Orígenes Adamantino, ¿hereje o santo?

Orígenes Adamantino, ¿hereje o santo?

Hacha de Bonifacio
Icono de Orígenes, hecho en IA.

Tratándose de un más que prolífico escritor que vivió en torno al siglo II d.C., Orígenes de Alejandría no puede sino ser una de las figuras más importantes a la hora de observar lo que fue la Iglesia Primitiva, contándose su testimonio entre los más antiguos de las prácticas y creencias de la religión. Autor de homilías, comentarios, tratados teológico-filosóficos y apologías, éste varón se cuenta entre los más relevantes a la hora del estudio de la fe cristiana, habiendo demostrado con su propia sangre que creía en las cosas que enseñaba cuando no temió a la tortura durante la persecución del emperador Decio. Su influencia es patente en grandes santos como San Gregorio Taumaturgo (quien fue su pupilo por al menos cinco años), San Firmiliano de Cesárea, San Alejandro de Jerusalén (mártir que siempre promovió la empresa evangelizadora de Orígenes), San Hipólito de Roma (mártir), San Pánfilo (mártir que redactó una obra en defensa de la persona de éste alejandrino), y especialmente San Atanasio (Doctor de la Iglesia, defensor fervoroso de la ortodoxia, cuyo Símbolo de Atanasio es un credo de la más altísima autoridad), entre otros muchos otros amigos del Señor tanto en Oriente como en Occidente.
Con todo lo antedicho, uno puede pensar que bien puede y debe ser contado entre los Padres de la Iglesia por parte de los católicos. Y, efectivamente, así sería... si no fuese que para muchos no es sino un hereje que no sólo no comprendía la religión sino que la mezclaba impíamente con doctrinas paganas tomadas del platonismo, y llegó a demostrar su nivel demencial de error en actos tan terribles como auto-emascularse. En su nombre se levantaron sectas heréticas que fueron condenadas por la Santa Iglesia Católica por sostener dogmas tan extraños como la salvación universal de cuantos seres existen —Satanás incluído—, la creencia en que Cristo habría de encarnarse en la sustancia de los astros y también de los demonios para volver a atravesar Su Pasión, y otros tantos inventos perversos que nada tienen que ver con la fe que reveló el Dios Vivo por medio de Jesucristo Su Unigénito.

No siendo sino un grave error para el Pueblo de Dios que se cuente entre los bienaventurados a un promotor del engaño, e igualmente siendo terrible que se desprecie a un siervo del Altísimo como si hubiese sido un enemigo de la Esposa de Cristo mientras que el mismo Señor lo tiene en Su Gloria, es menesteroso, pues, que como cristianos sepamos de quién hablamos antes de condenar o ensalzar a quienquiera que sea. Y, siendo Orígenes una de las personalidades más importantes a la hora de consultar la Tradición como de estudiar la exégesis de las Escrituras y el sentir de la Iglesia Primitiva, es particularmente pertinente estudiar el caso de éste egipcio del segundo siglo tras la Encarnación para no errar al evocar su persona, y tampoco ser convencidos por los herejes que a lo largo de milenios usaron y usan su nombre para secundar sus mentiras. Con tal fin, éste artículo presentará una apología —sin dudas no la primera— de la ortodoxia de Orígenes, sea así posible entender cómo los mismísimos doctores y mártires de la Iglesia pudieron defender y amar a quien los enemigos del Pueblo de Dios cuentan entre los suyos. Se brindará primero una presentación de la persona de éste antiguo cristiano, y luego se expondrán las comunes acusaciones dadas contra él, para finalmente ofrecer un balance al respecto.

¿Quién fue Orígenes?

Tortura de Orígenes, de Jan Luyken.

La breve presentación que sigue está tomada del libro De Viris Illustribus de San Jerónimo y de la Enciclopedia Católica. Nacido en el país de Egipto mientras desde Roma imperaba Septimio Severo, cerca del año 185 d.C., Orígenes de Alejandría (apellidado Adamantino) fue el hijo de un cristiano llamado Leónidas, quien abrazaría la corona del martirio cuando Orígenes tenía tan sólo diecisiete años, habiendo el hijo exhortado al padre a que persevere con coraje sin temer a morir por la causa del Evangelio. Habiendo quedado así, a tan joven edad, con el deber de cuidar de su madre y de sus seis hermanos, estando en la absoluta pobreza (pues la propiedad que tenían les había ido confiscada por confesar a Cristo), se dedicó a escribir y vender manuscritos de su autoría, y encontró trabajo en educar a los catecúmenos en las varias iglesias de Alejandría, además del mecenazgo de una dama egipcia que admiraba los talentos del joven. Su actividad lo llevó a suceder a Clemente de Alejandría en la escuela catequética de la ciudad, siendo colocado en tal puesto por el Patriarca de Alejandría Demetrio. Pronto su escuela se llenó bajo su tutela de paganos neófitos y catecúmenos, de los que luego varios serían confesores y mártires de la religión. Conforme su situación mejoró, conservando una vida siempre austera y piadosa, el Adamantino se dedicó a completar su educación estudiando a los filósofos, fundamentalmente a Platón y a los estoicos, lo que se manifiesta en el gran manejo de la filosofía que está siempre presente a lo largo de su corpus literario. Tras esto aprendió la lengua de los hebreos, y realizó una serie de viajes, entre los que se cuentan el visitar «la antiquísima iglesia de Roma» (en palabras de él mismo, evocadas por Eusebio de Cesárea, su gran admirador, en la obra Historia Eclesiástica), Arabia, Palestina, Antioquía, Grecia, y también Tierra Santa, siendo ordenado presbitero en Jerusalén (para descontento del patriarca alejandrino, el mismo Demetrio ya mencionado, que al no estar enterado de la consagración la juzgó ilícita y decretó la expulsión de Orígenes de la propia ciudad, aunque antes de morir lo incitó a volver).

