Ronin

Ronin


Cuaderno de notas del autor

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Las buceadoras ama, que han sido durante años fuente de inspiración para fotógrafos y retratistas, siguen existiendo hoy en día; y actualmente van totalmente cubiertas, pero en aquellos días llevaban el pecho desnudo.

Respecto al maquillaje blanco usado por las damas de compañía, cabe decir que es una controvertida receta que, en tiempos, además de otros elementos, según parece, incluía una parte de plomo, lo que pudo causar graves casos de envenenamiento.

Aunque no fue hasta unos años más tarde, es cierto que el comerciante de pescados conocido como Sukegoro logró encontrar un método para transportar pescados vivos largas distancias y que usó, entre otras, técnicas similares a la acupuntura.

Los holandeses y los ingleses lograron sus permisos para establecer puestos comerciales en el país del sol naciente (los ingleses cerraron su factoría en 1623 por improductiva, pero los holandeses permanecieron en Dejima durante todo el período de aislamiento del bakufu). Es un tema sobre el que no se profundiza en la novela al centrarse la historia en las relaciones entre el Japón y España, sin embargo, de aquellos permisos surgieron datos curiosos, por ejemplo: Richard Cocks, que sería el delegado inglés, fue el primero que plantó patatas. Y la Compañía de las Indias Orientales holandesa establecería su puesto comercial, entre cuyos jefes destacaría Jacques Specx (holandés). En ambos casos, la intervención de William Adams como intermediario fue crucial.

No hay constancia oficial de que los grupos holandeses que sobrevivían en el Japón, intentando, como los españoles, llegar a acuerdos comerciales (a ser posible, en exclusiva), actuaran con violencia contra los hombres de Castilla, sin embargo, muchos historiadores están de acuerdo en que las tensiones debieron de ser importantes.

Entre otros aspectos de la figura del hombre de las olas, no puedo dejar de hacer mención a la leyenda de los cuarenta y siete; aunque no son estas las líneas para desgranar esta increíble historia (complicada incluso en el número de su nombre), me siento obligado a recomendar encarecidamente una visita a las lápidas que aún se conservan en Sengaku ji; las cuarenta y seis tumbas de los ronin condenados a cometer seppuku y dos más, en memoria de Kichiemon Terasaka y Sanpei Kayano. Kayano deseaba fuertemente tomar parte en la venganza, pero cometió seppuku antes del ataque debido a la fuerte oposición de su familia. Esta increíble historia está presente en multitud de obras de teatro y sigue muy viva en la memoria del Japón.

Sobre las costumbres…

Como curiosidad respecto a las Filipinas también merece la pena mencionar que la elección de nombres castellanos era habitual, así como la de patronímicos de resonancia canónica. Algo que, de hecho (y más aún debido al edicto de organización alfabética de nombres promulgado por el gobernador Narciso Clavería en el siglo XIX), ha tenido como consecuencia al cabo de los años que haya muy pocos apellidos en el archipiélago y que, en un afán por evitar coincidencias, ha llevado a muchos habitantes del archipiélago a buscar nombres en extremo originales (la coincidencia de nombres ha hecho que muchos filipinos porten curiosos certificados que acreditan su inocencia cuando su nombre coincide con el de un convicto).

La mayoría de los consejos y referencias a la medicina, alimentación e higiene personal salpicados a lo largo de las páginas de la novela provienen del texto Banquete de caballeros, del doctor Lobera de Ávila, que llegó a ser médico personal del emperador Carlos.

En el ámbito de las cuestiones clínicas también cabe hacer una aclaración; cuando se hace referencia al mal francés, se alude a la enfermedad que hoy en día se conoce como sífilis. El uso del gentilicio francés es solo porque así solían denominarla los marinos españoles, aunque también era común hablar del mal caribeño, o del mal portugués. Nota curiosa es que los navegantes portugueses hablaban de ella como el mal español (en los Países Bajos se la llamaba dolencia española, y en Tahití, condena británica). Aparte del nombre, sus orígenes son inciertos y los expertos se disputan la legitimidad de varias teorías, en cualquier caso, durante los siglos de las grandes travesías marinas europeas causó estragos. Y al mencionar las erupciones con forma de tachuelas, el texto se refiere a los conocidos como clavos sifilíticos, propios de la sintomatología asociada a la segunda etapa de esta terrible enfermedad, previa a la tercera y final, la que en muchas ocasiones lleva a la muerte.

