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10. TERAPIA

Es como cuando la tal Avril me pregunta: «¿A ti qué es lo que te deprime?» y pienso: pues los Hibs, la lluvia y eso. Entonces pienso que no, porque cuando a los Hibs les va bien a veces me sigo deprimiendo, así que las dos cosas no siempre coinciden. Aunque por supuesto preferiría ver a los muchachos de verde esmeralda cumpliendo y esas cosas. Pero en realidad es una excusa; bueno, la lluvia puede que no, porque la lluvia siempre me pone triste. Cuando era más joven, pinchar un tema solía ayudar, pero ahora no puede ser, porque la mayor parte del vinilo viejo ha desaparecido, tío; lo vendí en las tiendas de segunda mano. ¡Ay, esa caminata por el Walk hasta Vynil Villains, y el montante recaudado invertido en pillar brown,[8] prepararla y metérmela en vena! Hasta Zappa ha desaparecido, tío; me refiero a Frank Zappa, no a Zappa el gato y tal. Me esfuerzo tanto por mantenerme alejado de la brown, pero me gusta el speed y hay cantidad de pasta base rulando por aquí en estos momentos y cuando estás de bajón llegas a tener auténtica ansia de un poquito de brown para quitarle mordiente y eso.

La piba del grupo este, Avril, piensa que a todos los mendas presentes nos hace falta un proyecto, tío; algo para combatir el aburrimiento, para dar a nuestras apáticas existencias un poco de estructura y de dirección. La verdad es que no tengo nada que reprocharle al concepto como tal, tío; a todos nos hace falta, es sencillamente imprescindible. «La próxima vez que vengas, quiero que hayas pensado en algo que seas capaz de hacer», dice, tamborileando con el boli sobre esos dientes blancos como perlas.

Fuá, tío, esos piños me provocan unos malos pensamientos que te pasas, pero no debería pensar en Avs de esa forma, porque es buena chica y tal.

Aunque está bien pensar en algo un poco animado porque últimamente mis reflexiones han sido pura y espeluznantemente negras del todo y eso. El caso es que en lo que más he pensado es en dejar esta ciudad para los restos, como solía decir el Vic Godard del Johnny Thunders. Ahora ya es una obsesión, tío, sobre todo cuando me entra la depre. La primera vez que se me pasó por la cabeza fue en el trullo, mientras leía el libro aquel. En realidad nunca he sido un tío de letras, pero me puse a leer el Crimen y castigo, del gachó ruso ese.

El caso es, tío, que me costó un rato largo que me molara; descarao. Parece que toda la peña rusa esa tenga dos nombres, así que resultaba tope confuso. Es curioso, porque desde los tiempos de XA poli tax, aquí hay mogollón de gachós que no tienen nombre alguno, al menos oficialmente, así que vaya una cosa por la otra.

Pero ahí me teníais: metido en una celda con aquel viejo tocho de árbol muerto. Y con el tiempo acabó gustándome la tira. El caso es que me dio una idea para un chanchullo y tal. Un pasteleo para resolver todos los problemas; los que he causado, digamos, a fuerza de ser yo mismo, supongo. Lo cierto es que en el mundo moderno existe una especie de selección natural y a decir verdad no es el tipo de movida en la que uno encaje. Los tíos como yo se han extinguido. No podemos adaptarnos, así que no podemos sobrevivir. Un poco como el tigre de dientes de sable. Pero lo curioso es que yo nunca entendí cómo pudo extinguirse esa especie, cuando había felinos menos macarras que sobrevivieron. A ver si me explico, que en una bulla limpia y eso te jugarías la guita a que el dientes de sable forraba a cualquier otro felino común y corriente, incluso a un tigre de los de andar por casa. Enviadme vuestras respuestas en una postal, tíos, justo por encima de la línea de puntos.

El caso es que conforme te vas haciendo mayor, la movida esta de las taras de personalidad te va minando cada vez más. Hubo una época en la que solía decirle a todos los maestros, jefes, peña del paro, tipos de la poll-tax y magistrados, cuando me decían que era un deficiente: «Eh, tranqui, tíos, yo soy yo y punto, sólo que estoy metido en una movida diferente de la vuestra, ¿vale?». Pero ahora tengo que reconocer que a lo mejor esos pavos me tenían coscado. Cuanto más mayor te haces más sustancial la somanta que te llevas. Los golpes hacen más mella. Es como lo del Mike Tyson ese con el boxeo, ¿sabes? Cada vez que te pones las pilas para volver al cuadrilátero, falta un cachito más. Así que la vuelves a cagar. Psi, es que no estoy hecho para la vida moderna y punto pelota, tío. A veces la movida va de tranqui, y acto seguido me entra un pánico total y vuelvo a las viejas andadas. ¿Qué le voy a hacer?