A lo largo de su vida cosechó una muy gran fama, ganándose el odio de enemigos del cristianismo como Porfirio (filósofo, apóstata de nuestra religión y devenido en neoplatónico discípulo de Plotino, quien atacó al Adamantino —a quien conoció personalmente cuando joven— en su libro contra los cristianos). Al llegar a los sesenta años escribió su famosa apología Contra Celso, en la que refuta los ataques de aquél pagano contra nuestra fe. En el año 250, el emperador Decio lanzó una terrible y sanguinaria persecusión contra los cristianos, en la que Orígenes eventualmente cayó preso y fue sometido a las más terribles torturas, todo el tiempo negándose a renegar de Jesucristo y escribiendo cartas llenas de piedad. Logró sobrevivir al emperador, y tras la muerte de aquél fue liberado de su cautiverio, si bien con el cuerpo profundamente afectado por haber enfrentado tantas torturas, y no alcanzó a vivir otro año que a causa de los daños falleció a la edad de sesenta y nueve. Se lo enterró en Tiro, en lo que hoy es el Líbano, tras el altar mayor de la catedral de la ciudad, donde pronto sus restos fueron venerados como los de un confesor, y peregrinos iban a visitar su sepulcro. Por desgracia de aquella catedral sólo quedan ruinas, y se desconoce el paradero de sus reliquias, pero de las obras que escribió han sobrevivido multitud de tomos profundamente apreciados por bienaventurados de todas las epocas.

¿De qué se lo acusa?

Pocos nombres fuera de los propios autores de las Escrituras fueron tan disputados como el de Orígenes para intentar defender las doctrinas tanto de los ortodoxos como de los heterodoxos. De uno y otro lado se lo han atribuído o lo han condenado, como en el caso de los protestantes, donde el heresiarca Martín Lutero lo reprobaba como más cercano a los maniqueos que a la enseñanza apostólica (de lo que el alemán lo acusa en su Comentario al Génesis, Volumen II) y como a un hombre engañado por la filosofía pagana, mientras que otros como el infame Zuinglio lo tenían por referente. Para poder entender el por qué tantas opiniones encontradas en torno a un solo hombre, es menester conocer las acusaciones principales que existen contra su persona, y observar el testimonio de las palabras del propio Adamantino en torno a los dogmas que se le achacan.

Orígenes enseñando a sus alumnos, de Jan Luyken

Acusación I: Apología de la auto-castración.

Desde muy antaño se puso en circulación la historia de que Orígenes, siendo tan ciego en su amor por la castidad, queriendo demostrar que estaban totalmente fuera de él los deseos impuros de la carne, y abrazando una interpretación desquiciada del pasaje del Evangelio según Mateo sobre el ser «eunuco para el Reino de los Cielos» (Mateo 19:12), en un golpe de furor se amputó a sí mismo los genitales. Tal tremenda anécdota es relatada por nada menos que Eusebio de Cesárea, quien como ya se dijo en la presentación de la vida del Adamantino era su admirador, y la muestra no como una historia vergonzosa (si bien juzga una torpeza de su parte haber entendido el Evangelio así) sino como todo un mérito y muestra del fervor de éste cristiano:

Para cumplir la palabra del Salvador y, al mismo tiempo, alejar de los incrédulos toda oportunidad de escándalo —pues, aunque joven, se reunía para el estudio de las cosas divinas tanto con mujeres como con hombres—, llevó a la práctica la palabra del Salvador.
Pensaba que esto no lo sabrían muchos de sus conocidos. Pero le era imposible, aunque lo deseaba, mantener en secreto tal acción.
Cuando Demetrio, que presidía aquella parroquia, se enteró por fin de esto, admiró mucho la audacia del acto, y como percibía su celo y la autenticidad de su fe, inmediatamente le exhortó a la valentía, y le instó aún más a continuar su obra de instrucción catequética.
~ Historia Eclesiástica, Libro VI, Capítulo VIII