En la narración se hace alusión al oro y la plata de las Indias que dotaron a las coronas españolas de un poderío económico considerable. En este ámbito, se ha intentado resultar fiel a la crucial importancia que tuvieron las minas americanas en el desarrollo español. Aunque, si bien fue el oro el aliciente que atrajo a los colonos, fue la plata la que llenó a rebosar las arcas reales. El argento de las Indias permitía pagar a los ejércitos y sufragaba las expediciones; llegó a desestabilizar las economías del este de Asia y corrompió financieramente a la dinastía Ming. De hecho, para muchos historiadores, el real de a ocho, que llegó a lugares como Australia (recomprado por las autoridades británicas para ser estampado de nuevo), o a Indonesia, fue una medida de valor como podrían serlo el euro y el dólar en el presente. Tantas fueron las monedas acuñadas que, como ha sucedido en otras ocasiones en la economía moderna tras emitir una gran cantidad de moneda, se llegó a una inflación galopante.

En relación con la alimentación en el Japón medieval, cabe aclarar que los platos hoy considerados típicos de la cocina nipona, como las populares preparaciones de pescado crudo, no eran en aquel entonces habituales. Estas vendrían siglos después con las obligaciones y la falta de tiempo de la vida contemporánea. De forma somera, podría resumirse que, en aquellos tiempos, el arroz se colocaba por capas junto con lajas de pescado y la fermentación del cereal producía ácidos que ayudaban a conservar la suave carne pero que, sin embargo, estropeaban el grano. Además, en aquellos días en el país del sol naciente no todo el mundo seguía a rajatabla las enseñanzas budistas y, por tanto, no todos los nipones excluían la carne de su dieta. Y en estos lares de la cocina me siento aquí en la obligación de mencionar a mi querido Santi Almuiña (a quien no veo tan a menudo como quisiera), al que no solo le agradezco su paciencia en nuestras largas charlas sobre comida japonesa, sino al que también debo mi eterna admiración por haber transformado todas mis novelas en suculentas visiones gastronómicas que llegan al mundo desde esas mesas del Colón.

El juego de la guirguiesca para dados aparece ya descrito en el Libro de acedrex, dados y tablas de Alfonso X. Por lo que sabemos, es bastante similar al que hoy se ha dado en llamar craps, ampliamente conocido por su habitual presencia en casinos de todo el mundo.

Hasta donde ha podido indagarse, aun a pesar de que la cucaña y los juegos asociados son realmente antiguos, no todos los expertos se ponen de acuerdo en su origen. Pero es indudable que en el bello pueblo de Chinchón la cucaña tiene una gran tradición.

Aunque en el presente es habitual el uso del término labio leporino para referirse a la fisura labial de origen congénito, lo cierto es que en tiempos pretéritos lo común era denominarlo labio de liebre (este animal presenta de modo natural el labio superior hendido). Y por algún motivo que aún no está claro para la ciencia moderna, en ciertas partes de Asia es un defecto con índices mucho mayores que en otros lugares del mundo.

La vara usada por el monje Zongji podría encuadrarse en lo que solía denominarse como bastón vagabundo, o, si se prefiere, si fan kuan, y es lo que podría traducirse como un «bastón a ras de ceja», pues la longitud exacta coincide, apoyado en el suelo, con el nacimiento de la ceja. Solía fabricarse de maderas ligeras y flexibles, como se menciona en el texto, especialmente a partir de varas de palmera de rattan, cuya elasticidad natural le permite ser golpeada fuertemente sin que se quiebre. Eran tan efectivos que podían bloquear fácilmente el borde afilado de un sable y salir indemnes del mandoble.

El que hoy suele denominarse brandy de Jerez, pedido por el personaje de Pedro de Arbués en La chopera de Sevilla, aun de orígenes inciertos, se sabe conocido en el siglo XVII. De hecho, es incluso anterior, y muy apreciado; por lo que parece, la catedral de Jerez de la Frontera se sufragó gracias al pago de los impuestos que gravaban este espirituoso.

