Perfecta

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Capítulo 7

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Capítulo 7

Una tensión espesa y caliente pendía como un palio sobre la caballeriza cuando Zack pasó junto a los presentes y se encaminó hacia el set en penumbras. Sam Hudgins ya se encontraba junto a la cámara ubicada en el piso, y Zack se detuvo frente al par de monitores conectados a las lentes de ambas cámaras, que le permitían ver exactamente lo que enfocaban. Le hizo una seña con la cabeza a Tommy y las cosas comenzaron a moverse en la secuencia prevista.

—¡Luces! —ordenó al asistente de dirección.

Se oyó el sonido metálico de los interruptores y los gigantescos reflectores cobraron vida, inundando el set con una luz calurosa y blanca. Zack se metió las manos en los bolsillos y estudió las imágenes de ambos monitores. Nadie hablaba, nadie tosía, nadie se movía, pero él apenas tenía conciencia del silencio poco habitual. Durante años había compensado lo que le faltaba en la vida enfrascándose por completo en su trabajo y bloqueando todo lo demás; en ese instante volvió a hacerlo sin necesidad de realizar un esfuerzo consciente. Por el momento, la escena que estaban por filmar era lo único que importaba; esa escena era su hijo, su amante, su futuro, y escudriñó cada detalle de lo que se veía en ambos monitores.

Arriba, en los andamios, un asistente y un electricista esperaban instrucciones para mover una luz o cambiar el ángulo de un reflector si era necesario. El jefe de sonido estaba ubicado detrás de la cámara del piso, esperando indicaciones, y había otros dos electricistas junto a una grúa, que miraban al segundo camarógrafo que se encontraba sentado a seis metros de altura para poder tomar la escena desde ese ángulo. Había una serie de utileros listos para mover cualquier detalle de la escena que Zack quisiera que se cambiara de posición; el sonidista tenía los auriculares colgando del cuello, listo para ponérselos, y la script sostenía el guión en una mano y un cronómetro en la otra. A su lado, una asistente de producción escribía en la claqueta el número que marcaría la toma cuando Zack diera orden de iniciar el rodaje. Tony y Rachel esperaban a un lado.

Satisfecho, Zack asintió y miró a Sam.

—¿A ti qué te parece?

El director de fotografía apoyó un ojo en el visor de la cámara para echar una última mirada.

—Esa mesa me molesta un poco, Zack —dijo, sin apartar el ojo de la cámara—. Yo la acercaría más a los fardos de pasto.

Al oírlo, dos utileros se adelantaron, tomaron la mesa y la fueron moviendo de a un centímetro por vez, observando a Sam quien, sin apartar el ojo de la cámara, los dirigía con una mano levantada.

—Allí está bien. Exactamente allí.

Ansioso por empezar a filmar, Zack miró al camarógrafo ubicado sobre la grúa.

—¿Les? ¿Cómo lo ves desde allí?

—Lo veo bien, Zack.

Después de mirar por última vez a su alrededor, Zack le hizo una seña a Tommy para que hiciera la rutinaria advertencia de silencio y atención, aunque en el set reinaba el silencio de una tumba.

—¡Silencio, por favor! Todos a su lugar. Éste no es un ensayo. Haremos directamente una toma.

Tony y Rachel se ubicaron en sus respectivos lugares marcados en el piso, y mientras un maquillador pasaba un poco de polvo sobre la frente sudorosa de Tony y una encargada del vestuario alisaba la blusa del vestido de Rachel, Back comenzó a hacer su habitual recapitulación de la escena que estaban por filmar.

—Bueno —dijo con tono cortante y decidido—, ya conocen la historia y su fin. Tal vez podamos lograrlo de primera intención. Si no es así, utilizaremos esta toma como un ensayo. —Miró a Rachel, pero se dirigió a ella con el nombre del personaje, como lo hacía siempre—. Johanna, tú entras en la caballeriza sabiendo que allí, en alguna parte, te espera Rick. Sabes lo que él quiere de ti. Le tienes miedo, y él te teme a ti. Cuando empieza a tratar de seducirte, tu decisión se debilita, pero sólo algunos instantes... y deben ser instantes muy calientes —terminó diciendo Zack, decidiendo que no era necesario especificar el tipo de pasión que esperaba ver entre ella y su amante en la vida real—. ¿Comprendido? —preguntó—. ¡Muy calientes!

