Supernova

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Capítulo 14

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–Nada –Adrian murmuró a sí mismo escaneando el informe digital–. No encontraron nada en los restos de Wallowridge 9416 que pueda confirmar de manera conclusiva que la casa fue visitada u ocupada por algún villano conocido con o sin afiliaciones Anarquistas incluyendo a Pesadilla –alzó la vista hacia sus compañeros–. Luego enumera todo lo que encontraron, que son mayormente ítems al azar que pudieron haber sido enterrados con los cimientos hace décadas. Un par de botellas de vidrio, horquillas para el cabello, cables. Etcétera, etcétera.

–No significa nada –dijo Oscar–. La casa estaba hecha cenizas. Por supuesto que no encontraron nada, no había nada que encontrar.

Adrian asintió, pero no podía superar su decepción. Le creía a Danna. En serio. No podía negar que, de cierta manera retorcida, tenía sentido que Nova fuera Pesadilla, por más que odiara admitirlo. Simplemente, existían demasiadas coincidencias. De todos modos, evidencia sólida hubiera sido de gran ayuda para apaciguar sus dudas. ¿Y si estaban equivocados? ¿Y si Danna se había confundido?

Pero eso solo era un deseo. Un deseo ardiente de no ser el Renegado seducido por uno de sus peores enemigos. Una necesidad desesperante de que Nova no fuera la mentirosa, la espía y la villana que ahora era de repente.

–¿Saben qué causó la explosión? –preguntó Ruby, asomándose sobre el brazo de Adrian para ver la pantalla. Estaban en la sala de entrenamiento en los niveles inferiores del cuartel general esperando para tener otra sesión obligatoria del Agente N. Pero, juzgando por las miradas de los otros equipos reunidos alrededor de las colchonetas y las líneas de tiro, nadie estaba hablando del Agente N.

Adrian hizo su mejor esfuerzo por ignorar a sus compañeros superhéroes, algunos con expresiones llena de lástima, otros con arrogancia y desprecio. Como si ellos fueran inmunes a ser engañados como él, ignoraban el hecho de que Nova McLain los había engañado a todos.

–Encontraron un número de compuestos químicos que casi seguro fueron los responsables, pero todavía siguen investigando qué son o cómo entraron en combustión –Adrian escaneó el documento.

–Nova definitivamente es capaz de fabricar una bomba –dijo Oscar.

–Sí, lo sé –replicó Adrian con las cejas enmarañadas. No estaba seguro de si se habían desenmarañado desde el momento en que Nova fue arrestada–. Y los químicos inusuales son obra característica de Cianuro. Podrían haber planeado esto por un largo tiempo.

–Solo esperaban que nos diéramos cuenta de que es una villana –añadió Ruby suspirando.

Adrian no respondió. Era como si no dejara de olvidarse voluntariamente de la verdad.

Es una villana.

–¡Danna! –Ruby jadeó y lo sorprendió.

Oscar y él se voltearon y vieron a Danna descender por una de las escaleras angostas. Los saludó con la mano. Aunque tenía círculos oscuros debajo de sus ojos, lucía infinitamente mejor que cuando retomó su forma humana. El color había regresado a sus mejillas y sus rastas estaban peinadas en un rodete relajado en la base de su nuca. Lucía como la vieja Danna: feroz, segura y lista para trabajar.

–¿Cómo te sientes? –le preguntó Ruby cuando llegó a ellos.

Danna estiro sus manos con felicidad sobre su cabeza.

–Genial –respondió sin un rastro de sarcasmo–. No tienen idea lo bien se siente volver a tener diez dedos.

–¿Entonces sufriste heridas graves? –preguntó Adrian.

–Nop. Mayormente, estaba deshidratada. Haber estado en modo enjambre por tanto tiempo hizo que mis síntomas fueran erráticos, pero nada que una buena noche de descanso no pudiera solucionar.

–Escuché a Thunderbird decir que tal vez te darían algo de licencia –dijo Ruby–. No quieren forzarte a regresar a trabajar antes de que estés lista.

–Sí –resopló Danna–. Me arrinconó esta mañana para hablarme al respecto. Algo sobre prácticas laborales injustas y violaciones de los derechos humanos… no sé, creo que todos están un poco alterados por las quejas de Genissa Clark. Pero no hay forma de que me quede al margen ahora que estamos tan cerca de encontrar al resto de los Anarquistas. Quiero ser parte de esto.

–Pero ¿y si tienes que volver a transformarte? –indagó Ruby.

–¿Qué pasa?

–¿Estás… estás lista para eso? Tan pronto después…

En un abrir y cerrar de ojos, Danna desapareció, su cuerpo fue reemplazado por cientos de alas agitándose. Dieron una vuelta por el salón de entrenamiento y llamaron la atención de las otras unidades de patrullaje. Después de completar la vuelta, las mariposas formaron un ciclón y Danna reapareció.

–No le tengo miedo a mi súper poder –afirmó con los brazos cruzados.