Aunque muchos relatos sobre marinos holandeses (además de algunas otras nacionalidades) han hecho a menudo referencia a la bebida conocida como grog (que, al parecer, fue inicialmente un modo elaborado de rebajar el ron para evitar que las raciones de alcohol de la marinería fueran excesivas), no se incluyó en esta historia, pues fue un invento de alrededor de un siglo después.

Cuando en el texto se relatan acciones y lances de esgrima dentro del ámbito occidental (vaya aquí mi agradecimiento a Rafael, que soportó mis innumerables preguntas), se ha usado una referencia principal entre otras varias, la obra Libro de las grandezas de la espada, escrito a comienzos del siglo XVII por Luis Pacheco de Narváez (que destacó no solo por su sonada enemistad con el genial poeta Francisco de Quevedo, sino también por su habilidad espada en mano). De ahí que merezca la pena aclarar que en la novela no se hagan referencias a posiciones y movimientos en el sentido moderno de la esgrima, pues resultaría un anacronismo.

En lo que se refiere a los venenos filipinos, dejando a un lado disquisiciones científicas, me parece interesante incluir la relación del propio Antonio de Morga en su obra Sucesos de las Filipinas:

«[…] De venenos y tósigos usan muy de ordinario los Naturales destas islas las yerbas que hay en todas ellas de este género; son tan eficaces y mortíferas, que hacen efectos maravillosos. […] Hay otras yerbas, que los Naturales conocen y cogen, para el mismo menester, unas secas y otras verdes, comidas y en zahumerios; y otras que con solo tocarlas con las manos, ó con los pies, ó dormir sobre ellas, matan, y son tan diestros, en hacer dellas compuestos, que las tiemplan, y aplican de manera, que hacen el efecto luego, ó á plazos largos, ó cortos como quieren, aunque sea á cabo de un año […] Hay algunas yerbas venenosas, que cuando los Naturales las cogen, llevan hecha prevención de otras contrayerbas, y en la isla de Bohol, hay una de tal calidad, que para cortarla de la mata en que se cría, se entra á ella por barlovento, porque solo el aire que por ella pasa, es mortífero. […]».

Sobre los animales y las plantas…

Al mencionarse el cedro japonés se usa esa nomenclatura porque es la más habitual entre las traducciones, pero es necesario aclarar que, en realidad, no se trata de un cedro, sino de una cupresácea de nombre CriptomeriaJaponica que, en el país del sol naciente, recibe el nombre de sugi. Algo similar sucede con los mapaches, perros mapache o tanuki; el término es la traducción habitual, probablemente porque estos animales se parecen, de hecho, al mapache de Occidente, pero este mamífero japonés (Nyctereutesprocynoides) es un cánido.

El cangrejo gigante japonés (Macrocheira kaempferi) es el crustáceo de mayor tamaño conocido y, además de sus espectaculares migraciones, es un animal digno de ver, pues con las patas estiradas puede superar envergaduras de más de tres metros. A día de hoy, especialmente, en Osaka, sigue siendo un plato muy apreciado.

En lo que respecta a los terremotos en Japón, dejando a un lado la terrible desgracia acaecida en marzo del 2011, es rigurosamente cierto que se están llevando estudios en varios centros japoneses que demuestran la relación inequívoca entre los bagres del lago Biwa y los movimientos sísmicos. Al parecer, al igual que sucede con otros animales, estos curiosos peces tienen una actividad frenética justo antes de los seísmos, como si la ciencia actual viniese a corroborar un parte del mito.

Al hacer alusión a bueyes tordos o negros no se trata de meros adjetivos, sino de un reflejo de la realidad de la cabaña nipona. Dejando a un lado el curioso método de transporte en el que el alquiler de un buey como montura fuese habitual en aquellos tiempos (fiándose el arrendatario de que su cliente enviaría el buey de vuelta desde el destino), también se hace, de ese modo, mención a la especiales vacadas niponas, aisladas durante siglos en los pequeños valles, alimentadas de manera muy especial y criadas de forma harto curiosa (incluyendo masajes con vino de arroz), convirtiendo con los siglos un animal importado para el trabajo en el campo en una sublime exquisitez, el hoy denominado buey de Kobe.

