¡No seas neandertal!: y otras historias sobre la evolución humana

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10. El Hombre de Pekín y la Yakuza

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10 EL HOMBRE DE PEKÍN Y LA YAKUZA

En el otoño de 2009 visité Beijing, China. Me habían invitado a un congreso en conmemoración del octogésimo aniversario del descubrimiento del Hombre de Pekín. Cuando terminó el congreso, tuve la oportunidad de visitar la famosa localidad del descubrimiento del Hombre de Pekín, Zhoukoudian, una cueva en el sudoeste de Beijing. Mientras exploraba la cueva, yo estaba anonadada. No solo porque era una localidad de la mayor importancia en la historia de la paleoantropología, sino también porque me recordaba un extraño correo electrónico que yo había recibido diez años antes: una invitación para participar en una «incursión» en la famosa organización criminal del Japón, la Yakuza.

En aquella época, yo era una investigadora posdoctoral en una institución de genética en Hayama, al sur de Tokio, en Japón. El extraño que había enviado el correo electrónico era un periodista que había seguido a la Yakuza durante toda su vida. Me explicó que la semana siguiente iba a haber un rito de iniciación para los yakuzas y que le gustaría que yo lo acompañara en aquella actividad. Al principio, quedé desconcertada ante la idea de que fuera necesaria una paleoantropóloga en una ceremonia de iniciación de la Yakuza. Pero cuando seguí leyendo, la situación se clarificó: el periodista había recibido un soplo según el cual el fósil original del Hombre de Pekín iba a aparecer supuestamente en este rito secreto de iniciación, y el periodista quería con él a un experto que estableciera si se trataba del fósil original, el real, del Hombre de Pekín. Esto despertó mi curiosidad. Si la afirmación era legítima, se trataría de un momento realmente excepcional en la historia de la paleoantropología. También sería una oportunidad para descifrar un caso no resuelto desde hacía décadas: no se sabía nada del famoso fósil del Hombre de Pekín desde la Segunda Guerra Mundial.

EL MISTERIO DEL HOMBRE DE PEKÍN

El Hombre de Pekín fue descubierto en Zhoukoudian, China, en la década de 1920. El hallazgo consistió en numerosos fósiles, incluidos varios cráneos parciales, mandíbulas, numerosos dientes y algunos huesos esqueléticos poscraneales (de debajo del cuello). Son importantes desde el punto de vista histórico, junto con los fósiles del Hombre de Java descubiertos en Indonesia a finales del siglo XIX, como la prueba más antigua de presencia de homininos en Asia Oriental. Las excavaciones empezaron con un único molar y continuaron hasta 1937, cuando la invasión japonesa de China interrumpió los trabajos. En 1941, los fósiles fueron llevados al puerto de Qinhuangdao, en la bahía de Bohái, al este de Beijing, para preparar su transporte a Estados Unidos, donde se esperaba que podrían almacenarse con seguridad hasta el final de la guerra. Esa fue la última vez que fueron vistos; desaparecieron del puerto sin dejar rastro.

Desde entonces, los paleoantropólogos han estado buscando los fósiles originales del Hombre de Pekín. Se han propuesto varias hipótesis en relación con su paradero. Algunos dijeron que los tenía la CIA; otros han afirmado que los tenía China. Hubo un gran revuelo en China en 2012 cuando un periódico publicó un relato de un testigo que afirmaba haber visto hacía tiempo la caja que contenía los huesos originales. El testigo contactó con un científico, quien llegó a la conclusión de que era muy probable que la caja que contenía el Hombre de Pekín hubiera sido destruida en los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Incluso si no fue destruida, ahora estaría enterrada profundamente bajo las nuevas carreteras que se habían construido cuando la región se convirtió en una ciudad portuaria.

Puesto que toda la historia de la misteriosa desaparición, y después, la reaparición, de la caja parecía muy dudosa, era bastante difícil que la ciudad demoliera todo un puerto en busca de la improbable caja enterrada debajo. Sin embargo, el relato atrajo tanta atención que, finalmente, el proyecto lo asumió la Sociedad Geográfica Nacional y el Gobierno chino respaldó la investigación. A fecha de hoy (2017), nada parece haberse conseguido con este esfuerzo, puesto que no se ha informado de ningún descubrimiento digno de mención.

