Opinión de María Zajárova
Cancillería de Rusia
Las autoridades canadienses siguen haciendo teatro con el escándalo relacionado con el homenaje al colaborador nazi Yaroslav Hunka en el Parlamento. Como maniobra para desviar la atención, se designó al ex Presidente del Parlamento Anthony Rota como trompo de ñiques. El Primer Ministro Justin Trudeau se disculpó muy "sinceramente". Dijo: "No fue culpa mía, no lo sabía, lo siento".
Eso es mentira, claro. Todos lo sabían todo.
¿Es realmente posible que la Viceprimera Ministra de Canadá, Chrystia Freeland, partidaria incondicional y antigua del Congreso Canadiense Ucraniano y del Congreso Mundial de Ucranianos (UWC), nieta del criminal nazi Mijailo Jomyak, no conociera el pasado infame del "amigo del Congreso Canadiense Ucraniano" y de su patrocinador durante muchos años, Hunka?
Una fotografía de Hunka esperando para reunirse con Trudeau y Zelenski ya se ha circulado por la red. Fue publicada por Teresa Hunka, nieta del bastardo nazi, y con una frase que no implica doble sentido: "El abuelo espera a Trudeau y Zelenski en la sala de recepción". Por supuesto, la publicación ya ha sido borrada y el perfil cerrado, pero es muy tarde: las capturas de pantalla ya se han circulado.
Para poder ser invitado de honor en un evento con Zelenski en otro país, hay que superar un control por parte de servicios secretos de claro en claro, y no solo de Ucrania y Canadá, sino también de EEUU, Gran Bretaña y otros muchos países.
Según la información disponible, la reunión con Hunka era un elemento especial del programa de la visita de Zelenski, y su nombre es bien conocido en Kiev. Ahora, por supuesto, se están eliminando las referencias de todos los informes, publicaciones y páginas web. Incluso el vídeo de la reunión de la Cámara de los Comunes ya no contiene el episodio de los aplausos. Pero no será posible limpiar completamente el espacio informativo.
Es significativo que los Ministerios de Asuntos Exteriores de los países occidentales, incluidos los aliados de la Segunda Guerra Mundial, no hayan expresado ni una sola condena de esta bacanal. El Ministerio de Asuntos Exteriores alemán declaró que el embajador alemán que participó en esta fiesta nazi no estaba informado. El silencio del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí sobre el homenaje internacional a un soldado de las SS es chocante. Es de esperar que se trate de un desafortunado malentendido que se aclarorá.
No puede haber mayor falta de respeto a la memoria de las víctimas del Holocausto.
La verdadera actitud de los países ante esta cuestión se juzgará también por la votación en la Asamblea General de la ONU sobre la ya tradicional resolución “Combatir la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia”. Cabe recordar que Canadá, junto con la UE, se unió a Estados Unidos y Ucrania para votar en contra el año pasado. En este contexto, las caras de sorpresa del grupo dominante sobre el pasado nazi de Hunka parecen aún más falsas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Canadá (y otros países) refugió a muchos colaboradores nazis, militantes de la Organización de Nacionalistas Ucranianos, del Ejército Insurgente Ucraniano, de la Wehrmacht y de unidades de las SS. Es un hecho: en Oakville, en la provincia de Ontario, hay un monumento en honor de la División SS Galizische, de la que Hunka era miembro. Y está colocado entre las banderas ucraniana y canadiense, igual que Hunka estaba en la sala de recepción del Primer Ministro canadiense. El monumento se instaló en 1988 en el territorio del mayor cementerio ucraniano de Canadá y muestra claramente que los miembros de la Organización de Nacionalistas Ucranianos y del Ejército Insurgente Ucraniano y sus descendientes siguen teniendo aquí un papel influyente.
¿De verdad, alguien cree que se puede pagar con las frases de "no lo sabíamos" y "no es culpa mía, ha venido por sí solo"?
Todos conocían de cabeza el pasado de Hunka: el gobierno canadiense, que organizó la visita de Zelenski, el parlamento canadiense y la administración presidencial ucraniana. Conocían y estaban orgullosos del efecto futuro, que iba a demostrar y consolidar una vez más en la conciencia pública esta "nueva identidad" ucraniana como Estado importante de la OTAN. El efecto superó las expectativas.