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LEXY

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L exy se estremeció con el trueno inesperado, sabiendo que era cosa del gemelo de Dhark. Se encontraban ya en el Bayou, moviéndose con mucho cuidado.

Un mensaje entró en el móvil de Jhensen, que enarcó una ceja al leerlo y se lo enseñó a ella:

Madison a salvo, se me escapó el traidor. Encuentra a Marion. D.

—No te separes de mí. Estoy empezando a arrepentirme por no obligarte a quedarte en la mansión —ladró Jhensen, furioso.

Lexy, como respuesta, sacó su arma. El vampiro la miró enfadado.

—Te seguiré —dijo la detective mientras mostraba sus dos armas.

En un momento dado, Jhensen detuvo su exploración, miró a Lexy y le indicó que se parara. Entonces escucharon un ruido y se tensaron. Jhensen con un gesto le señaló el camino hacia el lugar de donde procedía el sonido. Apreciaron una silueta en el suelo. Quedaron impresionados al reconocer a la vampiresa Marion en mal estado, salpicada de sangre y atada de pies a cabeza. Lexy la soltó.

—Marion, despierta —le suplicaba al tiempo que la iba desatando.

Jhensen vigilaba en posición de ataque, aunque también le dijo:

—Vamos, preciosa, despierta, tenemos que salir de aquí.

Entonces Marion abrió los ojos con un gesto de confusión y miró a Lexy directamente a los ojos.

—Mierda, pensé que te habíamos perdido —dijo Lexy.

—¿Tú?

—Si esperabas a alguien más, siento decepcionarte, pero ahora debemos darnos prisa. Cassidy volverá y no le daremos el gusto de terminar su puñetera misión.

—No puedo, estoy muy débil, es mejor que se vayan —dijo señalando las heridas en su vientre y cerca de su pecho.

—No creas que te voy a dejar aquí a merced de ese psicópata.

—Lárguense de una vez, ¿qué esperan?

—Lo que necesitas es alimentarte —concluyó Lexy al verla tan débil.

—Uhhh. ¿Te estás ofreciendo como mi cena? —le preguntó con un gesto de dolor en el rostro.

—Si tienes que beber de mí, entonces hazlo, pero de una maldita vez.

Marion se levantó tambaleándose. Jhensen se impresionó al verla tan debilitada.

—Necesita alimentarse —volvió a decir Lexy.

—No voy a alimentarme de ti, ni lo sueñes, humana, sería muy humillante.

—Entonces lo harás de Jhensen.

—Con mucho placer —le dijo con un tono de malicia en su voz.

Jhensen palideció ante tal sugerencia.

¿Es que había dicho algo inapropiado?

—Jhensen, qué estás esperando, aliméntala, no tenemos tiempo.

Marion se rio llena de burla.

—¿Qué demonios sucede?

—Humana ingenua, nunca pongas a tu macho en esa posición, no tienes idea de lo que pasaría si yo bebiese de Jhensen.

—Me importa una mierda, beberás de Jhensen.

Miró a su compañero con impaciencia, señalándole a Marion con la mano.

—Jhaenia, no puedes pedirme eso.

—Lo acabo de hacer, no pienso abandonarla aquí.

Jhensen se acercó con semblante serio y se arrodilló para ponerse a la altura de las dos.

—Si yo bebo de tu hombre habrá consecuencias serias, es mejor que me dejen. Más les vale atrapar al traidor.

—Jhaenia, si lo hago será como serte infiel —anunció Jhensen casi en un susurro.

—¿De qué demonios hablan?

—Compartir la sangre entre dos vampiros es algo muy íntimo y sagrado, si yo bebo de la vena de tu macho me sentiré con derechos sobre él. ¿Quieres tenerme en medio de tu relación, humana?

—Beberás y no se hable más.

Jhensen negó con la cabeza.

—Mi guerrero, por favor, hazlo por mí.

—¿Estás segura?

Afirmó con un gesto, inquieta en el fondo porque no entendía bien la situación del todo. Jhensen se mordió el dorso de su muñeca y se la ofreció a Marion.

—No digas que no te lo advertí —murmuró Marion.