Somos mogollón los que tenemos defectos, tío. Los míos son el jaco, el jaco y el jaco. Sólo que es una pena que una misma persona tenga que pagar tantas veces por un solo defecto. Claro que también soy un chori, pero si dejara los picos en serio, entonces puede que dejara de chorizar, o al menos me cortaría un poco.

La verdad es que no creo que la movida esta de la terapia me haga mucho bien. A ver, que cada vez que hablo con los notas estos aún siento el tirón del caballo, tío. Nunca desaparece. Podemos racionalizarlo y analizarlo, pero en cuanto sales de la habitación, piensas en pillar. Una vez salí de una reunión e iba caminando aturdido, y antes de saber dónde estaba, aporreaba la puerta de Seeker. Desperté de mi inercia y ahí estaba, llamando a la puerta azul. Salí pitando de naja calle abajo antes de que nadie abriera.

Pero lo del grupo me hace ilusión. Como que está bien eso de que alguien agradable te escuche. Y la tal Avril es una tía maja y eso. Y tampoco es tan pija. Te preguntas si ella misma habrá pasado por todo esto o si no son más que rollos universitarios. No es que quiera poner a parir el rollo universitario, porque si yo me hubiera hecho con un título a lo mejor ahora no estaría metido en todo este lío. Pero cada gachó y gachí ha pasado o pasará por algo grande y malo en su vida; es una enfermedad terminal que no tiene escapatoria. Pero que ninguna, tío.

La fauna de por aquí va desde los asilvestrados tope hostiles a los que son demasiado tímidos para maullar siquiera. Una de las tías, Judy se llama, sí que es rara. Se pega siglos sin decir ni pío, pero cuando empieza, no para de largar. Y son como rollos totalmente personales, cosas de las que yo nunca sería capaz de hablar en público.

Como ahora, tío. Me resulta de lo más bochornoso y me entran ganas de taparme la cara con las manos, como hace mi chavalín cuando se siente tímido. «Y yo era virgen y después de haber hecho el amor me metió un chute de jaco. Esa fue mi primera vez…», dice la tal Judy, completamente en serio.

«Pues para mí que era un cabrón», suelta Joey Parke. Parkie es el mejor amigo que tengo en este sitio, pero menudo tío. Desbocado, tío, es peor todavía que moí. Se le da bien no pegarle al tema, pero no puede permitirse ni el menor desliz, cosa que yo sí he podido hacer de tanto en tanto. A ver, que ese se echa una copita de vino con su chica durante una agradable cena a la luz de las velas, un traguito nada más, y dos semanas más tarde te lo encuentras en un antro craquero dale que te pego.

Pero la tal Judy está pero que bien mosqueada con el nano. «¡Tú no le conoces! ¡No sabes lo maravilloso que es! ¡No te atrevas a decir nada sobre él!».

Judy no es una tía que tenga mal aspecto, además, pero se nota que las drogas la han convertido en bruja antes de tiempo. Utilizamos el polvo blanco para echarte una maldición brujeril, muñeca. Perdona.

No es como Avril, la piba al mando. Es una tía delgadita con un cabello rubio platino resplandeciente en coleta y unos ojos como intensos pero no espitosos y tal, como cargados de energía pero no perturbados, si pillas por donde voy. Y a Avs no le gusta que levanten la voz. Esta tía siempre dice que se puede lidiar con el conflicto de forma positiva. Y cuando lo piensas tiene razón, además, pero supongo que sólo tratándose de según qué peña y tal. A ver si me explico, que no podrías lograr que tipos como Franco Begbie o Nelly Hunter o Alec Doyle o Lexo Setterington o algunos de los tíos que conocí en el trullo, como Chizzie o Hammy o Cracked Craigy dijeran: «Eh, tío, ¿por qué no lidiamos de manera positiva con este asunto conflictivo?». No funcionaría, tío, es que no funcionaría. No lo digo con ánimo de faltar a esa clase de tíos, pero ellos tienen su propia forma de hacer las cosas y tal. Pero Avs es lo bastante enrollada para manejar a los de la cuerda de Joey y Judy. «Creo que deberíamos tomarnos un descanso», dice. «¿Cómo lo veis los demás?».

Judy asiente con gesto triste y Joey Parke se encoge de hombros. Una gachí fornida —Monica se llama— no dice nada, se limita a chuparse el pelo y morderse el dedo. Tiene unos brazos tipo jamoneros, ¿sabes?, y no es que tenga que avergonzarse ni nada de eso. Le sonrío a Avs y digo: «Por mí, de cine. Me vendría bien un café y un poco de fumeque y tal. El chute de cafeína, tío, eso va a misa, ¿que no?».

Avs me devuelve la sonrisa y noto un pequeño revuelo en el pecho, porque es chachi que una chavala te sonría. Y esa sensación de dicha no dura mucho, cuando me doy cuenta de que hace mucho tiempo que no hago sonreír a mi Alison así.

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