Otra de las muchas teorías acerca de los fósiles del Hombre de Pekín afirma que la Yakuza habían adquirido los fósiles de manera ilegal, de ahí la necesidad de que asistiera un paleoantropólogo a su próxima ceremonia. Yo temblaba de excitación al pensar que podría contribuir al redescubrimiento de los restos del Hombre de Pekín. Envié un correo electrónico a mi tutor en Estados Unidos pidiéndole consejo. Me contestó inmediatamente: «¡NO!». Se oponía a la idea de forma vehemente y señalaba el peligro físico extremo en que yo me hallaría si aceptaba la invitación. De manera que, después de mucho conflicto interno, decliné la invitación del periodista.

Quizá, después de todo, era lo mejor: si yo carecía del valor para ir en contra de la recomendación de mi tutor al otro lado del Pacífico, ¿cómo demonios sería capaz de enfrentarme a los yakuzas cara a cara?

HOMO ERECTUS: ¿PODEROSOS PORTADORES DEL FUEGO O DÉBILES VAGABUNDOS?

Los fósiles del Hombre de Pekín nunca se han vuelto a encontrar. Pero su desaparición no ha detenido las pesquisas científicas, gracias al anatomista alemán Franz Weidenreich, que hizo moldes detallados del Hombre de Pekín original. Sus moldes son de una calidad tan alta que casi pueden sustituir a los originales. Muchos estudiosos han continuado haciendo investigaciones sobre la vida del Hombre de Pekín.

La región de Beijing es un lugar frío en el que es difícil vivir, y hace 500 000 años, durante la Edad de Hielo, la situación era mucho peor. Para sobrevivir en un lugar como ese, el Homo erectus pekinensis (la designación específica del Hombre de Pekín) tuvo que adaptarse culturalmente viviendo en cuevas, haciendo fuego y vistiendo cálidas pieles. Junto con el Hombre de Pekín, en la cueva de Zhoukoudian, se descubrió una capa circular de cenizas, es decir, restos de que se hubiera hecho un fuego. Tal como ya se mencionó, en la cueva también se descubrieron varios huesos de animales y algunos utensilios líticos. Casi podemos imaginar la escena original: un valle profundo bajo una ventisca que enfriaba hasta los huesos, con un grupo de personas apiñadas alrededor de un cálido fuego en una cueva caldeada comiendo carne asada y compartiendo narraciones durante la larga noche. Se imaginó por ello a un Homo erectus de la cueva de Zhoukoudian parecido a los humanos modernos, tanto en su aspecto como en su comportamiento, por lo que esta imagen quedó bien instalada en la mente de la gente.

Sin embargo, en fechas recientes, la vida del Homo erectus ha sufrido un nuevo examen porque se están descubriendo continuamente fósiles de Homo erectus en China y en el resto del mundo. En particular, ha sido objeto de escrutinio la idea del «control del fuego». No hay duda de que el Homo erectus usaba el fuego. Lo que no está claro es si los individuos de la especie controlaban y mantenían el fuego, produciéndolo siempre que se necesitaba, o si eran tan solo usuarios oportunistas del fuego y cocinaban y se caldeaban cuandoquiera que había uno en las cercanías. La distinción es clave para colocar al Homo erectus en el lugar adecuado en el continuo hacia los humanos modernos. Si los miembros de esta especie podían hacer fuego siempre que quisieran, si controlaban el fuego, estarían mucho más cerca de la especie humana.

Susan Antón, una antropóloga de la Universidad de Nueva York, hace una observación particularmente interesante sobre esta cuestión. Antón aduce que el Hombre de Pekín vivió en la cueva de Zhoukoudian no durante el periodo más frío (estadial), sino en el periodo más cálido (interestadial) de la Edad de Hielo glacial. Además, indica que el Hombre de Pekín no es representativo de los fósiles de Homo erectus en general, sino que es una muestra excepcionalmente insólita del linaje de los homininos. En otras palabras, el Hombre de Pekín es un brote algo extraño del Homo erectus que por accidente terminó en Zhoukoudian. Resulta, en efecto, irónico pensar que el Hombre de Pekín, el ejemplo distintivo del Homo erectus chino durante varias décadas, pueda no ser representativo de las poblaciones que vivían en la región por aquella época. El Homo erectus representativo puede que no sea tan representativo, a fin de cuentas.