Lexy la miró confundida, la vampiresa aceptó el privilegio de la sangre de Jhensen y se le alargaron los colmillos. Su compañero se le acercó para facilitarle las cosas, entonces Marion se le lanzó a por su mano y empezó a beber desenfrenada. Jhensen cerró los ojos y apretó la mandíbula, Marion se le arrojó a los brazos, él la recibió en su pecho, con un semblante de total confusión. Lexy entreabrió los labios cuando la vio contornear su cuerpo como si…

¿Acaso estaba gimiendo el nombre de su hombre?

Cuando por fin entendió lo que sucedía, un sentimiento que no supo descifrar se apoderó de su interior, pero no dijo nada y siguió observando atónita.

¿Marion estaba experimentado algo parecido al acto sexual?

Lo cierto era que se apretaba contra Jhensen y este terminó por envolverla entre sus brazos para inmovilizarla. No supo cuántos minutos se quedó observando; Jhensen la miraba a los ojos negando con la cabeza; estaba sudando y tenso por momentos, como si estuviera luchando contra sus instintos naturales.

¿Acaso aquel acto también lo excitaba?

A Jhensen se le alargaron los colmillos, empezó a sacudirse de Marion y se separó de ella abruptamente, rompiendo aquel contacto íntimo.

—Basta, basta. Es suficiente —murmuró con un hilo de voz.

Marion respiraba entrecortadamente y soltó un juramento. Lexy tragó saliva ante todo aquello, pero acabó por decir, nerviosa:

—Larguémonos ya. ¿Estás bien?

La pregunta iba dirigida a Jhensen, que no se movía del suelo y también respiraba agitado.

—No vuelvas a pedirme algo remotamente parecido —se quejó su hombre vampiro.

—Nunca —le dijo con media sonrisa.

Cuando los tres se recompusieron del incómodo momento, salieron a toda prisa por un camino que Jhensen les fue señalando, pero fueron detenidos por una voz que Lexy reconoció enseguida. Era Cassidy, desafiante y mostrando sus afilados colmillos.

Marion y Jhensen se pusieron en posición de ataque, protegiendo a Lexy.

—Qué conmovedora escena. Mi adorada detective junto a sus guardianes vampiros —anunció el malhechor con arma en mano y media sonrisa.

—Ahora no te escaparás, maldito infeliz —amenazó Jhensen.

—Detective, realmente me ha sorprendido, es una lástima que su flamante carrera se acabe cuando derribe a estos dos imbéciles.

—Sobre mi cadáver —escupió Jhensen.

Los tres vampiros se disponían a luchar. Lexy se tensó ante aquello, preocupada por Marion, no recuperada del todo. Cuando buscó sus armas, soltó una maldición al no encontrarlas.

Joder, las había dejado en el piso cuando estaban auxiliando a Marion.

De pronto, algo fuera de toda lógica estremeció a los cuatro, algo giraba y giraba alrededor, abrumándolos por completo. Hasta que, por fin, la imagen de un hombre enorme cubierto por una capa negra y una melena abundante de cabello largo se materializó frente a Cassidy, a quien tomó del cuello. Este acabó de rodillas soltando maldiciones. La enorme figura se giró hacia Marion y Jhensen.

—¿Quién eres tú? —preguntó Marion.

—¡Oh! No tenía previsto conocerlos, guerreros.

Marion se le fue encima y aquel siniestro vampiro la agarró por el cuello.

—Arrodillaos, guerrera —le ordenó con una voz ronca y muy varonil.

Ella así lo hizo y no se movió. Jhensen se volvió a Lexy para ordenarle que corriera, pero ella se quedó inmóvil.

—Identifícate, vampiro —exigió Jhensen al tiempo que apuntaba con su daga al recién llegado.

—Os aconsejo que no me retéis —advirtió el vampiro.

Corrió hacia Jhensen y lo estrelló contra un árbol y de igual forma que a los otros le ordenó que se arrodillara, lo que hizo inmediatamente. Lexy no salía de la impresión.

¿Qué demonios estaba pasando?

—Corre, Lexy, corre —gritó Jhensen, alarmado y furioso.

Quiso hacerlo, pero el recién llegado se interpuso en su camino y la miró con una sonrisa de lo más galante. Lexy parpadeó varias veces, aquel individuo tenía un halo de superioridad y una hermosura que cegaba a cualquiera. Su corazón palpitó con violencia. Era totalmente diferente a todas las criaturas que había conocido hasta ese momento. Lo examinó con cierto temor y entreabrió los labios al ver aquellos ojos grandes, vivaces y ardientes.

