Comentario de María Zajárova en relación con el 75º aniversario de la OTAN

Comentario de María Zajárova en relación con el 75º aniversario de la OTAN

Cancillería de Rusia

Hace 75 años, el 4 de abril de 1949, en Washington se firmó el Tratado del Atlántico Norte que marcó el inicio de la historia de la alianza militar más agresiva de la actualidad.

Al pasar solo cuatro años tras el final de la II Guerra Mundial, el Occidente colectivo capitaneado por EEUU se puso a prepararse para una confrontación nueva, la oposición del bloque al nuevo centro de poder y desarrollo soberano, la Unión Soviética. Según opinaron los políticos de aquella época, la Alianza habría debido ser el instrumento clave para establecer y mantener la hegemonía de Washington y sus aliados en el mundo. Hoy en día sigue desempeñando esta función. No cambiaron los objetivos de la Alianza ni el término de la Guerra Fría, ni la desaparición de la URSS y la Organización del Tratado de Varsovia (OTV).

Sigue siendo relevante el concepto de la existencia de la OTAN formulado por el primer Secretario General, el lord Hastings Ismay, que es “mantener a los rusos afuera, a los estadounidenses adentro, y a los alemanes bajo control” de Occidente. Para EEUU, la OTAN ha sido y sigue siendo el mayor instrumento para controlar a los aliados europeos y la base de recursos para el sector militar estadounidense. No se tomaron en cuenta en absoluto los verdaderos intereses de la seguridad europea si ellos podían debilitar la hegemonía política-militar de EEUU en el Viejo Continente.

Finalizada la Guerra Fría, la OTAN tardó mucho tiempo en elegir su “significado de la vida” y hallar objetivos nuevos. Entró en la época de grandes operaciones. Washington y sus aliados pretendieron imponer la paz en los Balcanes con empleo de la fuerza armada, lo que se tradujo en la pérfida agresión contra Yugoslavia, lucharon contra el terrorismo en Afganistán. Además, los países de la OTAN amalgamaron una coalición en Iraq capitaneada por EEUU, efectuaron la intervención “humanitaria” en Libia. Todas estas injerencias culminaron de forma idéntica. Los Estados fueron saqueados y desmembrados, vastos territorios se quedaron sin administración pública alguna, se impuso la pobreza, se agravaron problemas humanitarios, había numerosas víctimas humanas y millones de migrantes.

Para la Alianza del Atlántico Norte, la “búsqueda de sí misma” fracasó en todos los ámbitos. Aspirando a justificar su importancia como garante de seguridad de los mil millones de oro, la Alianza volvió a sus orígenes, o sea al objetivo de repeler la amenaza del Este. Volvió a asignar el papel del enemigo a Rusia que abogó por un orden mundial inaceptable para el Occidente colectivo liderado por EEUU, un orden que se basa en la multipolaridad, el Derecho Internacional, la igualdad y el respeto de los intereses de cada cual. La OTAN optó por desmantelar todo el sistema de control de armamentos, militarizar Europa y entrar en confrontación con nuestro país.

La Alianza guardó silencio al oír nuestras iniciativas por relajar la tirantez política-militar, vertebrar una estructura de seguridad justa basada en su indivisibilidad, abstenerse de actividades provocativas. Washington y Bruselas prefirieron no promover la cooperación con Moscú para neutralizar los retos y desafíos nuevos y comunes, resolver los problemas de seguridad regionales y globales, sino mantener a flote la Organización que no podía existir sin enemigo externo. Esto se tradujo en las seis olas de expansión del bloque, la preservación de los focos de inestabilidad y las revoluciones de color a lo largo de nuestras fronteras, las campañas de desinformación a gran escala diseñadas para convencer a la población de Europa Occidental y Oriental y del espacio postsoviético de que Rusia representaba una amenaza. Bajo el pretexto de la confrontación con Moscú, se incrementaron los presupuestos militares, se impuso la rusofobia a la sociedad, se desencadenó la espiral de sanciones. Paralelamente, la OTAN incrementaba su presencia militar y suministraba grandes cantidades de armas al denominado flanco oriental de la Alianza.

El papel clave en contener a nuestro país lo asumió Ucrania convertida deliberadamente en Anti-Rusia. Los países occidentales estimularon el golpe de Estado en este país, secundaron las actividades punitivas de las nuevas autoridades kievitas contra la población rusohablante. En 2014, tras reunificarse Crimea y Sebastópol con Rusia, la OTAN puso coto a toda interacción  con nosotros en los ámbitos civil y militar. La cooperación mutuamente beneficiosa con Rusia fue sacrificada en favor de las ambiciones geopolíticas de la Alianza. Fueron echados por tierra los proyectos en la lucha contra el terrorismo y las drogas, el control de armamentos, el desarme y la no proliferación, la defensa antimisiles, las garantías de compatibilidad de sistemas del control del tráfico aéreo. Cabe destacar que dichos proyectos realmente ayudaron a fortalecer la seguridad de todos los miembros del Consejo Rusia-OTAN.

Paso a paso, incluida la expulsión de nuestros empleados, se crearon unas condiciones insoportables para el trabajo de nuestros diplomáticos en Bruselas. Las acciones inamistosas de la OTAN resultaron en que nuestra misión diplomática suspendió sus actividades en la Alianza.

En diciembre de 2021, buscando relajar la tirantez en las relaciones con EEUU y sus aliados de la OTAN y reforzar la estabilidad en Europa, Rusia envió a Washington y Bruselas varios proyectos de acuerdo sobre sólidas garantías jurídicas de seguridad para nuestro. Estos proyectos de acuerdo descartaban la expansión de la OTAN hacia el Este y el despliegue de sistemas de armamentos amenazantes cerca de las fronteras rusas, planteaban el retorno a la configuración de las fuerzas de la OTAN según el modelo de 1997, cuando se anunció que los Estados de la Alianza y Rusia no se consideraban adversarios.

Resultó que la Alianza del Atlántico Norte no estuvo dispuesta a terminar la escalada y renunciar a la retórica de confrontación con Rusia. Al contrario, acelerando el ritmo y brindando un apoyo manifiesto, la OTAN se puso a empujar al nacionalista régimen kievita a solucionar por la fuerza el problema de Donbás y empeorar las relaciones con Moscú.

Todos sabemos en qué se tradujeron estos pasos. Por tercer año consecutivo Washington y sus satélites nutren a Ucrania de mercenarios y armas con tal de infligir, según dicen ellos, una “derrota estratégica” a Rusia y agotar nuestros recursos. Para conseguirlo, el Occidente colectivo y sus títeres de Kiev aplican todos los recursos y métodos disponibles, incluyendo ataques terroristas. Al ver fallidos sus designios aventureros, la Alianza recurrir a acciones que podrían incidir trágicamente en la seguridad no solo en Europa, sino en el mundo entero.

Occidente ya se ha cerciorado de que Rusia está lista para encarar cualquier de los acontecimientos. Nuestra seguridad y capacidad defensiva están sólidamente garantizadas.


https://mid.ru/es/foreign_policy/news/1942452/

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