Es éste testimonio de Eusebio el origen de la acusación, y quienes la han evocado para atacar al Alejandrino hacen eco de lo que contó éste hombre. Y, si fuese sólo Eusebio el medio por quien podemos conocer la vida y obra de Orígenes, bien podríamos aceptar sin más su testimonio y dar por sentado que, efectivamente, el aclamado exégeta se castró fruto de una exégesis bastante impensada; después de todo, no tiene razones para mentir, siendo que toda la vida admiró profundamente al catequista egipcio. Empero, antes de tomar la palabra de Eusebio, conviene oír al propio Orígenes, que escribió un comentario al Evangelio según Mateo en donde justamente comenta éste pasaje:

Muchos han creído que, como resultado de las dos eunuquizaciones físicas [que se enuncian en el pasaje del Evangelio], la tercera eunuquización debía ser también física, y se han atrevido a eunuquizarse a sí mismos, por analogía con las primeras eunuquizaciones, por temor de Dios, sin duda, pero sin embargo equivocadamente, y han atraído sobre sí el reproche, y tal vez incluso el escándalo, no sólo entre los que se apartan de la fe, sino también entre los que pueden entender [¿pensar en?] cualquier acción humana mejor que aquellas [acciones] que producen sufrimiento y mutilación física (por un imaginario temor a Dios o un excesivo amor a la abstinencia) o mejor que aquella persona que, sin importarle nada más, se somete a tal acción. [...] [Otro grupo de personas] ha dado un significado saludable al tercer tipo, diciendo que significa el corte de la pasión del alma a través de la Palabra.
~ Comentario al Evangelio según Mateo, Capítulo XV

Es muy difícil de creer que Orígenes, acusado tantísimas veces de no tener reparos en tachar de alegorías o metáforas los pasajes de las Escrituras, tendiendo a negar la literalidad de los pasajes bíblicos, sin embargo ahora sea acusado de defender la castración por interpretar literalmente las palabras del Redentor. Por suerte sus propios escritos sobrevivieron hasta nuestros días, y, como vemos, una vez más su interpretación de las Escrituras se vuelca en el sentido espiritual de lo que se transmite ahí. Aún si la acusación es presentada por un admirador para nada mal intencionado de éste exégeta, ¿tomaremos la palabra de Eusebio sobre Orígenes por encima de las del propio alejandrino, sabiendo además que si por algo se lo conoce a éste último es por no quedarse nunca en el sentido superficial de cuanto narra la Biblia?

Acusación II: Libre interpretación de la doctrina (¿Sola Scriptura?).

Algunos acusan al Adamantino de ser opuesto a la idea católica de ortodoxia, siendo que para él lo importante es la interpretación particular de las Escrituras, como si hubiese sido un proto-luterano; con esto tratan de plantar a la Iglesia de los primeros siglos como un mero rejunte de sectas variopintas con doctrinas diversas, concluyendo que no existía entonces (y, por ende, tampoco debe existir ahora) una idea de "cristianismo" como doctrina consolidada y única. Tal acusación es totalmente arbitraria, y él mismo la condenó, manifestando que en todo sólo tomaba por verdadera parte de la religión lo que enseñase la Iglesia desde la Tradición Apostólica:

Como hay muchos que creen tener las opiniones de Cristo y, sin embargo, algunos de ellos piensan de modo distinto a sus predecesores, puesto que todavía se conserva la enseñanza de la Iglesia, transmitida en ordenada sucesión desde los apóstoles y que permanece en las Iglesias hasta nuestros días, sólo debe aceptarse como verdad lo que no difiere en nada de la tradición eclesiástica y apostólica.
~ De Principiis, Prefacio

Tengase esto en mente al abordar el resto de acusaciones contra él. ¿Puede acaso tacharse de hereje quien sólo quiere seguir lo que la Iglesia de Cristo confiese por doctrina?

Acusación III: Universalismo de la salvación, hasta para el Diablo.

Otra concepción típica es la de que Orígenes predicaba que, con el pasar de los tiempos, eventualmente todo volvería al Padre (idea conocida como apocatastasis, y que ha recibido interpretaciones no necesariamente ligadas con el universalismo, como la de Juan Escoto Eriúgena) y serían salvos; no sólo seres humanos como Caín o Judas Iscariote, sino también ángeles caídos como Satanás.