—Comprendido —contestó ella, y sólo un parpadeo de sus ojos verdes traicionó cierta inquietud ante lo que estaba por hacer frente a una cantidad de gente.

Zack se volvió hacia Tony, que ya estaba en su lugar.

—Hace más de una hora que esperas aquí a Johanna —le recordó en tono cortante—. Temes que no venga y te odias por desearla. Estás obsesionado con ella, y piensas en la posibilidad de ir a la casa y decirle a la hija, al ama de llaves, a cualquiera que te quiera escuchar, que te has acostado con ella. Te sientes humillado porque te ha estado evitando y porque tienes que encontrarte con ella en la caballeriza, mientras el marido duerme en su cama. Cuando llega y pasa a tu lado sin verte, toda la furia y la angustia que durante meses han estado creciendo en tu interior, explotan. La aterras, pero en cuanto la tocas vuelves a desearla y estás decidido a lograr que ella también te desee. La obligas a besarte y percibes su respuesta inicial. Pero cuando Johanna cambia de actitud y empieza a luchar, ya te has dejado llevar tanto por la pasión que no puedes creer que quiera que te detengas. Y no lo crees hasta que ella toma el arma y te apunta. Entonces te enfureces. Pierdes el control. Agarras el arma y cuando se dispara estás demasiado enfurecido para comprender que ha sido accidental. Toda la pasión y la obsesión, que ella te inspira, se convierte en ira mientras luchas por quitarle el arma. La pistola se dispara por segunda vez, Rachel se desploma en el piso y entonces dejas caer el arma... estás enfermo de remordimientos y de miedo porque te das cuenta de que está malherida. Oyes a Emily... vacilas y luego huyes. —Incapaz de ocultar por completo el odio que sentía, Zack agregó con tono ácido—: ¿Te sientes capaz de hacerlo?

—Sí —contestó Austin con sarcasmo—. Creo que soy capaz.

—Entonces hazlo y terminemos de una vez con esta charada nauseabunda —retrucó Zack, sin poder contenerse. Se volvió hacia Rachel para agregar— Tú no pensabas usar el arma contra él, y cuando se dispara quiero que demuestres que estás horrorizada... tan horrorizada que no reaccionas con suficiente rapidez cuando te apunta a ti.

Sin esperar respuesta, Zack se volvió hacia Emily y le habló con voz más suave.

—Emily: tú oyes los disparos y entras a caballo. Tu madre está herida pero consciente, y comprendes que no es una herida mortal. Estás aterrorizada. El amante de tu madre huye hacia su camión, y tú tomas el teléfono y llamas una ambulancia. Después llamas a tu padre. ¿De acuerdo?

—¿Y qué pasa con Tony... es decir, Rick? ¿Yo no debería dar unos pasos como si pensara perseguirlo, o tomar el arma como si pensara ir tras él?

Normalmente todo eso habría sido cubierto en un ensayo y Zack comprendió que había sido un tonto en creer que podían hacer la toma directa, sin ensayarla, sobre todo porque desde el día anterior pensaba en la posibilidad de que no fuera Rachel quien disparara el primer tiro, aunque eso fuera lo que marcaba el guión. Después de una breve vacilación, meneó la cabeza ante la pregunta de Emily.

—La primera vez lo haremos tal como está escrito. Después, si es necesario, improvisaremos. —Miró al elenco y al equipo técnico—. ¿Alguna pregunta? —dijo en tono cortante. Esperó algunos instantes y al ver que nadie hablaba, le hizo una seña a Tommy.

—Adelante —dijo.

—Corten el aire acondicionado —ordenó Tommy. El sonidista se puso los auriculares, ambos camarógrafos se inclinaron hacia adelante y Zack se colocó entre la cámara y los monitores para poder ver al mismo tiempo los monitores y a los actores.

—Luz roja, por favor —pidió, para que las luces rojas se encendieran fuera de la caballeriza indicando que estaban filmando—. Cámara. —Esperó la confirmación de que las cámaras y el sonido estuvieran rodando a la velocidad indicada.

—¡Rodando! —exclamó el camarógrafo de la grúa.

—¡Rodando! —exclamó Sam Hudgins.

—¡Sonido! —dijo el sonidista.

—¡Márquenla! —ordenó Zack y la asistente de producción se adelantó con rapidez para colocar frente a la cámara de Sam la claqueta que marcaba el número de toma y de secuencia.

