Teléfonos móviles

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Afirmaba Fernando Broncano en su obra “La melancolía del cyborg”, en 2009, que los humanos nacieron como una especie cyborg, ya que estos se entienden como una criatura orgánica mejorada por la técnica. De este modo el ser humano es un simio superior que con la ayuda de prótesis culturales y técnicas ve ampliadas sus cualidades. Sin entrar en la profundidad del tema del que trata el libro de Broncano, es cierto que la tecnología nos ha permitido hacer cosas que hasta hace poco eran impensables. Incluso echando la vista atrás, al año de publicación de “La melancolía del cyborg”, aún no había tenido lugar el estallido de los smartphones, la verdadera revolución que nos convertiría a todos en auténticos cyborgs.

Y es que, aunque ciertamente el primer Iphone se lanzó en 2007, no fue hasta entrada la década de los 2010 en que los smartphones ganaron popularidad hasta el punto de ser uno de los productos más demandados. A finales de 2017, el número de usuarios únicos de telefonía móvil alcanzó los 5.000 millones. Eso suponía un grado de penetración del 66%, aunque el número de tarjetas SIM usadas por personas (excluyendo las que usan máquinas entre sí) se elevó a 7.800 millones, el 103% de los habitantes del planeta. De este modo se superó por primera vez el número de habitantes en nuestro planeta, 7.600 millones de personas. Y las cifras siguen creciendo. Este pequeño dispositivo, que es como llevar un pequeño ordenador con conexión a internet en el bolsillo, que nos mantiene en permanente conexión no ya sólo con el mundo, sino con toda la información disponible en internet, y que nos permite realizar acciones antes inimaginables, ha sido para muchos el apéndice definitivo que nos ha convertido en cyborgs.

Varios estudios sitúan el promedio de horas que pasamos a la semana en línea a través de nuestros teléfonos inteligentes en 24h. Dado lo inseparables que somos de nuestros dispositivos digitales, el término cyborg parece el más correcto para definirnos. Somos seres con partes biológicas y mecánicas, pero también vemos mejoradas nuestras capacidades para vivir en el mundo moderno gracias a estos apéndices tecnológicos. Nuestros teléfonos inteligentes son una extensión tecnológica de nuestros cuerpos, e Internet una extensión de nuestras mentes. Todo esto debe hacernos recapacitar sobre la importancia que le damos a nuestros teléfonos, a nuestra relación con ellos, y darnos cuenta de que tal vez no sea tan superficial como creíamos, prestar atención no sólo a la elección del modelo que mejor se adapte a nuestras necesidades y al uso que le vayamos a dar, sinó también escoger bien las aplicaciones que vayamos a instalar. Al fin y al cabo todo ello va a tener implicaciones mucho más trascendentes de lo que pudiera parecer en un principio.


La sensación de pánico que invade a una persona cuando su smartphone está a punto de ‘morir’, o sea, cuando la batería se está agotando, y la sensación de pérdida, de que nos ‘falta algo’ que notamos cuando nos separan de nuestros teléfonos inteligentes revelan nuestra naturaleza cyborg. De este modo, las necesidades de nuestros teléfonos inteligentes también se convierten en nuestras necesidades y algo tan simple como cargar nuestro smartphone va más allá de ser un simple hábito, se convierte en algo casi tan necesario como comer o dormir. Del mismo modo, muchos de nosotros recurrimos a Internet cuando tenemos una pregunta, la que sea, sobre el mundo. Internet se ha convertido de este modo en nuestro segundo cerebro. Ciertamente esto no es ninguna novedad, antiguamente podíamos recurrir a consultar una enciclopedia o un libro. Sin embargo no era tan rápido, ni mucho menos tan ‘democrático’ ya que no todo el mundo disponía de todos los libros sobre todos los temas en su propia casa. A veces ni siquiera se podía encontrar toda la información requerida en la biblioteca del pueblo, ya que no todos vivimos en grandes urbes con estupendas bibliotecas.

Samsung, XiaoMi, IPhone, Huawei, LG… no importa como se llame tu apéndice cibernético, ahora que has descubierto y asimilado que tú también eres un cyborg, lo más probable es que te decidas por la opción más inteligente, preocuparte y cuidar de disponer del mejor smartphone para ti y tus circunstancias. Como cyborg, aunque este sea el dispositivo que sin lugar a dudas te acompaña la mayor parte del día, por no decir a todas horas, no se trata del único. Hay toda una serie de dispositivos que igualmente nos mejoran y nos hacen la vida más fácil, y que es bueno que sean compatibles, e incluso desarrollen cierta simbiosis con nuestros teléfonos inteligentes. Al final, la línea entre lo que es humano y lo que es robot se va desdibujando cada vez más, y sin embargo, este era el futuro que muchos soñaron, y no nos damos cuenta porque no nos hemos dado el tiempo de parar y recapacitar para pensar en él.

En EEUU ya se ha sentado sentencia al respecto de los dispositivos móviles inteligentes, y ha sido siguiendo la línea marcada por quienes consideramos a estos una extensión de nuestros cuerpos. En junio de 2014, la Corte Suprema dictó su sentencia en el juicio de Riley vs. California. En ella los jueces dictaminaron por unanimidad que los agentes de policía no pueden, sin una orden judicial, buscar ningún tipo de dato ni registrar un teléfono inteligente incautado durante un arresto. El presidente del tribunal, John Roberts, declaró que "los teléfonos inteligentes modernos. . . hoy en día forman parte de la vida diaria de una forma tan generalizada e insistente que un posible visitante de Marte podría llegar a la conclusión de que se trata de una característica importante de la anatomía humana ".


Con esta sentencia es posible que, por primera vez, la Corte Suprema de EEUU contemplara de forma explícita la figura del cyborg en su jurisprudencia. Aunque es cierto que es una especie de metáfora. Sin embargo, esto nos lleva a pensar en que más temprano que tarde la ley tendrá que acomodar la integración de la tecnología en el ser humano, para dar respuesta a los posibles problemas y conflictos que deriven de la realidad actual.

Sea como sea, y tras todo lo expuesto, es muy probable que desde ahora veas con otros ojos a tu pequeño compañero inteligente, que lo integres y lo cuides como una parte de ti, y que por supuesto entiendas, que a pesar de todo, sigue siendo tecnología inerte, que precisa en todo momento de la acción humana, en este caso de ti, para dar las respuestas y soluciones para las que ha sido diseñado. Para bien o para mal, dependerá de ti, en cualquier caso, que lo utilices como es debido para aprovechar todo su potencial.


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