Tal acusación de herejía contra el Adamantino corría ya en tiempos de San Agustín de Hipona, a quien le pidieron que la refutase:

En verdad, [los seguidores de los libros de Orígenes] propagaron que el fuego eterno, con el que son castigados los pecadores, ni es verdadero fuego ni es eterno; afirmando que se llama fuego al castigo de la propia conciencia, y que eterno no es igual que perpetuo, según la etimología griega, a la que añaden también el testimonio latino, pues se dijo: «por la eternidad y por el siglo del siglo», posponiendo a eterno esta última expresión. Y de este modo, todas las almas de los pecadores, después de purificada su conciencia, volverán a integrarse en la unidad del cuerpo de Cristo. También quisieron afirmarlo del diablo, aunque no tuvieron aceptación, pues dijeron que su sustancia, habiendo sido hecha buena, no puede perecer, y una vez liberada totalmente de su malicia sería salvada.
~ A Orosio, contra los priscilianistas y origenistas

Conviene, empero, destacar que lo que se está atacando aquí es la predicación de una secta que tiene a Orígenes por referente de su doctrina, y no necesariamente los libros del Alejandrino, que no son citados en ningún momento. Tal cosa, per se, no dice nada del propio autor, pues existieron y existen multitud de sectas que se jactan de seguir la enseñanza de figuras emblemáticas aunque nada tengan que ver realmente con sus enseñanzas, como es el caso de los gnósticos que se atribuían seguir una gnosis heredada de Santo Tomás Apóstol o Santa María Magdalena, o el caso de los calvinistas y jansenistas que dicen seguir la teología de San Agustín.

No obstante lo que se acaba de decir, hay pasajes de Orígenes que se pueden juzgar sugerentes de esta herejía, puntualmente en el primer libro de su obra De Principiis, capítulo VI, donde dice así:

El fin del mundo, entonces, y la consumación final, ocurrirán cuando cada uno sea sometido al castigo por sus pecados; un tiempo que sólo Dios conoce, cuando Él otorgará a cada uno lo que se merece. Pensamos, en verdad, que la bondad de Dios en Cristo, llevará a todas sus criaturas a un final; hasta sus enemigos serán conquistados y sometidos. [...] Pienso que este es el mismo sometimiento por el que también nosotros deseamos someternos a Él, por el cual los apóstoles también fueron sometidos, así como todos los santos que han sido seguidores de Cristo. Porque el nombre “sometimiento”, por el que nos sometemos a Cristo, indica la salvación que proviene de Él y que pertenece a sus siervos. [...] Si alguno de estos órdenes [de espíritus inmundos] que actúan bajo el gobierno del diablo, y obedecen sus perversos mandatos, se convertirán en un mundo futuro a la rectitud debido a que poseen la facultad de la libre voluntad, o si la perversidad persistente y empedernida puede ser cambiada por el poder del hábito en naturaleza, es un resultado que tú mismo, lector, puedes aprobar, si ni en estos mundos presentes que se ven y son temporales, ni en los que no se ven y son eternos, esta parte [de los seres] ha de diferir totalmente de la unidad y adecuación final de las cosas. [...] Yo pienso que de esto parece deducirse que cada naturaleza racional puede, al pasar de un orden [i.e. condición, si es que se está en gracia o condenado] a otro, ir a través de cada uno a todos, y avanzar de todos a cada uno, estando sujeta a diversos grados de éxito y fracaso, según sus propias acciones y esfuerzos, realizados en el goce de su poder de libertad de la voluntad. [...] Cómo serán las cosas, sin embargo, es conocido con certeza sólo por Dios, y por aquellos que son sus amigos a través de Cristo y el Espíritu Santo.

En lo antedicho se ve la especulación teológica del alejandrino, en la que alcanza una opinión que juzga plausible, a la que no llega como si la evocase desde la doctrina apostólica sino desde su propia línea de razonamiento filosófico: en un mundo futuro puede que el diablo y los demonios, según el empleo que hagan de su propia voluntad, sean partícipes de la salvación, si es que el hábito de su maldad no se ha tornado en naturaleza, lo que deja a discreción del lector. En otras palabras: si el Diablo o cualquier demonio quisiera, Dios no le negaría la salvación, pero no concluye éste pensador si es que pueden quererlo aún o el hábito de la perversión los obstinó para siempre.

Conviene destacar que en esto no hay sino disertación filosófica pura, que Orígenes no concluye como definitivas estas especulaciones, y que entiende la salvación de cualquier ser como un acto de sometimiento voluntario a Dios, lo que supondría que en el caso de Satanás y sus secuaces estos se arrepintieran deseosos de participar de la amistad del Señor. Tal cosa es una consecuencia de la noción de libertad que defiende el Adamantino, según la cual todos somos libres de decidir en todo momento. No obstante, él mismo entiende que quizá esto no sea así, y en realidad sean ya incurables los ángeles caídos en su inclinación hacia el mal, cosa que pondera al decir que quizá «la perversidad persistente y empedernida puede ser cambiada por el poder del hábito en naturaleza».

