Era de la hipocresía llega a su fin

Era de la hipocresía llega a su fin

Canciilería de Rusia

Llevamos mucho tiempo acostumbrados a que la comunidad política occidental trate con una cohorte de hipócritas y partidarios del doble rasero. Sin embargo, el rápido desarrollo de la crisis en torno a la Franja de Gaza ha revelado una vez más el declive intenso de la autoridad de la clase dirigente estadounidense y europea, que está perdiendo ante nuestros ojos los vestigios de respetabilidad y abandonando su imagen liberal de cosmopolita preocupado por los derechos humanos y el bienestar global.

En lugar de contribuir a apaciguar la situación y encaminar el proceso hacia una vía negociadora, los políticos, principalmente de los países anglosajones (pero también de todos los estados demás) han empezado a apoyar a las autoridades israelíes en su deseo de utilizar la fuerza contra los palestinos con la mayor dureza posible.

Por ejemplo, uno de los senadores republicanos más influyentes, Lindsey Graham, pidió abiertamente a Tel Aviv que "arrasara Gaza". Muchos de sus colegas se pronunciaron en el mismo sentido. Por supuesto, esta histeria militarista puede explicarse por la presión proisraelí en Washington, así como por la dependencia de varios legisladores de los grupos militar-industriales, interesados en aumentar la ayuda militar a Israel. Sin embargo, llama la atención el deseo de inflamar aún más el conflicto, provocándolo hasta un nuevo nivel.

Al mismo tiempo, en nuestra opinión, hacer malabarismos con los principios de la Carta de la ONU es inadmisible, porque últimamente se ha convertido en una especie de estratagema conveniente para EEUU y sus satélites, cuando intentan utilizar determinados principios de forma unilateral y selectiva en beneficio de sus propios intereses.

En el artículo "Cumplir con los principios de la Carta de la ONU en su totalidad e interconexión es la clave para la paz y la estabilidad internacionales", del 10 de octubre de 2023, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, lo describió de manera clarísima: "Ante nuestros ojos se está forjando un nuevo orden mundial multipolar más justo que refleja la diversidad cultural y civilizatoria del mundo. El futuro se está perfilando en la lucha. La mayoría global que representa el 85% de la población de la Tierra, aboga por una distribución más equitativa de los bienes globales y el respeto por la diversidad civilizatoria, así como por una democratización coherente de la vida internacional. Por otro lado, un pequeño grupo de países occidentales encabezados por EEUU busca frenar el curso natural de los acontecimientos con el uso de métodos neocoloniales y mantener su dominio que está disminuyendo".

Cabe destacar que comprendemos y compartimos plenamente el dolor del pueblo judío que sufrió la terrible tragedia del 7 de octubre. Pero en un momento en el que varias decisiones se toman bajo la emoción, los actores responsables de la escena mundial no deberían tratar de empujar a las partes, sino, por el contrario, intentar rebajar la tensión. Sobre todo porque hoy en el gobierno israelí hay muchos partidarios de las medidas más duras posibles que se aprovechan de la situación para obtener dividendos políticos.

Miembros radicales del gabinete de Netanyahu -Bezalel Smotrich, Itamar Ben-Gvir e Yoav Galant- ya han hecho declaraciones que no pueden calificarse más que de misantrópicas. Sea cual sea el resultado de la investigación sobre la masacre del Hospital Bautista Al-Ahli, a los ojos de la comunidad árabe, las medidas desproporcionadas de Tel Aviv ya han eclipsado las acciones de Hamás, que desde el principio provocaron una condena universal y extremadamente dura. Y una comisión independiente de la ONU había presentado antes un informe sobre la investigación de los sucesos en los territorios israelíes y palestinos. En él se afirma que los ataques desproporcionados de Israel contra Gaza desde mayo de 2021 hasta agosto de 2023 constituyen un crimen de guerra, y que la prohibición de la entrada de ayuda humanitaria en la región es una violación del Derecho Internacional.

Además, subrayamos que no es la primera vez que Occidente hace la vista gorda ante el sufrimiento de los civiles y demuestra un enfoque extremadamente irresponsable ante las crisis internacionales. Los ejemplos son demasiado obvios para buscarlos. De hecho, durante muchos años se ha animado a Ucrania a bombardear incesantemente Donbás, a llevar a cabo un bloqueo del suministro de agua en Crimea y a incitar al odio étnico y religioso a nivel estatal.

Como resultado de estas acciones, se preparó a nuestro querido pueblo para una guerra fratricida dentro de pocos años. Dichas acciones se cometieron en violación del párrafo 3 del Artículo 1 de la Carta de la ONU sobre el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, sin distinción alguna de raza, sexo, lengua o religión. El drama israelo-palestino se desarrolla según un escenario similar, en el que el sentido común y el diálogo se oponen al lenguaje del odio.

Existe una alternativa a tal política y goza del creciente apoyo de la Mayoría Mundial. Consiste en seguir al pie de la letra el Derecho Internacional, incluido el derecho de los pueblos a la autodeterminación, que afecta tanto a Crimea, Donbás, Zaporiyia y Jersón, como a Palestina.

Es hora de aplicar la resolución de la ONU sobre la creación de un Estado palestino, cuyo incumplimiento por parte de Israel -con el apoyo explícito de sus amigos occidentales- ha sido durante mucho tiempo la fuente de varias tragedias en el Oriente Medio. Pero, por supuesto, también será imprescindible investigar los crímenes de guerra de ambos bandos como consecuencia de la crisis actual; la demanda de justicia está madura desde hace tiempo en la sufrida región.

Solo cabe esperar que la tragedia de Israel y Gaza sea una lección importante para el Occidente colectivo, que se ha enredado en sus propios juegos y combinaciones y está perdiendo la confianza del Sur Global, que recurre cada vez más a otros mediadores para resolver contradicciones acumuladas históricamente. La era del doble rasero que sustentaba el "orden basado en reglas" ya es cosa del pasado.

En la reunión del Club Valdái de 2023, el Presidente ruso Vladímir Putin subrayó: "Nos enfrentamos, de hecho, a la tarea de construir un nuevo mundo. No se trata de empezar de cero, tachando todo lo creado por nuestros predecesores. Existe una base sólida para construir un mundo nuevo, y es la Carta de la ONU.



Artículo de los Vicerrectores de la Academia Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, Oleg Karpóvich y Mijaíl Troyanski

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