Perfect

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Capítulo 36

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CAPÍTULO 36

Me encanta que tengamos tantas posibilidades de comunicarnos. Teléfonos móviles, mensajes de texto, correos electrónicos, Facetime, Skype…, pero no hay nada que pueda compararse con una nota manuscrita o una carta. Son mucho más íntimas y personales. Es evidente que tardan más en llegar, pero por algunas cosas vale la pena esperar.

Estaba en la habitación del bebé, sentada en la mecedora que mis padres nos habían regalado. Faltaban dos meses para que la pequeñina llegara al mundo. Le pedía a la vida que, si tenía que marcharme, me dejara al menos poder verle la carita una vez.

Noah se acercó y se quedó mirándome desde la puerta.

—Ahí estás. ¿Qué estás tramando? —me preguntó.

—Estoy escribiendo más notas.

—¿Por qué? —dijo sin poder evitarlo.

Le sonreí. Noah entendía que necesitaba escribir las notas, pero no le gustaba.

—No hagas eso.

—¿El qué?

—No te hagas el tonto. No se te da bien.

—Me acabas de dar en las narices con mis propias palabras. —Se echó a reír y se acercó a mí. Se inclinó y me besó en la coronilla—. Bien, podrás leérselas tú misma cuando crezca un poco.

Alcé la cara hacia él. No dejaba de maravillarme lo mucho que lo amaba. Lo conocía desde el día en que nací, y cada día que pasaba lo amaba más. Sabía que, aunque me fuera de este mundo, seguiría enamorada de mi caballero de armadura de plástico.

Sabía que Noah estaba aterrorizado por el porvenir. Nunca hablaba de ello, pero lo veía en sus ojos cada vez que alguien sacaba el tema. Yo quería tomar parte en la educación de Halle, incluso aunque no estuviera a su lado físicamente. Aquel día, en la consulta del doctor Lang, habíamos decidido que no recibiría quimioterapia hasta después de que naciera Halle. Era arriesgado, sobre todo con los antecedentes de mi otro cáncer, que había sido muy agresivo, pero era un riesgo que tenía que correr por mi hija.

Había empezado a escribirle notas a Halle esa misma noche. Tenía que asegurarme de que recibía su agradecimiento y su despedida, por si acaso no llegaba a conocerla, y sabía que el presente era el momento perfecto para hacerlo.

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