Si esto no fuese suficiente para demostrar la falta de culpabilidad de cargo de herejía en esta obra de Orígenes, la cual fue controvertida ya mientras él aún vivía, conviene ver lo que él mismo dijo defendiéndose de estas acusaciones:

Algunas de esas personas que se complacen en acusar a sus vecinos presentan, contra nosotros y nuestra enseñanza, el cargo de blasfemia; aunque, de nosotros, nunca han oído nada por el estilo. Que se cuiden de cómo se niegan a tomar en cuenta esa solemne advertencia, que dice que «los maldicientes no heredarán el reino de Dios» [1 Co. 6:10], cuando declaran que yo sostengo que [Satanás,] el padre de la maldad y de la perdición, y aquellos que son expulsados del reino de Dios han de ser salvados —cosa que ningún hombre puede decir, aunque esté fuera de sí y manifiestamente loco.
~ Carta a amigos de Alejandría

Verdaderamente esta es una de las acusaciones más terribles contra Orígenes, pues lo reduce a un auténtico enemigo de la religión que banaliza la necesidad de la piedad y la vida de los santos que vivieron según la recta doctrina. La misma se basa en las especulaciones que el Alejandrino manifestó en su libro De Principiis, el cual pretendía buscar respuestas a asuntos que, hasta ese entonces, la Iglesia no había tratado (téngase en cuenta que habla desde el siglo II d.C., por lo que su obra se cuenta entre los primerísimos intentos de desarrollar la teología en la Nueva Alianza). No debemos, si queremos ser justos, acusarlo de las cosas que él condenó tan solo por las interpretaciones que algunos puedan sacar de sus obras, pues hasta de las Sagradas Escrituras se pueden sustraer dogmas perversos si se las interpreta con malicia, como hicieron los herejes de todos los tiempos.

Acusación IV: Subordinación de las personas divinas (anti-trinitarianismo).

Esta calumnia es un abuso muy deshonesto de la condición en la que vivió Orígenes: en el siglo segundo y tercero después de Cristo, antes que todos los grandes teólogos que pulieron el lenguaje de la religión para que se comprenda óptimamente lo que se ha de entender en la doctrina de la fe, antes incluso del Concilio de Nicea por el que se impuso definitivamente cómo se ha de confesar nuestro Credo. Ni siquiera el Símbolo de San Atanasio, formulación de la verdad de Dios Trino y Uno por antonomasia, estaba disponible para éste egipcio; sólo la prédica de los pastores de la Iglesia. Aprovechándose de esto, algunos han tomado el lenguaje ambiguo a ratos que el Adamantino usó para hablar de la naturaleza de Dios en algunas de sus obras como una proclamación de su imaginario rechazo por la idea de una Santísima Trinidad, o su supuesta creencia en que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo poseían distintos grados de majestad, poder y gloria. Veamos, en cambio, lo que profesaba el propio Orígenes respecto de la Santísima y Augustísima Trinidad:

El que es regenerado por Dios para salvación tiene que ver tanto con el Padre como con el Hijo y el Espíritu Santo, y no obtiene la salvación si no es con la cooperación de toda la Trinidad [...] Nada en la Trinidad puede ser llamado mayor o menor, ya que la fuente de la divinidad sola contiene todas las cosas por Su palabra y razón, y por el Espíritu de Su boca santifica todas las cosas que son dignas de santificación, como está escrito en el Salmo: "Por la palabra del Señor fueron fortalecidos los cielos, y todo su poder por el Espíritu de Su boca". [...] No hay diferencia en la Trinidad, sino que lo que se llama don del Espíritu se da a conocer por medio del Hijo, y es operado por Dios Padre.
~ De Principiis, Libro I, Capítulo III

¿Hacen falta más pruebas de su ortodoxia en éste respecto?

Acusación V: Transmigración, o temporalidad de la beatitud y de la condenación.

Hay que confesar en este punto, antes de refutarlo como corresponde, un error cierto de la cosmovisión del Adamantino, y es que creía que las almas pre-existían al cuerpo (o, más bien, al nacer), si bien las consideraba creadas, como dice en su obra De Principiis, Libro II, capítulo IX: «Puesto que esas naturalezas racionales, que hemos dicho anteriormente que fueron hechas en el principio, fueron creadas cuando no existían previamente, como consecuencia de este mismo hecho de su inexistencia y comienzo de ser, son necesariamente cambiantes y mutables; puesto que cualquier poder que hubiera en su sustancia no estaba en ella por naturaleza, sino que era el resultado de la bondad de su Hacedor». Y, además, consideraba que la diferenciación entre los ángeles y los hombres se debía al mérito: quienes permanecieron en la amistad de Dios siempre fueron ángeles, quienes obraron ligeramente mal devinieron en los astros del firmamento (pues él sospechaba que eran seres con alma, pero es una cuestión sin relevancia religiosa realmente, y él mismo lo confiesa así antes de comenzar con la especulación respectiva en su obra De Principiis), quienes obraron particularmente mal se volvieron seres humanos y, quienes obraron aún peor, demonios. Estos puntos son los únicos quizá en los que Orígenes se apartó verdaderamente de la enseñanza estrictamente ortodoxa, si bien no porque discrepara con la Iglesia sino más bien porque simplemente la Esposa de Cristo no se había manifestado en la enseñanza de estos respectos aún, y estaba deseoso de dar una explicación fundada en la filosofía sobre estos temas; además, él mismo no consideraba estar enseñando dogma en estos respectos, sino su mera conjetura.

