¡No seas neandertal!: y otras historias sobre la evolución humana

¡No seas neandertal!: y otras historias sobre la evolución humana


17. ¡Eres un neandertal!

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17 ¡ERES UN NEANDERTAL!

«¡Eres un neandertal!»

Si alguien le dijera esto al lector, ¿cómo se sentiría? Si el lector recuerda lo que estudió acerca de los neandertales en la escuela, probablemente se sentiría insultado. Los neandertales son nuestros parientes que vivieron en Europa desde hace aproximadamente 300 000 años hasta hace entre 20 000 y 30 000 años[12]. Así, quienquiera que llame «neandertal» al lector, le está calificando, básicamente, de humano primitivo, o incluso, quizá, de animal. Si los neandertales también son humanos y nuestros parientes más cercanos, ¿cómo es que su nombre acabó siendo un término peyorativo?

PARIENTES INCÓMODOS

El primer fósil de neandertal fue descubierto en 1856, antes de la publicación del famoso libro de Charles Darwin El origen de las especies (1859). Descubrimientos subsiguientes de especímenes de neandertales llamaron la atención debido a su raro aspecto: parecían extraños. Pronto, estos especímenes se encontraron en el centro de un acalorado debate sobre si estaban emparentados con los humanos modernos o bien con algún ancestro más distante sin tener ninguna relación directa con los humanos modernos.

El debate sobre la relación entre los neandertales y los humanos modernos continuó recibiendo una atención apasionada por parte del campo de la paleoantropología hasta bien entrado el final del siglo XX. La Universidad de Michigan, donde estudié la carrera, fue uno de los focos de dicho debate. Durante el tiempo que pasé allí, en la década de 1990, había dos posturas enfrentadas: una que decía que los neandertales estaban emparentados con los humanos modernos y otra que afirmaba que no había relación directa entre ambos. En el campo de la paleoantropología, la opinión dominante era que los neandertales eran ancestros directos de los humanos modernos. Nuestro conocimiento de los neandertales procedía principalmente de las investigaciones sobre fósiles, y muchos advirtieron que varios rasgos morfológicos que se observaban en los neandertales también estaban presentes en los humanos modernos, como una parte media de la cara sobresaliente o un moño occipital.

En el campo opuesto del debate, una minoría de paleoantropólogos argumentaba que no había parentesco entre los neandertales y los humanos modernos. Pero, de manera intrigante, la mayoría de la gente de a pie creía en la opinión de la minoría de que los neandertales no tenían nada que ver con los humanos modernos. Al principio, yo no podía comprenderlo. ¿Por qué sostener esta creencia frente a los datos que respaldaban la relación directa entre los neandertales y los humanos modernos? Pero para muchas personas no se trataba de una cuestión de datos; era una cuestión de orgullo. Para muchos humanos modernos, los neandertales eran parientes incómodos. A la gente le repugnaba la idea de que los neandertales estuvieran en nuestra sangre, tanto si hacía 30 000 años de ello como 10 000. ¿Por qué?

Lo que desencadenó la respuesta emocional negativa a los neandertales fue un fósil descubierto a principios del siglo XX en La Chapelle-aux-Saints, Francia. Este espécimen tenía cráneo, tronco, huesos de los brazos y de las piernas, y se estimó que tenía una postura encorvada que era debida a una edad avanzada y a una vida físicamente difícil. Pero, en cambio, muchas personas interpretaron esta postura encorvada como una señal de que los neandertales eran primitivos y estúpidos. En un artículo en un diario de Londres publicado en 1909, el año posterior al descubrimiento, se muestra una imagen reconstruida del neandertal de La Chapelle que refleja la impresión estigmatizada de un ser encorvado con pelo que le cubre todo el cuerpo, boca parcialmente abierta y ojos apagados, hundidos bajo arcos superciliares sobresalientes. Y la frente se dibujaba estrecha, plana y reculada.

