Radio

Radio

Leonardo Dzhordanovich Erazmov


No se podía estar adentro
ni ver, ni oír, ni hablar de aquello.
Pero en la noche, un par de horas,
pegado al radio de onda corta,
más feliz en cada vez,
¡podía escaparme de este mundo!

¡Radio!
¡Mi radio!
Me elevo y en el éter floto,
mis oídos son mis ojos.
¡Radio!
¡Mi radio!
Y puedo oír, saciar por fin
mi viajero frenesí.

Pertenecer nunca pudimos
ni ver, ni hablar, ni interferirlo.
Se prohibieron melodías
extranjeras y «nocivas».
Mas cada noche fui feliz,
¡podía escuchar al mundo entero!

¡Radio!
¡Mi radio!
Me elevo y en el éter floto,
mis oídos son mis ojos.
¡Radio!
¡Mi radio!
Y puedo oír, saciar por fin
mi viajero frenesí.

Me oculté y tan febril
en mi radio me subí.
Mis oídos eran alas,
en mis manos yo cantaba.
Lejos fui cuando sonó,
la música me transportó.
Libre así por todo el mundo,
¡no hay fronteras!, ¡ya no hay muros!

¡Radio!
¡Mi radio!
Me elevo y en el éter floto,
mis oídos son mis ojos.
¡Radio!
¡Mi radio!
Y puedo oír, saciar por fin
mi viajero frenesí.



Publicado en Manuscrito V

Report Page