A razón de estos francos errores en los que cayó el Adamantino, sumada la malintencionada acusación —ya refutada aquí— de que defendía la restauración de cuantos enemigos de Dios hay, algunos sostuvieron que según él las almas reencarnan constantemente, oscilando por toda la eternidad entre la santidad, la vida mundana y la condenación, pudiendo el que hoy es un hombre común mañana ser un arcángel, luego un astro celeste, luego un demonio, y así ir mudando de naturaleza y condición por los siglos de los siglos. Pero esto nada tiene que ver con la opinión del alejandrino, quien bien enseñó sobre la perpetuidad de la santidad:

Qué es lo que refrenará la libertad de la voluntad en las edades futuras para evitar que [las almas de los redimidos] vuelvan a caer en el pecado, nos lo enseña el Apóstol con una breve declaración, diciendo: "El amor nunca decae." Por eso se dice que el amor es mayor que la fe y la esperanza, porque será lo único por lo que ya no será posible pecar. Porque si el alma ha ascendido a este estado de perfección, de modo que ama a Dios con todo su corazón y con toda su mente y con todas sus fuerzas, y ama a su prójimo como a sí misma, ¿qué lugar habrá para el pecado?
~ Comentario a la Epístola de los Romanos, Libro V, Capítulo X

Del mismo modo, considera Orígenes que hay seres que por su propia elección se han hecho a sí mismos como de la naturaleza de la maldad y la mentira, tal cual es el caso del Anticristo que habrá de venir, y en esto expone que hay quienes, por sus decisiones personales, son condenados eternamente:

[El Anticristo] ya no será culpable si, en sustancia, no es otra cosa que una mentira. Si uno compara con esto lo que se dice en Ezequiel sobre aquel que, a causa del mal, ha cambiado de modo que se ha convertido en destrucción, «Te has convertido en destrucción, y no existirás para siempre», apoyará del mismo modo la posibilidad de que alguien pueda ser de la mentira, no por su sustancia desde la creación, sino habiéndose convertido en tal y habiendo sido dotado de tal naturaleza, si se me permite una expresión novedosa, por el cambio y su propia elección. 
~ Comentario al Evangelio según San Juan, Libro XX, párrafo 174

A su vez, considera él que Dios no le niega la salvación al Diablo, sino que él mismo no la desea, y tampoco sus secuaces, por lo que están de igualmente condenados para siempre:

En nuestra opinión, ni siquiera el mismo demonio era incapaz del bien; pero aunque capaz de admitir el bien, no por ello lo deseaba también, ni se esforzaba en pos de la virtud. [...] [Los demonios constituyen un] segundo orden de criaturas racionales [junto con el primer orden de ángeles santos que no desean caer y los humanos que pueden elegir si quieren la maldad o la gracia de Dios], que se han entregado a la maldad en un curso tan precipitado, que no quieren más que no pueden retractarse; la sed del mal es ya una pasión, y les imparte placer.
~ De Principiis, Libro I, Capítulo VIII

En esto se ve eficazmente que, si bien la metafísica de la libertad origenista supone que en todo momento se es libre de actuar, es posible que los hábitos y el ejercicio indebido de nuestra capacidad de elección nos obstinen para siempre en la maldad. No está de más compartir un pasaje donde condena explicitamente la idea de reencarnar, al comentar un pasaje de los profetas:

La Divina Escritura se refiere habitualmente y con frecuencia a la morada o a la posición por el nombre de sus habitantes, y del mismo modo, se refiere a los habitantes por el nombre de la morada. Así, al decir "si una tierra peca", se refiere a los habitantes de la tierra por el término "tierra"; por esta razón, los seres humanos y el ganado serán expulsados de ella. Y, alternativamente, si la "actitud terrenal" peca (pues naturalmente tiende a pecar), los humanos y el ganado serán alejados de ella —es decir, la gente [más] bestial y la gente más racional. Porque no es posible decir que esta tierra [física] que pisamos es racional, y que peca, como algunos han imaginado. Pues si concedemos esto, es hora de llamar animadas a todas las cosas, y de argumentar a favor de los que hablan de reencarnación.
~ Fragmento sobre Ezequiel 14:13

