti I de la XVIII Dinastía. Es un bloque pulido y tallado de una sola pieza que estaba todavía sellado, cuyas medidas son 2,35 metros de largo por 1,13 de ancho y 1,05 de altura. A Zacaria Goneim, el joven arqueólogo egipcio que estaba excavando la pirámide, casi le da un infarto. Sobre la tapa del sarcófago había los restos de un ramo de flores. El barullo no tardó en llegar, y pronto se formó una especie de comisión nacional para abrirlo y descubrir al mundo la momia intacta del monarca. Se congregaron en el interior de la cámara un gran número de periodistas y varios medios de televisión. Sin embargo, el sarcófago estaba vacío. La decepción fue enorme, y pronto saltaron aquellos que defendían que las pirámides no eran moradas para la eternidad, polémica que perdura en el tiempo. Así pues, las teorías sobre este hecho son dispares. Especialistas de renombre, como Lauer, sugirieron que Sejemjet había muerto durante una expedición militar, y que, por no haberse podido recuperar el cadáver, se había sellado el sarcófago vacío a modo de enterramiento simbólico. Por otro lado, los estudios de varios egiptólogos sugieren que esta pirámide es un cenotafio, y que el auténtico hipogeo está todavía oculto en las arenas del Desierto.

Pero Goneim nunca finalizó los estudios en esta pirámide, ya que fue acusado de tráfico de piezas de arte. Unos meses más tarde dio una serie de conferencias en los Estados Unidos. Llegó a escribir un libro sobre el descubrimiento, un reflejo riquísimo de las notas que había tomado, pero terminó por suicidarse en el Nilo.

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