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Tercera parte. El beneficio de Cristo » Tiziano » Capítulo 38

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Ferrara, 2 de octubre de 1551

Chiú ha servido aguardiente. Una frase y una despedida rápida, hacia la residencia de los Miquez.

Beatrice está de pie al lado de una gran pajarera. Un zorzal de las Indias picotea una manzana que tiene en su mano.

Cada vez que la veo comprendo por qué no tengo ya tantas ganas de irme por ahí a recuperar tipos como Manelfi. Me quedo mirándola en espera de que repare en mi presencia.

—¡Ludovico! ¿Es que quieres meterme miedo, ataviado así?

—Perdóname, pero no me ha dado tiempo de ponerme más presentable.

—Aquí tengo un mensaje de João para ti.

—João-João.

Me vuelvo de golpe hacia la jaula y Beatrice rompe a reír:

—Es sorprendente cómo consiguen imitar la voz de los humanos.

Me alarga la hoja sellada.

A simple vista es para quedarse perplejo: una secuencia de frases que exaltan la vida campestre.

—Prueba con esto. —Beatrice me da una delgada lámina de hierro agujereada, del tamaño de la página—. Es nuestro código de familia. Lo usamos desde hace muchos años para protegernos de los ojos indiscretos. Solo tienes que superponer la falsilla a la hoja.

Los espacios cortados en la lámina aíslan las palabras, fragmentos de frases, sílabas, que adquieren de repente sentido:

Un nuevo. perro. de la campiña romana. alemán. cazador. de malas hierbas. Escruta. lee. aconseja. Siempre dentro. la casa de fieras. no enseña. el rostro. ayuda a los pastores a contar el rebaño. a. separar el grano de la paja. Sirve al amo. sin. ponerse el traje. No buscar. volver. a la. laguna. Buscan. el pintor. Nuevas. llegarán.

Un hombre de Carafa colaborando con el inquisidor veneciano. Alemán. Laico.

Busca a Tiziano.

Qoèlet.

Ya estamos.

Lo que debo hacer.

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