Regreso a Encélado

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Recuperación » 4 de abril de 2049, ILSE

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4 de abril de 2049, ILSE

—Solo puede haber una posible conclusión: fue ella. Desde el principio, no me he fiado de ella.

Francesca no podía continuar sentada, y señaló a Valentina con su mano derecha vendada; la aludida solo sacudió la cabeza en silencio. Los rastros dejados por las lágrimas en su rostro revelaban que la rusa estaba muy afectada por este juicio. Naturalmente, no era un juicio de verdad, pero los papeles estaban distribuidos de un modo muy similar. Francesca, quien sufría más en esos momentos, era la demandante; Martin y Jiaying eran testigos; y la comandante tenía que actuar en papel de jueza. Martin podía ver que a Amy le desagradaba hacerlo. Ojalá la función de Marchenko no estuviera definida claramente. Actuaba como un detective que trabajaba para el tribunal. Martin confiaba en que él se mantendría imparcial mientras realizara esa labor.

—Primero, deberíamos recoger los datos antes de realizar acusaciones —dijo Amy.

—Últimamente he tenido problemas para dormir —explicó Martin—. Cuando desperté en mitad de la noche me di cuenta de que el contenido de oxígeno del aire era demasiado bajo. Además, no teníamos acceso a ninguna forma de comunicación. Ya sabéis cómo resolvimos el problema, pero estuvo cerca.

—Según mis datos, el contenido en oxígeno del aire en el anillo de habitación era correcto hasta que se disparó la alarma de incendios —dijo Marchenko, cuyo rostro apareció en la pantalla de vapor.

—¿Estás intentando decir que nos lo hemos imaginado? ¿Es que ha sido una alucinación colectiva? —preguntó Francesca, mirándole con rabia.

—Para nada. Estoy diciendo que la persona o personas responsables de ello consiguieron bloquearme por completo de esa parte de la nave.

—¿Tienes alguna idea de cómo se hizo? —preguntó Amy.

—Sí, creo que sí —comenzó a decir Marchenko—. ¿Os resultan familiares esas viejas películas de robos del último milenio, en las que los ladrones le muestran a los guardias viejas grabaciones en vez de imágenes en vivo de la cámara de seguridad? Debe haber sido algo similar.

—¿Y quién podría hacer eso?

—Martin por ejemplo, pero con toda probabilidad dejaría un rastro. Deben haberse cambiado archivos, y existir un historial con esos cambios… o debería existir. Podríamos usar este historial para reconstruir las manipulaciones, pero la persona o personas desconocidas también deberían de haber borrado esos registros. Se necesitaban extensos derechos de acceso.

—¿Cómo de extensos?

—En lo que respecta a derechos de administración, tú podrías haberlo hecho, Amy. Podrías haberle dejado la parte técnica a Martin.

—¿Se supone que esto es una broma? —La voz de Francesca subía por momentos—. ¡Fue ella! ¡Valentina!

—Solo estoy describiendo posibles escenarios. Se necesitaría la autorización de la comandante, o algo en ese mismo nivel.

—Tú tienes la contraseña maestra, Marchenko. ¿No podrías haberlo hecho tú también?

—Buen argumento, Martin. Sí, es cierto, y ni siquiera necesitaría a alguien para que me ayudase.

—Tal vez esa rusa te obligó de algún modo —dijo Francesca suavemente—. No quiero seguir atormentando a Jiaying, pero todos somos susceptibles de ser chantajeados.

Martin miró a su novia. Jiaying tenía la mirada gacha y respiraba con rapidez.

—Cualquier cosa que pudiera decir no nos ayudará —respondió Marchenko—. Podría estar mintiéndoos. O añadir que Watson también podría ser un sospechoso potencial si hubiera sido activado.

—Valentina podría haberlo encendido en secreto —dijo Francesca.

—¿Y luego le chantajeó para que intentara matarnos?

—Puede ser —dijo Francesca, desafiante.

—¿Y si quien ha causado esto no está a bordo? —dijo Jiaying en voz baja.

Marchenko repitió en esencia lo que había dicho Jiaying.

—¿Y si quien ha causado esto no está a bordo? Esa es otra posibilidad, por supuesto. Todo podría haber sido preprogramado o iniciado con una señal de radio desde la Tierra.

—Si viniera del exterior, entonces las personas que murieran habrían sido seleccionadas al azar —dijo Martin.

—No necesariamente, porque el programa puede comprobar dónde estaba cada uno en ese momento.

—Esto no nos va a llevar a ninguna parte. Para mí, la cuestión decisiva parece ser por qué la persona o personas responsables se tomarían todo este trabajo —dijo Amy—. Empecemos por el motivo.

—¿Avaricia o celos?

—¿Celos, Martin? —Francesca le miraba como si le hubiera contado un mal chiste.

—Deberíamos considerar todas las posibilidades —respondió—. Valentina podría haberse enamorado perdidamente de Marchenko y querría eliminar a toda la competencia. Los demás solo habríamos sido daños colaterales.

—Oh, bueno —dijo Amy—. ¿No habríamos notado algo durante las últimas semanas?

Martin se encogió de hombros.

—No tengo ni idea. Sin embargo, cosas como esta suceden, a veces, cuando una pareja va en serio.

—Bueno… entonces la avaricia. Vais a mencionarlo de todos modos —intervino Valentina—. Mi padre quiere ganarse la posesión completa de ILSE antes de lo planeado. La expedición fue solo un pretexto. Tan pronto como todos fuerais eliminados, yo daría la vuelta.

—¿Es ese el caso? —preguntó Martin, enarcando una ceja.

—Claro que sí, en tu imaginación —dijo ella, reclinándose con los brazos cruzados.

—Valentina, estábamos luchando por nuestras vidas, ¡mientras tú te encontrabas tranquilamente sentada en el módulo de mando, y supuestamente no te diste cuenta de nada! ¡Tienes que comprender que queramos hacerte preguntas! —Francesca casi adoptó una posición de boxeo mientras profería sus últimas acusaciones.

«Espero que no ataque a Valentina», pensó Martin.

—Tal vez tu escenario no esté tan lejos de la verdad —dijo Amy—. No significa que sepas algo acerca de esto. Quizás tu padre esté moviendo los hilos sin que tú te des ni cuenta.

—¡No puedo creerlo! —dijo Valentina—. A menudo me peleo con él, pero no es esa clase de hombre… ¡y ya tiene todo lo que quiere! Pero sin importar lo que pasara, juro que yo no sabía nada de eso.

Amy asintió.

—Llegados a este punto, parece que hemos llegado a un punto muerto. No veo más pistas que podamos usar para desentrañar todas estas preguntas. ¿Y tú, Marchenko?

—Por desgracia, el atacante trabajó demasiado bien. Tampoco puedo encontrar rastros de transmisiones por radio. El hecho de que esto sucediera en el rango de los asteroides de Shostakovich es una posible pista.

—Eso también significaría que estaremos a salvo una vez nos alejemos lo suficiente.

—Exacto, comandante. Dentro de dos o tres semanas, tal interferencia externa ya no será posible.

—Si algo volviera a suceder, entonces la has cagado, Valentina —siseó Francesca mientras hacía un gesto como de cortarse la garganta, y en ese momento parecía una amenaza creíble. Martin bien podía imaginarse a la piloto de combate Francesca bombardeando a los insurgentes de Oriente Medio hacía diez años.

—Voy a dar una orden ejecutiva —dijo Amy—. Francesca, tú y yo vamos a intercambiar nuestras habitaciones. Yo compartiré el sector con Valentina, y tú estarás con Martin y Jiaying.

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