LOS NEANDERTALES Y EL «HOMBRE PRIMITIVO» COLONIAL

¡Espere un momento! La descripción del neandertal de La Chapelle recuerda algo familiar, ¿no es cierto? Es la misma representación denigrante que los europeos coloniales utilizaron por primera vez para caracterizar a las poblaciones indígenas que encontraban a lo largo de su expansión imperial. Es el aspecto de los «bárbaros». Este aspecto de «hombre primitivo» ya formaba parte de la narración que los europeos habían pergeñado acerca de sí mismos y de los demás. Para los europeos, las gentes de las colonias eran primitivas y necesitaban la orientación por parte de los cristianos que los convertían para que devinieran civilizados. Colonizarlos era una oportunidad para reformar a los no civilizados.

Consideremos ahora a los neandertales. Los europeos imaginaban que los neandertales habían cazado con armas primitivas, que aullaban como animales y que se agazapaban en el suelo de sus cuevas casi como bestias, no como humanos. Los neandertales se toparon con los «cromañones», que los vencieron. Los cromañones tenían una frente alta, mentón fuerte y boca firme, y quizá su aspecto era bien parecido, tal como los europeos se imaginaban el suyo propio. Para los europeos, los cromañones eran verdaderamente humanos y estaban dotados de sofisticadas habilidades para la caza, así como para el lenguaje y la cultura. En cambio, los neandertales solo eran casi humanos, pero no del todo.

Había un parecido definido entre los neandertales y los pueblos coloniales que los europeos encontraban: en un caso (los neandertales), las gentes primitivas se extinguieron a manos de los humanos modernos debido a su carácter primitivo. En el otro (los pueblos coloniales), a las gentes primitivas se les concedía una oportunidad de convertirse en civilizadas después de ser colonizadas. La manera en que los europeos consideraban a los neandertales convergía de esta forma con la manera en que consideraban a las gentes de las colonias. «¡Eres un neandertal!» es una afirmación peyorativa precisamente por esta razón.

La imagen negativa de los neandertales persistió durante algún tiempo. En la década de 1990, las investigaciones genéticas parecían respaldar esta imagen. Un estudio tras otro de muestras en bruto de ADN de humanos modernos demostraba que los neandertales no tenían nada que ver con los humanos modernos. Esta aproximación era un intento de hacer inferencias acerca de nuestro pasado mediante el examen del ADN de humanos contemporáneos.

Posteriormente, un equipo de investigación del Instituto Max Planck, en Alemania, dirigido por Svante Pääbo, introdujo un nuevo método de analizar ADN antiguo que se había extraído directamente de fósiles de neandertales. Las investigaciones del equipo de Pääbo demostraban que el ADN de los neandertales y el de los humanos modernos no se superponían en absoluto, lo que indicaba que entre las dos poblaciones no había habido mezcla. Este hallazgo significaba que los neandertales no podían ser antepasados directos de los humanos modernos. Y aunque la secuenciación del genoma completo del ADN nuclear todavía se hallaba fuera del ámbito de las posibilidades, los resultados eran los mismos si el equipo de Pääbo usaba 340 bases del ADN mitocondrial o más de 16 000 bases que constituían todo el genoma del ADN mitocondrial, o un millón de bases del ADN nuclear. En contraste con la antigua manera de estudiar la morfología de los fósiles, la nueva manera de extraer y analizar ADN antiguo olía a modernidad y a innovación revolucionaria. También estimulaba nuestra imaginación, que daba a entender que había un futuro en el que la película Jurassic Park (1993) estaba más cerca de la realidad de lo que hubiéramos imaginado.