—Escena 126, toma 1 —anunció, repitiendo lo que estaba escrito en la claqueta. Golpeó ambas partes de la claqueta para que los editores de la película pudieran sincronizar el sonido con la acción y se hizo a un lado con rapidez.

—¡Acción! —ordenó Zack.

Rachel entró en la caballeriza desde un costado, moviéndose nerviosamente. Miró de un lado a otro, con el rostro convertido en una máscara de terror, aprensión y excitación.

—¿Rick? —preguntó con voz temblorosa, y cuando el amante oculto extendió una mano hacia ella, su grito ahogado fue perfecto.

Parado junto a la cámara, con los brazos cruzados sobre el pecho, Zack lo observaba todo con ojos entrecerrados y mirada impersonal, pero cuando Austin empezó a besar a Rachel y la arrastró hacia los fardos de pasto, todo empezó a andar mal. Austin estaba incómodo y su actuación era poco natural.

—¡Corten! —gritó Zack, furioso al comprender que a ese paso posiblemente se vería obligado a observar a Austin manoseando y besando repetidas veces a su mujer. Se adelantó a la luz y dirigió al actor una glacial mirada de desprecio—. En mi cuarto de hotel no la estabas besando como un chiquilín inepto, Austin. ¿Por qué no repites esa escena en lugar de esta actuación de aficionado que nos estás ofreciendo?

Austin se puso colorado como la grana.

—¡Dios, Zack! ¿Por qué no actúas como un adulto en este asunto...?

Ignorándolo, Zack se volvió hacia Rachel, quien lo miraba echando chispas por los ojos, y le habló con una crudeza poco común.

—Y en cuanto a ti, se supone que también estás caliente, y no soñando con arreglarte las uñas mientras él te manosea.

Las dos tomas siguientes fueron buenas, y todo el equipo lo supo, pero en ambas oportunidades Zack las detuvo antes de que Rachel pudiera tomar el arma, y los obligó a repetirla. En parte lo hizo porque de repente le producía una perversa satisfacción obligarlos a repetir en público los actos adúlteros que lo habían hecho quedar como un imbécil, pero sobre todo porque sentía que la escena todavía no era perfecta.

—¡Corten! —gritó, interrumpiendo la cuarta toma y adelantándose.

Austin se levantó del fardo de pasto, furioso y dispuesto a pelear, abrazando a Rachel, en quien por fin había surgido la sensibilidad suficiente, como para que también ella se sintiera avergonzada y furiosa.

—¡Mira, sádico hijo de puta, en esas últimas dos tomas no hubo nada de malo! Fueron perfectas —gritó Austin, pero Zack lo ignoró y decidió probar la escena con los cambios que había considerado el día anterior.

—¡Cállense la boca y escuchen! —ordenó de mala manera—. Vamos a probar esto de otra manera. A pesar de lo que pensó el autor al escribir esta escena, la realidad es que cuando Johanna dispara contra su amante, aunque sea accidental, pierde toda nuestra simpatía. El hombre ha estado sexual y emocionalmente obsesionado con ella, y ella lo ha usado para colmar sus propias necesidades, pero nunca tuvo la menor intención de abandonar a su marido por él. Así que Johanna tiene que ser herida antes que él, porque si no Rick se convierte en la única víctima en esta película, y en el fondo lo que nos está diciendo el argumento es que todos somos víctimas.

Zack oyó el murmullo de sorpresa y aprobación que surgía de todos los presentes, pero no lo necesitaba para reforzar su decisión. Ahora sabía que tenía razón. Lo sabía con el mismo instinto visceral que le había permitido ganar la Nominación de la Academia por una película que parecía de segunda clase hasta que él se encargó de dirigirla. Se volvió hacia Rachel y Tony, que, a pesar de sí mismos, parecían impresionados por el cambio, y les habló con tono cortante.

—Una vez más y creo que lo tendremos. Lo único que tienen que hacer es invertir el final de la lucha por el arma, para que la primera en resultar herida sea Johanna.

—¿Y después qué? —preguntó Tony—. ¿Qué hago al darme cuenta de que la he herido?

Zack se detuvo un instante a pensar y enseguida contestó con decisión:

—Entonces deja que ella se apodere del arma. No fue tu intención herirla, pero ella no lo sabe. Retrocedes, pero ella tiene el arma y te apunta, llorando... por sí misma y por ti. Sigues retrocediendo. Rachel —dijo, volviéndose hacia ella, enfrascado en sus pensamientos—, quiero verte sollozar, después cierra los ojos y aprieta el gatillo. —Enseguida Zack volvió a su posición inicial—. Márquenla...