—Oh, no, no. No temáis, preciosa humana, Lexy es tu nombre, ¿cierto?

El misterioso personaje tomó su mano y posó un beso con mucha delicadeza.

—Suéltala, te mataré si le haces daño —gritaba Jhensen, pero el vampiro hizo como si no lo escuchara.

—Sí, señor —le dijo Lexy sabiendo que estaba bajo su influencia.

—Qué falta de cortesía por mi parte, no me he presentado como es debido. Vlad Khovanskiy, para servirla.

—Eres el maldito desgraciado que tiene a mi padre —gritó Marion a su espalda.

—Lexy, no se asuste, no corréis ningún peligro a mi lado. De hecho, os confieso que me comporto mejor con los humanos que con las criaturas de la noche. Son más civilizados y eso me agrada.

—Por favor, no les haga daño—le suplicó con temor.

—Tenéis mi palabra, pero dadme un minuto, necesito aclarar una situación con la guerrera Marion.

Vlad caminó hacia Marion y esta lo miró gruñendo.

—Perdéis el tiempo, guerrera, yo también busco a tu padre.

—¿Acaso no lo tienes en tu poder?

—Por supuesto que no. Os prometo que lo encontraré, hasta entonces confiad en mí, aunque por tu mirada desdeñosa veo que no confías en nadie, ¿me equivoco?

Marion soltaba imprecaciones, pero no se movía de su posición.

—¿Qué demonios quieres de nosotros? —exigió saber Jhensen, que también luchaba por moverse, sin lograrlo.

Lexy entreabrió los labios y quiso mover su cuerpo, con idéntico resultado.

¿Quién demonios sería esa criatura?

—Interesante pregunta. Deseo tantas cosas… pero dime, tu rostro me resulta familiar, creo que os he visto con los gemelos.

—Soy Jhensen.

—¡Oh! ¡El líder de los vampiros de New Orleans!

Jhensen soltó un juramento. Vlad se giró hacia Lexy y le dijo:

—¿Veis?, todas las criaturas se dejan dominar por sus instintos. Ven aquí, dulce Lexy.

Alzó el brazo y ella hizo caso a pesar de los ruegos de Jhensen.

—Escuchad, soy un amigo y un aliado valioso. Solo vine para asegurarme de que los medallones sean entregados a la shaire Cassia. ¿Ya los encontraron?

—No, señor, no tenemos idea.

—Eso lo podemos solucionar. Dadme un minuto.

Vlad de dos zancadas se acercó a Cassidy y lo levantó por el cuello.

—¿Dónde están los amuletos, maldito bastardo?

—Los tiene mi maestro. Se los entregué hace unos minutos.

—¿Dónde está tu maestro?

—No lo sé, pero… ¿quién demonios eres tú? ¿Cómo puedes manipular la voluntad de un vampiro?

—No estáis en posición de interrogar —le dijo alzando el tono de su voz.

Vlad soltó al asesino que cayó al suelo estrepitosamente. Después, se acercó hasta Jhensen y le dijo:

—Me han sorprendido esta noche, pero es preciso que encontréis los amuletos, encárgate de hacerlos llegar a tiempo.

—¿Cómo sabías que estábamos aquí?

Vlad hizo caso omiso y se dirigió a Lexy, a quien dijo, muy galantemente:

—Ha sido un placer conoceros, hermosa dama, tengo el presentimiento de que nos volveremos a encontrar.

Volvió a besarla en la mano.

—Voy a llevarme al prisionero, tendréis noticias mías muy pronto, Jhensen.

—No puedes, debemos interrogarlo.

—Lo haré por ustedes, ocúpense de lo importante, los medallones…

Y desapareció con Cassidy, a toda prisa.

—Maldita sea, Vlad, acabaré contigo —gritó Marion furiosa.

—¿Quién era ese personaje? —se preguntó Lexy, conmocionada y en voz alta.

—¿Estás bien, Jhaenia?

—Sí.

—Nadie sabe quién es ese tipo, pero ya viste, posee poderes extraordinarios.

—Mierda, no puedo recordar su rostro —dijo Marion.

—Ni yo —añadió Jhensen.

Lexy trató de recordar aquel rostro, pero tampoco pudo hacerlo.

 

 

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