Como resultado, la creencia de que los neandertales no estaban relacionados con los humanos modernos se convirtió en una convicción generalizada. Hacia el año 2000, también era una opinión generalizada que los neandertales habían sido conducidos a la extinción por los humanos modernos. Efectivamente, se propusieron varias hipótesis para explicar la desaparición de los neandertales a manos de los humanos modernos. El abanico de hipótesis iba desde encuentros directos que acababan en violencia (y cuyo resultado era la matanza de neandertales por humanos modernos equipados con un potente arsenal de armas), hasta la competencia indirecta por los recursos, en la que los humanos modernos vencieron con su adaptación avanzada y su eficacia reproductiva. En cualquier caso, un hecho se mantenía inalterado: no había habido mezcla, no había habido entrecruzamiento entre estas dos poblaciones.

¿HABLAMOS NEANDERTAL?

Pero diez años más tarde, en 2010, tuvo lugar otro giro sorprendente. Pääbo empleó tecnología todavía más avanzada de secuenciación del genoma para extraer y analizar ADN antiguo, esta vez comparando el genoma de ADN nuclear de neandertales, más de tres millones de pares de bases, con un genoma humano. Los resultados fueron impactantes. El análisis demostraba que los neandertales habían dejado una herencia de ADN en los humanos modernos; los europeos han heredado de media el 4 por ciento de sus genes de los neandertales. ¡Los europeos eran los descendientes de los neandertales, su misma estirpe!

Más sorprendentes todavía eran los tipos de genes que constituyen este 4 por ciento de herencia neandertal. No son genes aleatorios, inútiles, sino importantes para funciones fundamentales de la vida cotidiana. Por ejemplo, entre los genes que heredamos de los neandertales se cuentan los que controlan el olfato, la visión, la división celular, la salud de los espermatozoides, el sistema inmune y la contracción muscular. Particularmente inesperado era el gen FOXP2, que está relacionado con el lenguaje. La mutación de este gen causa una pérdida de la capacidad de lenguaje. Las capacidades de los neandertales para hablar habían sido puestas en cuestión antes de la investigación revolucionaria de Pääbo. Había habido un prolongado debate acerca de si los neandertales podían hablar, y si podían, hasta qué punto. ¿Podían hablar como los humanos modernos o balbuceaban, expresándose de manera limitada?

Los que habían aducido que los neandertales no poseían la capacidad de hablar predijeron que el gen FOXP2 de los neandertales sería diferente de la versión que se encuentra en los humanos modernos. Cuando se publicó el genoma neandertal, el gen FOXP2 fue una de las primeras cosas que buscaron; para su asombro, los neandertales tenían la misma versión del gen FOXP2 que poseen los humanos modernos. ¿Hablaban realmente los neandertales como lo hacemos nosotros? O, dicho de otro modo, ¿hablamos nosotros como los neandertales?

Los investigadores buscaron otras pistas además de los genes para explorar el nivel de habla que tenían los neandertales. Una característica interesante del cerebro humano moderno es la asimetría lateral, es decir, las diferencias entre los lados izquierdo y derecho del cerebro. Varias partes diferentes del cerebro moderno están relacionadas con el lenguaje, en particular, un par de zonas del lado izquierdo. La asimetría lateral en el cerebro indica que una parte del cuerpo se usa más que la otra. Y la asimetría concreta del cerebro nos dice si una persona es diestra o zurda. Si tuviéramos datos que demostraran que los neandertales presentaban lateralidad, podríamos inferir que su cerebro tenía también asimetría lateral; en otras palabras, que el cerebro de los neandertales estaba dotado para el lenguaje.

David Frayer, un antropólogo de la Universidad de Kansas, dirigía un equipo de investigadores que afrontaron este problema de una manera innovadora. Se centraron en los dientes de los neandertales. Los neandertales son bien conocidos por utilizar sus dientes como utensilios, además de para masticar comida. Su superficie oclusal o de oclusión (allí donde los dientes superiores e inferiores se tocan) suele estar extrañamente desalineada. Si los dientes se emplearan únicamente para masticar comida, la superficie de oclusión se alinearía porque estaría hecha por el contacto entre los dientes superiores y los inferiores. Una superficie oclusal desalineada indicaba que los dientes eran usados para otras tareas, además de para masticar comida. Por ejemplo, cuando cortaban carne o plantas duras, los neandertales sujetaban un extremo con sus dientes, pero el otro con una mano. Después, con la otra mano provista de un utensilio lítico, golpeaban y cortaban el material sostenido entre los dientes y la mano. A veces el ángulo del utensilio lítico se hallaba un poco desviado y el borde agudo rascaba la superficie de los dientes. Y el ángulo de la rascadura diferiría entre un usuario diestro del utensilio y un usuario zurdo.

