Regreso a Encélado

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Reclamaciones » 16 de enero de 2049, Semlya

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16 de enero de 2049, Semlya

«¿Podemos desactivar la grabación de algún modo?», Martin leyó la frase que Francesca había escrito y luego levantó la mirada hacia ella.

Por supuesto que todo lo que dijeran a bordo estaba siendo grabado, así que Martin y Francesca habían encontrado un modo alternativo silencioso para comunicarse en privado.

Él negó con la cabeza.

«Solo con la ayuda de Valentina», escribió debajo. «¿Nos fiamos de ella?».

Francesca tomó la hoja de papel y escribió:

«Hasta que se demuestre lo contrario».

Martin sonrió y le hizo el signo universal de que todo iba bien. Cogió el papel, le dio la vuelta, y escribió algo. Luego fue hacia el ojo de buey, donde Valentina observaba cómo la Tierra se encogía gradualmente tras ellos. Esa noche podrían ver la luna con todo lujo de detalles cuando Semlya se acercara a unos cien kilómetros de su superficie para tomar impulso. Como no había atmósfera, no habría riesgo para la tripulación por calor inducido por la fricción.

«Por favor, ayúdeme a desactivar el sistema de grabación».

Valentina leyó la frase escrita en la hoja de papel y le miró con asombro.

«Khorosho», leyó Martin silenciosamente en sus labios. Bien.

Él la siguió hacia el ordenador y observó lo que tecleaba. No le haría daño saberlo por si acaso tuviera que repetirlo sin ella.

—Hecho —dijo finalmente—. Ahora siento curiosidad por saber de qué va todo esto.

Francesca se levantó de su asiento.

—¿Estamos absolutamente seguros de que nadie puede escucharnos ya? ¿Ni siquiera su propio padre?

La joven asintió con vigor, tanto que su cabello cayó sobre su frente.

—Lo prometo —dijo.

—Puede que os acordéis de nuestra visita al laboratorio de genética de Shostakovich —dijo Francesca.

Martin se rascó la nariz. «¡Vaya un interesante desarrollo de los acontecimientos!».

—Bueno, aproveché la oportunidad para coger varias muestras. No sé qué demonios se apoderó de mí. Las escondí en la maleta de Marchenko y se las di a Hayato.

—No me lo mencionó —intervino Amy.

—Le dije que no lo hiciera. No quería que te sintieras estresada sin necesidad.

—Por favor, no vuelvas a hacer algo así —dijo Amy bruscamente.

Francesca suspiró.

—Vale —dijo—. Hayato hizo que analizaran la muestra y me acaba de enviar un archivo encriptado, a través de Marchenko, que contiene los resultados.

—No nos dejes en ascuas —dijo Martin.

—Hay un hecho peculiar que no debería existir, al menos no en cualquier laboratorio registrado del mundo. Las muestras contenían una mezcla de material genético humano y animal. Shostakovich, al parecer, intenta transferir cualidades humanas a animales.

—O al revés —dijo Jiaying.

Francesca asintió. Todo el mundo miró a Valentina, cuyo rostro enrojeció.

—Yo… no lo sabía —dijo—. Tienen que creerme. Tal vez sea algo completamente diferente. ¿No podría ser que las muestras hubieran sido descartadas porque estuvieran contaminadas? Tal vez por eso nadie se dio cuenta de que se había llevado algunas.

—El amigo de Hayato consideró una posible contaminación —dijo Francesca—. Sin embargo, algunos segmentos de ADN definitivamente contenían fragmentos de información genética humana. La parte principal era ADN animal.

—¿De qué animal? —preguntó Amy.

—Es difícil saberlo, ya que la persona que lo analizó no podía realizar extensas comparaciones. Parece que era una especie de mamífero.

—Una información interesante e importante —dijo la comandante—. Muy lista, Francesca, aunque por lo general no me gustan esas acciones furtivas. Pero ¿qué vamos a hacer al respecto? ¿Deberíamos enfrentarnos a Shostakovich? ¿Qué opina, Valentina?

La persona a la que iba dirigida la pregunta se veía muy infeliz. Martin la había creído cuando negó saber nada sobre el proyecto de investigación de su padre.

—No creo que fuera de alguna ayuda preguntarle sobre ello. Solo lo negaría todo —dijo Valentina con la cabeza gacha.

—Hay que ser más precavidos en el futuro —añadió Jiaying.

—Entonces, al menos, deberíamos tomarnos esto como una advertencia de que nuestro socio no es tan sincero con nosotros como finge ser —dijo Amy.

—No es mala persona —dijo Valentina—. Tal vez pensó que esa parte de su trabajo no era asunto suyo. Después de todo, todo eso trata de ingeniería genética.

—Podría ser —respondió Amy, pero Martin la vio fruncir el ceño, indicando que en realidad no lo pensaba.

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