La mención a gallos y gallinas que se hace en el asentamiento holandés del puerto de Hirado tiene algo más de trasfondo de lo que pueda parecer en un principio. Esta variedad de aves de corral conocida como chabo o, en inglés, japanese bamtan son animales de lustroso plumaje con largas colas que llevan siglos siendo muy apreciados en los hogares orientales y que, según parece, fueron en primera instancia un regalo que los holandeses llevaron hasta el Japón como presentes de buena voluntad (rápidamente se adaptaron como mascotas de señores feudales y familias acaudaladas).

Al usarse en el texto la palabra dogo para referirse al perro que acompaña a la reina Margarita se deben hacer un par de aclaraciones. En primer lugar, tal y como muestran los retratos de la época, la compañía de estos grandes canes era apreciada en la corte y, en segundo lugar, la terminología es solo una acepción, pues la raza estaba aún por definir en cualquiera de sus variantes actuales. De hecho, se emplea como derivación de términos similares a dogge, utilizados en aquellos tiempos.

Aun a día de hoy, la madera extraída del árbol de molave sigue siendo considerada como de las mejores del mundo. Y no solo se usó en la construcción de barcos en los astilleros de las Indias, sino que todavía continúa empleándose para la manufactura de muebles de la más alta calidad. También el ipil sigue utilizándose, y es cierto que comparte el color rojizo de otras maderas como el cedro y que tiene un profundo aroma.

La madera de las conocidas como zelkova, que sí recuerdan a los olmos europeos, se ha usado durante siglos en Japón para las embarcaciones.

Cuando Saigo Hayabusa se llama a sí mismo pájaro carpintero, se hace un juego interesante con la cultura tradicional japonesa. Se cuenta que el gorrión y el pájaro carpintero eran hermanos; recibieron la noticia de la enfermedad de su padre y, mientras el gorrión, que se estaba pintando los dientes de negro, salió volando al instante (por lo que parte de su pico es blanca y tiene las mejillas manchadas), el pájaro carpintero salió tras acicalarse con calma; y no llegó hasta que su padre había fallecido. Por esa razón, el gorrión, que no tiene una figura tan bella, vive junto al hombre, pero el pájaro carpintero debe recorrer el bosque a toda prisa picoteando las cortezas, apenas come tres insectos al día, y pasa las noches en algún hueco de los árboles, llorando porque le duele el pico. Por cierto, Hayabusa, el nombre de Saigo, es también la palabra usada en japonés para referirse al halcón peregrino.

Sobre la fe…

En cuanto al espinoso tema de las relaciones entre las órdenes religiosas en el Japón del siglo XVI ha de reconocerse que el texto puede resultar algo tendencioso hacia los jesuitas, pero es así como reflejo de las crónicas de la época, en las que no resultan bien parados. Es un hecho que ejercieron tremendas presiones para ser los únicos beneficiados por el papa en Asia, obteniendo una exclusividad que, además, utilizaron para comerciar y beneficiarse a través de aranceles y tratos bajo cuerda.

Al hablar de las crucifixiones en Japón, no se entra en demasiados detalles, pero es cierto que existieron. Aunque lo más habitual es que no se llevasen a cabo al modo romano, sino que se limitaban a sujetar al reo en lanzas atravesadas (lo que concuerda con la presentada en el texto, que habría sido ordenada por los holandeses y su conjura). Y también es verdad que los cristianos fueron perseguidos desde la llegada al poder de Toyotomi Hideyoshi.

Parece cierto que el obispo de Cartagena de Indias fundó en 1603 un monasterio para religiosas en esta bella ciudad colombiana. Y también se supone que fueron clarisas enviadas desde el viejo continente las que ayudaron a poner en marcha esta institución que, como muchas otras en tierras americanas, fue fundada de modo un tanto discutible según las rígidas costumbres de la vieja Europa.

La breve mención a las dudas existenciales del dominico Silvestre de Marsico y Batiste son un pequeño guiño en relación a los cambios ideológicos y filosóficos que movieron a la Iglesia y al mundo laico a raíz de las obras de Tomás de Aquino, en las que fueron seriamente reconsideradas las apreciaciones de san Agustín. En este sentido, cabe indicar que el personaje de este dominico es pura ficción. Una amalgama de las características de varios de los inquisidores sevillanos de aquel momento, pero, como con los procesos del Santo Oficio, en la novela se ha optado por no profundizar en dichos asuntos con demasiado celo.