Por lo tanto, el examen del ángulo de la rascadura nos proporcionaría una idea acerca de la lateralidad del usuario del utensilio. Una idea ingeniosa, ¿no es cierto? Los resultados del análisis demostraron que los neandertales eran predominantemente diestros, en una proporción de 9:1. Esta proporción es parecida a la que se encuentra en los humanos modernos, lo que hace más probable que los neandertales fueran capaces de hablar.

NEANDERTAL DENTRO DE TI, SUDASIÁTICO DENTRO DE MÍ

Desde entonces, ulteriores investigaciones han demostrado que los neandertales no eran gentes primitivas que aullaban como animales. Los neandertales emplearon utensilios y sobrevivieron en un ambiente extremadamente difícil. Sabían decorar su cuerpo utilizando un tinte rojo llamado «ocre» y enterraban a sus muertos con cuidado. Es muy probable que hablaran su lenguaje con fluidez, como los humanos modernos. Además, también es probable que el arte rupestre, que se pensaba que era una invención única de los humanos modernos, fuera iniciado por los neandertales.

Algunos dicen que la historia avanza en espiral. Alemania, el lugar en el que se descubrió el primer fósil de neandertal, fue sede de uno de los regímenes más racistas del siglo XX. Pero ahora hay un movimiento entre los alemanes para reconocer y celebrar a los neandertales como sus antepasados. Se puede ver a jóvenes alemanes portando camisetas que rezan «Ich bin ein Neandertaler», un juego de palabras a partir de la famosa frase de John F. Kennedy «Ich bin ein Berliner»[13], que dijo en un discurso durante su visita a Berlín en 1963. ¿Acaso significa esto que, al fin, se da la bienvenida a los neandertales a nuestro abolengo? Soy cautelosamente optimista al creer que la imagen racista de los neandertales se está convirtiendo poco a poco en cosa del pasado. Esta visión racista, como la visión racista colonial de los pueblos indígenas, está siendo reexaminada y es de esperar que desaparezca. Nuestras sociedades, por fin, aceptan y celebran su diversidad.

Mientras continúo pensando en los neandertales, pienso también en Corea, el país en el que nací. Corea es una nación muy interesada en su linaje y los coreanos suelen validarse al presentar a sus antepasados en escenas heroicas. Pero cuando se reflexiona acerca de ello, esto es un poco extraño. ¿Qué hace que un antepasado sea heroico o no?

En la escuela aprendí que los antepasados de los coreanos procedían del noreste de Asia, de Siberia. A los coreanos nos gusta generalmente la idea de que descendemos de pueblos del extremo nororiental del continente asiático. Pero, ¿qué ocurriría si se nos dijera que nuestros antepasados procedían del Sudeste Asiático? ¿Y se disgustarían los coreanos al pensar que sus ancestros tenían el cuerpo más pequeño y eran de piel oscura? ¿Y esta sensación de resistencia procedería del prejuicio racista que muchos coreanos tienen hacia los habitantes del Sudeste Asiático en la actualidad? ¿Acaso tal actitud sería diferente del prejuicio que los europeos tenían hacia los neandertales al principio del siglo XX? Por muy científicamente documentados que imaginemos estar, también es importante recordar que nuestras ideas sociales sobre nosotros mismos sesgan la manera en que nos dedicamos a resolver cuestiones sobre nuestro pasado y nuestros ancestros.

 

 

 

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