Así pues, ¿quién es este Homo erectus? Los humanos modernos (Homo sapiens) que viven en el continente asiático en la actualidad pueden dividirse en dos grupos: la población septentrional del interior y la población meridional costera. Lo mismo pudiera haber ocurrido con el Homo erectus. ¿A cuál de estas dos poblaciones pertenecía el Hombre de Pekín? ¿Eran estos homininos gentes del norte que soportaban el largo invierno glacial con pieles y fuego, o gentes del sur que terminaron en el frío interior del noreste de Asia mientras se desplazaban durante el periodo interestadial más cálido? La opinión generalizada está a favor de la hipótesis del norte, pero la investigación de Antón respalda con cautela la hipótesis del sur.

Desde luego, nada es seguro. Ninguna postura está respaldada por pruebas sólidas por completo. Este misterio parece ser otro ejemplo de cómo en la ciencia no hay hipótesis que puedan ser verdades absolutas. Aunque podemos saber muchas cosas acerca del Hombre de Pekín, gran parte de la misteriosa historia evolutiva de los homininos es tan misteriosa como su desaparición del puerto de Beijing.

EL MISTERIO CONTINÚA

Así pues, ¿qué ocurrió con los fósiles del Hombre de Pekín original tras los que iba el periodista japonés? Cuando me enteré de más cosas sobre lo formidables que son los yakuzas, me asusté mucho y borré todos los correos electrónicos de mis conversaciones con el periodista. Puesto que no me llegaron noticias de un descubrimiento de los fósiles originales del Hombre de Pekín, deduzco que la excursión del periodista no acabó bien, o que la información era equivocada. Fuera como fuese, el misterio continúa.

Diez años más tarde, yo pensaba en aquella época mientras me encontraba en la cueva de Zhoukoudian y me sentía nostálgica. ¿Dónde demonios están los fósiles originales del Hombre de Pekín? ¿Se hallan realmente en manos de la Yakuza? ¿Están ocultos en Estados Unidos? Quizá, el Hombre de Pekín presenció el final de la guerra y el rápido desarrollo económico de China desde su tumba bajo la carretera del puerto. Dondequiera que estén los fósiles, me pregunto si echan de menos el hogar y el recuerdo de vagar por el continente en Asia Oriental hace 500 000 años. Después de todo, es probable que fuera el grupo de su especie, Homo erectus, que viajó más lejos.

ANEXO: EL HOMBRE DE PEKÍN «SIN CARA» Y EL CANIBALISMO

Algunos de los relatos que se cuentan del Hombre de Pekín son bastante siniestros. Por ejemplo, hay quien dice que los miembros del grupo del Hombre de Pekín siempre pasaban hambre, y a veces mataban a otros y se los comían. Esta conjetura carece de toda prueba que la respalde. Sin embargo, hay un hecho curioso acerca de los fósiles del Hombre de Pekín: se han encontrado muy pocos restos faciales. De hecho, de muchos homininos fósiles de Asia, entre ellos el Hombre de Pekín, solo queda el casquete craneal, mientras que su cara ha desaparecido por completo.

Los huesos faciales tienen pocas probabilidades de fosilizarse porque son pequeños, delgados y frágiles. No obstante, incluso entre los fósiles de homininos, los del Hombre de Pekín tienen un número inusualmente pequeño de huesos faciales. Por ejemplo, en los fósiles de homininos de Europa y África se conserva el rostro con más frecuencia que en los fósiles del Hombre de Pekín. ¿Por qué carecen de cara los fósiles de homininos de Asia? ¿Es el canibalismo la explicación? ¿Habría sido comerse a otros la única manera de sobrevivir en los valles helados del Asia Nororiental, propensos a las ventiscas?

Tal como se indicó en el capítulo 1, el canibalismo no puede ser una elección sostenible como dieta, de modo que tiene que haber otra explicación. Algunas personas aducen que los individuos del Hombre de Pekín eran muy violentos, pero no necesariamente caníbales. Esta conclusión se basa en el hecho de que los fósiles del Hombre de Pekín tienen huesos del cráneo gruesos, lo que quizá fuera una adaptación a un estilo de vida inclinado a la violencia. Pero a medida que se encontraban en otras partes del mundo fósiles de un periodo temporal similar, se hizo evidente que los huesos craneales gruesos no eran específicos de Asia, sino que eran comunes en todo el mundo. Hoy en día, ni la hipótesis de que el Hombre de Pekín era intrínsecamente violento ni la especulación de que era caníbal tienen mucho apoyo en el campo de la paleoantropología.

 

 

 

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