El proceso inquisitorial al que es sometida Constanza de Accioli se ajusta bastante a las crónicas de la época, aunque, desafortunadamente, los detalles no siempre están consensuados. Como fuente principal de información se ha usado el libro de Reinaldo González Montes Artes de la Santa Inquisición Española, en la traducción y comentarios de Francisco Ruiz de Pablos. Aun así, a pesar de la fiereza que se pueda extraer del texto, debe insistirse en que, al contrario de la idea que suele tenerse al respecto, la Inquisición española no cuenta con tantas víctimas como otras centroeuropeas, cuyo número de ajusticiados es significativamente mayor.

Sobre el arte…

El arte japonés es complejo, y tan diferente a los ojos de un occidental que en muchas ocasiones resulta incomprendido. Sin embargo, en la novela se mencionan numerosas expresiones artísticas, como los árboles cultivados en maceta, las piedras dedicadas a la contemplación, la música y la pintura. Y en el caso de la pintura se hace mención a un rollo pintado por un miembro de la escuela Kano. Cabe explicar que de esta ilustre estirpe de increíbles dibujantes destacó Kano Eitoku.

Al hablar de la ilustración también se hace una mención a una piedra que ha sido dispuesta en el espacio denominado tokonoma para servir como objeto de contemplación. Este tipo de piedras reciben en la actualidad el nombre de suiseki (sansui kei-seki en el texto para adaptarse a la garfía del japonés medieval), y pueden ser, como en la narración, de aspecto montañoso, o bien recordar por su forma y color a figuras animales (hay bastantes que se asemejan a tortugas), humanas o, simplemente, tener veteados o marcas que recuerden ramas, árboles en floración o cualquier otra escena natural. Son un arte y una pasión que, sin duda, enseña al hombre la virtud de la espera y la belleza de lo estático, que, con la mirada adecuada, puede llegar a parecer animado. Y en este punto debo mostrar mi profundo agradecimiento a la Asociación Española de Suiseki y, muy especialmente, a su presidente José Manuel Blázquez, que tanta paciencia tuvo conmigo.

Continuando con el arte, el instrumento de cuerda conocido como shamisen era, de hecho, muy novedoso en la época que se muestra en el texto, con apenas unos cincuenta años.

Como colación cabe aclarar que, además de influencias gastronómicas y religiosas (incluyendo los extraños crucifijos sincretizados con símbolos budistas presentes en la novela), los misioneros jesuitas mediaron también en la evolución pictórica del archipiélago, dando lugar al conocido como arte Nanban (como la técnica del óleo, sobre la que merece la pena leer los trabajos de Ruiz Carrasco).

La referencia a los treinta y seis inmortales, o a los treinta y seis inmortales de la poesía, se basa en la denominación habitual del insigne grupo de poetas medievales japoneses que, en su momento, fue seleccionado por Fujiwara no Kinto a comienzos del siglo XI, al considerarlos como los mejores ejemplos de la lírica japonesa hasta ese momento. Aún hoy en día son recordados y suponen una lectura más que recomendable.

El soneto de Francisco de Quevedo referido en la novela, al que hace alusión Constanza de Accioli durante el tormento, y que se asume ha leído anteriormente en el corral de la Cruz (que existió tal y como se describe), pudo no ser compuesto hasta algunos años más tarde. La primera recopilación de poemas de este genial literato no se publicaría hasta el 1605.

Y esos «Te extraño» que pronuncia en su soledad Dámaso (rompiendo el estilo de los diálogos de la novela) no son sino un sentido homenaje al bolero homónimo de uno de los mejores poetas que jamás he leído; mi muy apreciado Armando Manzanero.

Seguro que algo queda en el tintero, en cualquier caso, permítame, querido lector, recomendarle que se acerque a algunas de las referencias aquí hechas, estoy seguro de que encontrará tantas satisfacciones como yo mismo. Espero que haya disfrutado…

Por lo demás, gracias, de todo corazón, gracias.

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