Así mismo expresó también su conocimiento de que la Revelación habla de penas eternas y no de meros castigos purgativos:

El primer ay [i.e. calamidad], en esta vida, corresponde al hecho de ser malvado e impío, y no tener la "visitación" de Dios; el segundo ay corresponde a los castigos después de esta vida. Y [dice el profeta que] "habrá anuncio sobre anuncio" —quizá refiriéndose al anuncio evangélico que, tras las numerosas amenazas de los profetas sobre las penas eternas, da cuenta claramente de la Gehenna y de los demás tormentos interminables.
~ Fragmento sobre Ezequiel 7:26

Antes de proceder, conviene entonces sintetizar lo que es la idea general origenista en cuanto a la salvación:

  1. Dios Uno y Trino creó cuantas cosas existen, y entre ellas a los intelectos racionales dotados de perfecto libre albedrío.
  2. En el principio se diferenciaron los intelectos por su propia libertad para pecar o perseverar en la amistad de Dios: quienes permanecieron cerca de Él fueron los ángeles beatos de los coros celestiales, quienes tropezaron más no demasiado fueron los astros del cielo, quienes cayeron terriblemente pero todavía pueden desear la beatitud componen el género humano, y quienes están totalmente obstinados a la condenación son los demonios.
  3. A todos los que de verdad lo deseen, mientras no se hayan hecho a sí mismos de la naturaleza del mal (esto es, mientras no hayan endurecido su corazón como el Faraón), Dios les da la oportunidad de participar de Su Gracia y salvarse.
  4. Luego de esta vida, quienes hayan alcanzado la beatitud la guardarán por siempre, quienes se hayan hecho carne del pecado pereceran eternamente.

En esto se nota la verdadera equivocación de Orígenes, que no radica en creer en la salvación del Diablo —acusación que lo ofendía— ni en la transmigración de las almas, sino en que el alma fue creada antes que el cuerpo y en principio todos los seres dotados de razón fuimos idénticos, desde el más alto serafín al más bajo de los hombres. Más todo esto es fruto, como ya se ha dicho, de especulación filosófica, nunca sentenciada como verdad de la religión, y no constituye verdaderamente una deserción voluntaria de la enseñanza de la Iglesia (a la que el propio alejandrino siempre quiso someterse).

Acusación VI: Jesucristo volverá a pasar Su Pasión.

Esta imprecación contra el Adamantino viene de los mismos que le achacan lo antedicho respecto de la transmigración de las almas y la beatitud eventual de todos cuantos ofenden a Dios Altísimo. La misma era parte de la doctrina de las sectas origenistas, que suponían que Cristo volvería a morir por los pecados, ya no del género humano sino de las estrellas del firmamento y de los demonios. Esto se refuta sencillamente con el siguiente extracto de la obra ya citada sobre la epístola paulina a los romanos:

Me asombra que algunas personas quieran afirmar, en contradicción con este pronunciamiento absolutamente claro de Pablo [en Romanos 6:9], que en la era futura será necesario que Cristo sufra de nuevo las mismas cosas o cosas similares, para que puedan ser liberados aquellos a quienes su medicina no pudo curar en la vida de la presente dispensación. [...] Afirmamos que el poder de la cruz de Cristo y de su muerte, que él asumió en la plenitud de los tiempos, es tan grande que basta para la curación y la restauración no sólo del presente y del futuro, sino también de los siglos pasados. Es suficiente no sólo para nuestro orden humano, sino también para los poderes y órdenes celestiales.
~ Comentario a la Epístola de los Romanos, Libro V, Capítulo X

Acusación VII: No era católico.

Esta es la idea más general sobre Orígenes, que permite que los herejes de todos los colores lo sigan usando hoy por hoy. Pero veamos algunas de sus enseñanzas, y veamos qué tan cerca está de los protestantes, de los gnósticos, y de cuantos dicen ser seguidores de éste representante de la Iglesia Primitiva.