La asistente se colocó frente a la cámara con la claqueta.

—¡Escena 126, toma 5!

—¡Acción!

Ésa sería la última toma, una toma perfecta...

Zack lo supo al ver a Austin aferrando a Rachel y obligándola a recostarse contra los fardos de pasto, devorándola con las manos y los labios. En ese momento no había diálogo, pero después se grabaría el sonido, de modo que cuando Rachel tomó el arma y la esgrimió entre ambos, Zack la urgió a luchar con más fuerza.

—¡Lucha! —ladró. Y en un arranque de ironía agregó—: ¡Imagina que soy yo!

La frase dio resultado, porque Rachel se retorció y golpeó con furia los hombros de Tony, hasta apoderarse del arma.

Más tarde se incluiría un verdadero disparo en la banda de sonido, en lugar del suave pop de la bala de fogueo que había en el arma, y Zack observó a Tony que se la quitaba de las manos y esperó el momento ideal de la lucha para ordenar el disparo. En ese instante Tony apretaría el gatillo, y Rachel caería hacia atrás y apretaría el paquete de sangre falsa que llevaba oculto en el hombro. ¡Ése era el momento!

—¡Disparo! —gritó Zack y el cuerpo de Rachel se estremeció con violencia cuando el tiro explotó con fuerza en la caballeriza, resonando contra el techo de chapas metálicas.

Todo el mundo quedó petrificado, momentáneamente inmovilizados por el sonido inesperado del tiro cuando sólo debió haberse oído el pop del disparo de fogueo. Rachel se deslizó lentamente de los brazos de Tony y se desplomó al piso, pero la falsa mancha de sangre no se extendió por su hombro.

—¿Qué mierda...? —empezó a decir Zack, adelantándose velozmente. Tony ya se inclinaba sobre ella, pero Zack lo alejó de un empujón—. ¿Rachel? —dijo, volviéndola.

Tenía un pequeño orificio en el pecho del que apenas comenzaba a manar un hilo de sangre. El primer pensamiento coherente de Zack, mientras pedía a gritos que alguien fuera en busca de la ambulancia y de los médicos, mientras le buscaba el pulso inexistente, fue que esa herida no podía ser fatal. Rachel apenas sangraba, la herida estaba más cerca de la clavícula que del corazón, y además había médicos a pocos pasos de distancia, como lo requería la ley. Se había desatado un pandemónium; se oían aullidos de mujeres, gritos de hombres, y el equipo se acercaba formando una sofocante multitud.

—¡Atrás! —gritó Zack, y como no podía encontrarle el pulso a Rachel, empezó a hacerle respiración boca a boca.

Transcurrió una hora mientras Zack permanecía junto a las puertas de la caballeriza, algo alejado de los demás, esperando noticias de la horda de médicos y policías que rodeaban a Rachel. Había coches patrulla y ambulancias, estacionados por todo el parque, y sus atemorizantes luces rojas y azules giraban en la noche silenciosa y húmeda.

Rachel estaba muerta. Lo presentía, lo sabía. Ya se había enfrentado una vez con la muerte, conocía su rostro. Pero a pesar de todo, no podía creerlo.

La policía ya había interrogado a Tony y a los camarógrafos. Ahora empezaban a interrogar a todos los que se hallaban presentes cuando sucedió. Pero no le preguntaban a Zack lo que él había visto. Y, con la escasa capacidad que le quedaba para pensar, a Zack le resultó muy extraño que no quisieran hablar con él.

Entonces vio algo que le heló la sangre. Los policías que habían acordonado toda la zona, se abrían para dar paso a un coche oscuro. Zack alcanzó a leer el emblema que tenía inscripto en la puerta: “Investigador del Condado”.

Todos los demás también lo vieron. Emily empezó a sollozar en brazos de su padre y Zack oyó la salvaje maldición que lanzó Austin, seguida por un reconfortante murmullo de palabras pronunciadas por Tommy. Diana miraba fijo el coche del investigador, con el rostro pálido y tenso, y todos los demás simplemente... se miraban unos a otros.

Pero nadie lo miraba a él ni trataba de acercársele. A pesar de que lo prefería, y pese a su estado de confusión total, a Zack eso le resultó un poco extraño.

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