Ruby la miró sonriente y envolvió el cuello de Danna con sus brazos.

–Bien, porque este equipo no es igual sin ti –pero apenas lo dijo, su sonrisa desapareció y se alejó, solo un poquito, y lanzó una mirada nerviosa en dirección a Adrian.

Él sabía que Ruby estaba pensando en Nova. Aunque no había formado parte del equipo por tanto tiempo como Danna, todavía se sentía que el equipo no era lo mismo sin ella tampoco.

Pero no tenía sentido que pensaran eso. Nunca había sido parte del equipo realmente.

–¿Entonces? –dijo Danna llamando la atención de ellos–. ¿Encontraron algo en la casa?

Adrian sacudió la cabeza y le contó sobre el informe. Los restos del incendio no proveían ninguna evidencia que pudiera conectar definitivamente a Nova con Pesadilla o indicar dónde podrían estar escondidos los demás Anarquistas. Ace Anarquía y Pesadilla estaban detenidos, el Titiritero había sido neutralizado y la Detonadora estaba muerta. Los tres restantes seguían en libertad: Cianuro, la Abeja Reina y Phobia.

Los Renegados tenían vigilantes cerca de la catedral desde el día en que Ace Anarquía había sido capturado, con la esperanza de que sus secuaces regresaran al sitio, y conducían búsquedas rutinarias en los túneles de la ciudad, pero hasta ahora, no había rastro de los villanos faltantes.

–¿Es posible que hayan abandonado la ciudad? –preguntó Oscar–. Digo, después de la captura de Ace, tal vez decidieron que ya había sido suficiente.

–Es demasiado pronto para determinar eso –replicó Adrian–. Y si no se marcharon de esos túneles en todos estos años, dudo que hayan escapado ahora.

–¿A menos que finalmente se hayan quedado sin opciones? –ofreció Ruby–. Quiero decir, la Abeja Reina, Cianuro y Phobia. Ninguno de ellos es exactamente un maestro del camuflaje. Uno creería que, si estuvieran merodeando por la ciudad, alguien, en algún lugar, los hubiera notado.

–Hay muchos edificios abandonados en esta ciudad –dijo Adrian–. Muchos lugares en dónde esconderse.

Danna gruñó y gesticuló hacia el reporte en la pantalla de Adrian.

–Lo que significa que podrían estar en cualquier parte y nada de esto nos dará una pista.

–Sí, pero en este momento, es lo mejor que tenemos –Adrian bajó la voz–. A menos que Ace Anarquía o Pesadilla nos den algo con qué trabajar.

–Atención, patrullas –gritó Blacklight avanzando entre los grupos dispersos en su chaqueta de cuero negra característica y pantalones ajustados. Cargaba una gran caja de plástico–. Acérquense, acérquense. Sé que han sido unas memorables veinticuatro horas, pero tenemos que ocuparnos de cosas importantes antes de que los libere para seguir chismoseando. Como saben, nuestra presentación pública del Agente N será en menos de cuatro semanas. Se llevará a cabo en la arena y la prensa de todo el mundo estará presente. Necesitamos estar completamente preparados para que todas las patrullas estén equipadas con el suero para entonces. Como el ataque reciente en el cuartel general, comprensiblemente ha alterado a algunos de nosotros, implementaremos algunas nuevas precauciones para asegurarnos de que el Agente N no pueda ser utilizado en contra de los nuestros.

–¿Precauciones? –dijo Wrecking Ball con los puños sobre su cadera–. ¿Cómo tal vez destruir a todo lo que queda del Agente N y nunca volver a mencionarlo?

Blacklight la fulminó con la mirada.

–Ja ja. Nada tan drástico como eso. Ahora bien, comprendo sus preocupaciones, todos lo hacemos y todos estuvimos devastados al perder a Congelina y su equipo. Pero esta arma ha sido una inversión importante para nosotros y sigue siendo nuestra mejor esperanza para eliminar a los villanos y prodigios peligrosos de nuestra ciudad. No estábamos preparados para que nuestro enemigo tuviera acceso al Agente N, es verdad, pero no cometeremos el mismo error otra vez.

–Inversión –se mofó otro Renegado, Coyote–. Comienzo a pensar que Genissa tiene razón, eso es lo único por lo que se preocupa el Consejo. De sus inversiones.

Adrian le frunció el ceño a la nuca de Coyote. Aunque había hablado por lo bajo, era claro que pretendía que los demás lo oyeran. El Consejo se preocupaba por ellos, por cada uno de ellos y por los ciudadanos de su ciudad. Pero, al mismo tiempo, se preguntó si el afán del Consejo los cegaba de los riesgos que implicaba avanzar con el Agente N.

Con todos los ataques de la prensa y las dudas crecientes del público sobre la habilidad de los Renegados de mantenerlos a salvo, estaban desesperados por aparentar que seguían en control.

Pero ¿a qué costo? ¿Realmente creían que podrían mantener a sus propios Renegados a salvo del Agente N después de lo que le había sucedido al equipo de Congelina?