Cuando la autoridad suprema para apacentar a las ovejas le fue dada a Pedro y la Iglesia fue fundada sobre él como sobre la roca, no se le exige la confesión de ninguna otra virtud excepto la del amor.
~ Comentario a la Epístola de los Romanos, Libro V, capítulo X
Pues es lógico que los ministros y sacerdotes de la Iglesia reciban "los pecados del pueblo" según el ejemplo de quien dio el sacerdocio a la Iglesia. Que imitando a su maestro, concedan al pueblo el perdón de los pecados.
~ Quinta Homilía sobre el Levítico
[...] Toda alma que nace en la carne está contaminada por la inmundicia "de la iniquidad y del pecado" [...] "Nadie está puro de inmundicia aunque su vida dure sólo un día." A estas cosas se puede añadir la razón por la que se requiere, ya que el bautismo de la Iglesia se da para el perdón de los pecados, que, según la observancia de la Iglesia, ese bautismo se dé también a los infantes; ya que, ciertamente, si no hubiera nada en los infantes que debiera pertenecer al perdón y a la indulgencia, entonces la gracia del bautismo parecería superflua.
~ Octava Homilía sobre el Levítico
Debemos refutar las objeciones habituales de los herejes; de lo contrario, algunas personas más sencillas podrían ser engañadas. Alguien dio rienda suelta a su locura y afirmó que el Salvador había repudiado a María porque se había unido a José después de su nacimiento. Esto es lo que dijo. Espero que sepa cuál era el estado de su mente cuando lo dijo. Si alguna vez los herejes te plantean una objeción como ésta, respóndeles y diles: «Isabel seguramente estaba llena del Espíritu Santo cuando dijo: 'Bendita tú entre las mujeres'». Si el Espíritu Santo llamó 'bienaventurada' a María, ¿cómo pudo repudiarla el Salvador?. Además, afirman que María tuvo relaciones conyugales después del nacimiento de Jesús. Pero no tienen ninguna fuente de prueba. [...] No hay ningún pasaje en la Escritura que mencione esto.
~ Sexta Homilía sobre Lucas
Estos rezan junto con los que rezan de verdad: no sólo con el Sumo Sacerdote [Jesucristo], sino también los ángeles [...] y también las almas de los santos que ya descansan.
~ Sobre la Oración, Capitulo V
Podemos atrevernos a decir que los Evangelios son las primicias de todas las Escrituras, pero que de los Evangelios el de Juan es la primicia. Nadie puede comprender su significado si no se ha recostado sobre el pecho de Jesús y no ha recibido de Jesús a María para que sea también su madre.
~ Comentario al Evangelio de Juan, Libro I
Que nadie se persuada a sí mismo, que nadie se engañe: fuera de esta casa, esto es fuera de la Iglesia, nadie se salva; si alguien saliera fuera, se hace reo de su propia muerte.
~ Homilía III sobre Josué

Primacía de Pedro, ministerio sacerdotal con la capacidad y el deber de perdonar los pecados, necesidad del bautismo infantil, virginidad perpetua de la Virgen, intercesión de los santos, maternidad de María Santísima sobre todos los creyentes, extra Ecclesiam nulla salus... Sin dudas un gran representante de la Iglesia Primitiva, que era Una, Santa, Católica y Apostólica, como lo sigue siendo y lo será en la eternidad, pues es la promesa del Altísimo.

Balance Final:

Tan solo el fruto de especular de más con la filosofía, y sugerir en base a razonamientos errados ideas relativamente triviales (a saber: que las almas no se crean al nacer y que la diferenciación de los seres racionales se basa en el mérito y no en la disposición divina del orden cósmico, además de sospechar que las estrellas tienen alma también) que fueron apropiadas por mentes perversas para inventar sectas contrarias a la única religión verdadera, es todo lo que podemos achacarle verdaderamente a Orígenes de Alejandría; en todo lo demás, tanto en sus libros como en su vida, el hombre obró y predicó como corresponde a un hijo fiel de la Iglesia.

No parece que sea acorde al deber que tenemos con el Dios Eterno, el mismo que no es cosa distinta de la Verdad Increada e Inmutable, que tachemos de hereje a quien en todo ha vivido y enseñado lo que es acorde a la ortodoxia, sólo encontrándose equivocado en cuanto quiso conjeturar con la filosofía lo que la Iglesia no había enseñado de momento. La propia Iglesia nunca lo ha condenado personalmente, sino que fueron los dogmas extraños que las sectas origenistas extrajeron de las malas interpretaciones de sus obras los que fueron sujetos a anatema. Los propios santos, muchos de los cuales aprendieron de él, testificaron a su favor en más de una ocasión.

Pero, ¿por qué he de proferir tales lamentaciones? Ahí vive todavía el Salvador de todos los hombres, incluso de los medio muertos y despojados, el Protector y Médico de todos, el Verbo, ese Guardián insomne de todo. Tenemos también las semillas de la verdad que tu [Orígenes] nos has hecho conocer como nuestra posesión, y todo lo que hemos recibido de ti —esos nobles depósitos de instrucción, con los que nos bastamos; y aunque lloramos, en verdad, como los que parten de casa, aún llevamos esas semillas con nosotros.
~ San Gregorio Taumaturgo, Oración y Panegírico a Orígenes

Con éste humilde artículo apologético de un sabio hombre del pasado tan solo quiero convidar a quienquiera conocer la sabiduría de los antiguos cristianos que no le rehuya al Adamantino, uno de los más grandes exégetas de nuestra sacrosanta religión, y que no se hable mal ni prosigan haciéndose eco los rumores malintencionados sobre alguien que toda su vida obró en búsqueda de la amistad de Cristo, a quien sea todo honor y toda gloria en los siglos de los siglos. Amén.

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