ONDEA

ONDEA

Javier Lopez

Llama poderosamente la atención la sentencia: “Somos parte de la nueva vanguardia comunicacional de la Revolución”… hecha por algunos jóvenes autodefinidos revolucionarios y otros no tanto, incluso con responsabilidades estatales. Sin embargo, veo parte de esa misma “vanguardia”, autodenominada, incesante y agitada, trastocar el uso de los símbolos que nos trajeron hasta aquí como Nación. 


La historia es prolija en reseñar sacrificios por mantener la bandera erguida sobre nuestras cabezas, hidalga, irreverente, victoriosa. 


¿Será que con la bandera nacional colocada en el piso salvaremos el socialismo cubano y no reparamos antes en ello? ¿Será que los líderes comunitarios en los actuales programas de newformación deben incorporar singulares formas de utilizar la enseña nacional y la mayoría hemos sido lentos en interpretar la ley de símbolos? ¿Será que la estrategia de “la vanguardia” lleva implícito la polémica como mecanismo de posicionamiento mediático y para ello se auxilia de escándalos continuados? 


¿Cuál es el resultado secreto obtenido al irritar una buena parte de la comunidad digital o provocar el desgano o desinterés (desidia) del resto? Alguien que lo explique y sea convincente. 


Desde el mejor magisterio nos enseñan que la bandera no se ultraja. La ley en sus letras clarifica cuál es el precio por el error. Algunos provocadores pagaron por ello y la vida nos exige ser consecuentes. 


Actos épicos son narrados desde la antigüedad para demostrar que la bandera determina la posición que asumimos respecto a la Patria. Tan solo adentrándonos en los sucesos de los niños héroes de Chapultepec podremos aquilatar el valor de una bandera en el lugar exacto. 


Nuestra guerra de independencia y los actos heroicos que se sucedieron durante las contiendas redentoras del 68’, el 95’ y posteriormente durante la República dan fe que nunca un mambí o un buen hijo de Cuba faltó a las tres listas azules, las dos listas blancas, al triángulo rojo y a la estrella de plata. 


Nuestra postura respecto a la bandera no necesita ser cool o representar un estado transitorio de la moda. Es de hombradía y virilidad, de postura ética y estética universal, que no es los mismos pero es igual, venga de quien venga y se sienta el aludido de la tendencia, inclinación o burundanga que desee.


La Patria requiere que seamos respetuosos, honestos y la honremos. Solo así seremos respetados por nuestros amigos y enemigos. Arrodillando a nuestras madres o lanzándolas de bruces no creo que nos hagamos mejores hijos. 


No por casualidad ocurren las cosas. Lo entendí hace mucho. 


Reitero con serenidad: quien deba explicar que ponga por delante la verdad de los ejercicios deliberados de irrespeto a la enseña nacional. Si quieren jugar a la historia y los hitos de papel búsquense una cruz de poliespuma, la escenografía y los extras en otra parte. La nuestra, la de #Cuba, costó sangre y sacrificios. 


Mi bandera


Al volver de distante ribera,

con el alma enlutada, y sombría

afanoso busqué mi bandera

¡y otra he visto además de la mía!

 

¿Dónde está mi bandera cubana,

la bandera más bella que existe?

¡Desde el buque la vi esta mañana,

y no he visto una cosa más triste!...

 

Con la fe de las almas austeras

hoy sostengo con honda energía

que no deben flotar dos banderas

donde basta con una: ¡la mía!

 

En los campos que hoy son un osario

vio a los bravos batiéndose juntos,

y ella ha sido el honroso sudario

de los pobres guerreros difuntos.

 

Orgullosa lució en la pelea,

sin pueril y romántico alarde:

¡al cubano que en ella no crea

se le debe azotar por cobarde!

 

En el fondo de obscuras prisiones

no escuchó ni la queja más leve,

y sus huellas en otras regiones

son letreros de luz en la nieve...

 

¿No la veis? Mi bandera es aquélla

que no ha sido jamás mercenaria,

y en la cual resplandece una estrella

con más luz, cuanto más solitaria.

 

Del destierro en el alma la traje

entre tantos recuerdos dispersos

y he sabido rendirle homenaje

al hacerla flotar en mis versos.

 

Aunque lánguida y triste tremola,

mi ambición es que el sol con su lumbre

la ilumine a ella sola —¡a ella sola! —

en el llano, en el mar y en la cumbre.

 

Si deshecha en menudos pedazos

llega a ser mi bandera algún día...

¡nuestros muertos alzando los brazos

la sabrán defender todavía...


Bonifacio Byrne.

✍️ Javier Lopez.

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