Suzanne
Juan MtSin notar su ausencia, continuaron de frente, en silencio, en medio de la oscuridad. El primero en sentir que algo frío sujetaba su pierna fue Gary. Antes de que pudiera lanzar un grito, algo cubrió su boca con fuerza, obligándolo a tragar lodo mientras la tenue luz de su vida se apagaba. Marshall descubrió que Gary no lo seguía pero tuvo miedo de voltear y buscarlo a tientas. Su mandíbula estaba adormecida y solo sentía que sus pies estaban sudando. Comenzó a llorar y poco a poco la presión envolvió a su pecho. Empezó a andar a gatas hasta que por fin quedó recostado sobre el fango, el cual lo devoró.
Julia que se había puesto a la cabeza del grupo ahora estaba lejos de saber que deambulaba sola. Llegó al final de la estrecha cavidad y con sus manos tocó las paredes. Estaban cubiertas de fango también pero con olor a flores podridas de cementerio. Ahí no había ni una mínima ráfaga de aire que le orientara hacia la salida. Siguió buscando camino a tientas hasta que la textura de la pared cambió. Ahora no se sentía fangosa o terrosa, era algo como... no sabía cómo explicarse lo que sentía hasta que cayó en cuenta que lo que tocaba era piel desgarrada. Antes de apartarse, sus dedos le dibujaron en su mente una calavera.
El cráneo fácil de adivinar escurría algo que parecía sangre al contacto. El índice fue a dar a una cuenca vacía y otro dedo a la cuenca que en lugar de estar vacía tenía algo coagulado. El ojo, el ojo estaba ahí y estaba destrozado. El morbo invadió a Julia y no queriendo adivinar, dirigió su mano hacia las piezas dentales. Buscó los incisivos y al palpar lo supo. Se llevó las manos hacia el rostro para ahogar un grito. Al dar un paso atrás, tropezó y se fue de espaldas. Antecediendo al golpe en su nuca contra una roca, una imagen nítida de una dorada tarde de verano se dibujó en sus ojos. Ella y sus amigos riendo en la cima del monte McKelly y entre ellos Suzanne, tan radiante con sus cabellos negros y su piel hermosa pero ahora Suzanne estaba muerta.
Septiembre de 2019