Slim

Slim


I » 2 Forbes

Página 8 de 56

2 Forbes

La lista de los hombres más ricos del mundo que elabora la revista Forbes detalla que, en 2014, junto con Carlos Slim, entre los mexicanos más ricos del mundo también estaban Germán Larrea, con 14 mil 700 millones; Alberto Baillères, con 12 mil 400 millones; Ricardo Salinas Pliego, con 8 mil 300 millones; Eva Gonda de Garza Lagüera, con 6 mil 400 millones; María Aramburuzabala, con 5 mil 200 millones; Antonio del Valle, con 5 mil millones; la familia Servitje Montul, con 4 mil 800 millones; la familia González Moreno, con 4 mil 700 millones, y Jerónimo Arango, con 4 mil 200 millones. Si se suma la fortuna en conjunto de estos otros nueve multimillonarios mexicanos da la cantidad de 65 mil 700 millones de dólares, la cual resulta aún inferior a los 72 mil millones de dólares adjudicados a Slim en aquel año. En México no hay nadie que se acerque a disputarle al magnate de ascendencia libanesa su liderazgo en la lista de Forbes.

El novelista Eduardo Antonio Parra alguna vez me aseguró que Slim no era el primer mexicano que lograba ser el hombre más rico del mundo, sino Antonio de Obregón y Alcocer, quien en el México virreinal del siglo XVII amasó una enorme fortuna explotando la mina de La Valenciana, en Guanajuato, la cual fue en esos años la mayor productora de plata del planeta. La explotación sistemática y el trabajo semiesclavizado de sus mineros convirtieron a Obregón en un personaje célebre de la época colonial y por ello recibió el título de conde por parte del rey Carlos III de España. De acuerdo con Parra, el conde de La Valenciana era tan rico que cuando su hija se casó mandó alfombrar el camino de su casa a la iglesia con puros lingotes de plata.

De Obregón y Alcocer no aparece en un interesante ejercicio que hizo la revista Forbes al calcular mediante una serie de variables una lista de las 75 personas más ricas en la historia de la humanidad. Este listado lo encabeza el petrolero John D. Rockefeller y se incluye también a otros personajes como el zar Nicolás II de Rusia, el magnate Andrew Carnegie, el empresario automotriz Henry Ford, el faraón Amenofis III de Egipto, el petrolero Jean Paul Getty, el robber baron Cornelius Vanderbilt, el rey Guillermo II de Inglaterra, la emperatriz Cleopatra, el fundador de Walmart Sam Walton, el senador romano Marco Licinio Craso y el propio Slim.

En realidad Slim no sólo es un hombre inmensamente rico: también es un estratega. Desde su juventud demostró esa característica. Su tesis para titularse como ingeniero («Aplicaciones de programación lineal a algunos problemas de ingeniería civil»), además de ser una reivindicación de las calculadoras electrónicas, es un minucioso análisis de la forma en la que se dieron las operaciones de la guerra más sangrienta del siglo XX. El joven Slim inicia el prólogo así:

La intención fundamental de este estudio es describir algunas técnicas de las desarrolladas a partir de la Segunda Guerra Mundial y clasificadas, correcta o incorrectamente, dentro de «la investigación de operaciones», así como describir brevemente algunas de sus aplicaciones a la ingeniería civil. Estas técnicas, que han logrado un notable desarrollo como resultado del gran número de aplicaciones prácticas que se les han encontrado, constituyen una herramienta formidable que viene a ayudar notablemente al sentido común y que permite hacer a los directores en general decisiones más racionales y objetivas (sin desplazarlos en ningún momento), haciendo posible asimismo «jugar» con ellas, determinando sus consecuencias. Lo efectivo de su empleo depende de la precisión de los datos suministrados y de la elección de la técnica conveniente.

Luego de quedarse con el control de la antigua empresa pararestatal mexicana Telmex, una táctica que Slim utilizó fue la de usar el capital generado por el crecimiento del mercado de la telefonía celular en México que en dos años pasó de 8.3 millones a 96.2 millones de usuarios, para fortalecer económicamente a su empresa América Móvil y, con el enorme flujo de dinero que poseía, ir adquiriendo nuevas compañías de telecomunicaciones en Brasil, Argentina, Perú, Chile, Ecuador y Colombia. De esta forma, los consumidores mexicanos de telefonía fueron la mina de plata de La Valenciana que Slim aprovechó para expandir su imperio.

Sin embargo, al cumplir 75 años de vida, Slim enfrentó ligeros reveses en su expansionismo latinoamericano. Previamente, un juez panameño había ordenado que algunas de sus propiedades fueran embargadas, debido a una controversia judicial por la concesión que recibió para construir una planta hidroeléctrica durante el gobierno de Omar Torrijos. Por esas mismas fechas, el gobierno de Uruguay revocó la concesión de su telefónica Claro, debido a cuestiones de legitimidad, según un comunicado oficial. José Mujica, uno de los más aclamados presidentes a nivel internacional, antes de concluir su periodo de gobierno declaró públicamente que no deseaba que la compañía de Slim se convirtiera en la dueña de las comunicaciones de su pequeño país sudamericano.

Pero la pregunta para muchos analistas de la política latinoamericana no era si Slim sería capaz de seguir acumulando más dinero en sus años restantes de vida, sino el destino que tendría esa estratosférica fortuna.

—Antonio de Obregón, el conde de La Valenciana, no parece un personaje muy recordado en México actualmente… ¿Cómo crees que trate la posteridad a Slim? —pregunté al escritor Eduardo Antonio Parra.

—Él sabe que muchos en México y en Latinoamérica lo odian y quiere hacer algo al respecto. Puede pasar como un buen benefactor, pero depende de lo que haga de aquí en adelante. Lo que me llama mucho la atención de él es cómo se mete en todo, no nada más en el negocio de la telefonía. Me enteré que una de sus empresas se va a meter al drenaje de la ciudad de México. ¡Hasta con la mierda es capaz de hacer dinero!

Ir a la siguiente página

Report Page