Blacklight apoyó la caja sobre una mesa y tomó una máscara de gas voluminosa.

–Nuestros amigos del laboratorio de tecnología han modificado estas máscaras y, después de una serie de pruebas, podemos confirmar que protegerán a un prodigio del Agente N en forma gaseosa, como saben, fue uno de los métodos que Pesadilla utilizó para neutralizar a Congelina y a los demás. A partir de este momento, todas las unidades de patrullaje estarán equipadas con una máscara de gas durante sus rondas.

Comenzó a lanzar las máscaras a la multitud. Los Renegados las atraparon, casi involuntariamente. El disgusto se plasmaba en sus rostros a medida que inspeccionaban las incómodas máscaras.

Blacklight le lanzó una a Adrian y el chico rápidamente comprendió la irritación de sus pares. La banda que debía rodear su cabeza era de goma elástica y el filtro bulboso que debía ir sobre su boca era pesado y odioso.

–¿Esperan que utilicemos esto durante los patrullajes? –inquirió Shot Blast.

–Solo si creen que están en peligro ante un enemigo que podría tener acceso al Agente N.

Ruby alzó la mano.

–¿Cómo se supone que sepamos quién podría tener acceso al Agente N? ¿O a quién Nov… Pesadilla pudo haberle dado esas bombas?

–En este momento –respondió Blacklight–, no tenemos motivos para sospechar que otros villanos además de los socios de Pesadilla, los Anarquistas, tengan el Agente N.

–Está bien, pero ¿qué pasa con los dardos envenenados? –preguntó Zodiac–. Ese es el método que nosotros íbamos a utilizar para neutralizar a nuestros enemigos, entonces, ¿cómo sabemos que los Anarquistas seguirán utilizando el Agente N en forma gaseosa? ¿Cómo se supone que evitemos que nos disparen con esa cosa? Nuestros uniformes no nos protegerán –jaló de su manga elástica para enfatizar su punto.

–Esa es una preocupación –respondió Blacklight y Adrian pudo darse cuenta de que estaba cansado de sus preguntas, a pesar de que eran válidas–. Estamos discutiendo el desarrollo de armaduras de cuerpo completo que reemplazarán a sus uniformes en el futuro.

–¿Armaduras? –ladró Coyote–. ¿Cómo el Centinela?

–No… no exactamente –respondió Blacklight con un filo extra en su voz. Adrian tenía la sensación de que los uniformes que estaban diseñando eran exactamente iguales al que vestía su alter ego.

Oscar le dio un codazo, sonriendo con orgullo y Adrian lo fulminó con la mirada.

–¿Cuánto tiempo pasará hasta que estén listos esos trajes? –preguntó Mondo-Man–. Algo me dice que no será antes de la presentación pública.

–¿Y cómo se supone que utilice mis poderes si estoy atrapado dentro de una armadura? –añadió el Camaleón.

–Recuerdo que la doctora dijo que el Agente N también podía ser ingerido. ¿Y si los villanos comienzan a envenenar nuestra comida?

Una catarata de preguntas comenzó a brotar por toda la habitación. Las mejillas de Blacklight se sonrojaron casi tanto como su barba mientras alzaba las manos intentando detenerlos.

Un rayo atravesó el cielo y se estrelló en una de las luces superiores. Explotó con el impacto y emanó chispas, en el mismo momento el rugido de un trueno sacudió el suelo debajo de ellos. Había sido tan ruidoso que hizo que Adrian retrocediera unos pasos, sentía como si un tambor gigante hubiera sido golpeado dentro de su cráneo.

¡Suficiente!

Mientras el silencio llenaba el espacio dejado por el trueno, todos alzaron la mirada y vieron a Thunderbird en la pasarela, su rostro estaba tenso por el enojo.

–Ninguno de ustedes tiene la autoridad para cuestionar las decisiones del Consejo de manera tan irrespetuosa.

Adrian tragó saliva, incapaz de recordar haber visto a Tamaya Rae tan lívida. ¿Y todo porque un grupo de Renegados se había atrevido a cuestionar al Consejo? Seguramente tenían permitido hacerlo, ¿no?

Blacklight aclaró su garganta.

–Que conste que tengo todo bajo control.

–Tenemos que lidiar con asuntos más urgentes –espeto Thunderbird–. Hay una situación en el vestíbulo. Se requiere tu presencia de inmediato –con la mandíbula aún tensa, escudriñó a las unidades de patrullaje–. Pueden seguir con sus asuntos –sin esperar una respuesta, atravesó la pasarela, sus alas tocaban las barandas a cada lado.

–Correcto –dijo Blacklight–. Continuaremos en otro momento –dejando atrás la caja casi vacía se apresuró a seguir a Thunderbird, avanzó hacia los elevadores con tanta dignidad como logró retener.

Las unidades de patrullaje que quedaron atrás intercambiaron miradas de desconcierto por un minuto antes de ir detrás de los miembros del Consejo. Adrian encogió los hombros en dirección a su equipo y los siguió.

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