¡No seas neandertal!: y otras historias sobre la evolución humana

¡No seas neandertal!: y otras historias sobre la evolución humana


20. «Hobbits»

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20 HOBBITS

El Giganthopitecus, con un peso corporal que se estima en más de 450 kilogramos, era un gigante (véase el capítulo 13). En el otro extremo hay un hominino de tamaño muy pequeño: el Homo floresiensis.

Existe una leyenda interesante acerca de la isla de Flores, en Indonesia. La leyenda habla de Edu Gogo, una persona pequeña, de apenas un metro de alto, con los pies grandes y el cuerpo cubierto de pelaje. Esta leyenda pudo haber inspirado el hobbit de aspecto humano de El señor de los anillos, que tiene grandes pies cubiertos de pelo.

En 2003, el paleoantropólogo australiano Michael Morwood descubrió un pequeño hominino fósil en Flores cuyo aspecto es exactamente el del hobbit descrito en los libros de J. R. R. Tolkien. El fósil tenía un cuerpo muy pequeño y un cerebro diminuto. De hecho, el cerebro era casi más pequeño que el de un recién nacido humano. Morwood concluyó que se trataba de una nueva especie de hominino que no se había visto nunca antes y la bautizó Homo floresiensis, «humano de la isla de Flores». Los medios de comunicación le pusieron inmediatamente el apodo de hobbit.

EL MISTERIO DEL HOBBIT

Esta no fue la primera vez que la presencia de homininos se había descubierto en la isla de Flores. Aunque no se encontraron fósiles reales de homininos, se había descubierto otra evidencia arqueológica después de años de excavaciones, iniciadas en la década de 1950. La evidencia arqueológica se remontaba a 700 000 años antes del presente y los antropólogos estimaron que había habido homininos que habitaron la isla durante al menos un millón de años. El descubrimiento de Morwood en 2003 proporcionó confirmación fósil de la presencia de un hominino que se remontaba al periodo que va de hace 60 000 a 18 000 años. Comparado con su presencia en otras islas de Indonesia, como Java, que tiene rastros de homininos desde hace 1,8 millones de años, los homininos parece que llegaron un poco tarde a Flores.

Sin embargo, un problema complicado acecha más allá de las simples fechas numéricas. Cualquier mapa del Sudeste Asiático muestra numerosas islas en el Pacífico Sur. Dichas islas están rodeadas por agua de mar, superficiales en algunos lugares y profunda en otros, y una línea de aguas profundas denominada línea de Wallace que divide esta área en dos regiones: el Sudeste Asiático y Australia. Al norte de la línea de Wallace, donde se encuentra la isla de Java, el agua es superficial, y durante las eras glaciales cíclicas, el nivel del mar era incluso más bajo que en la actualidad, lo que significa que la mayoría de las islas de esta región estaban conectadas con el continente asiático. Los animales, incluidos los homininos, podían llegar fácilmente a estas islas caminando.

La isla de Flores, sin embargo, se halla situada al sur de la línea de Wallace y está rodeada de un mar profundo. Incluso cuando el nivel del mar era el más bajo durante las eras glaciales, Flores era todavía una isla rodeada por aguas profundas. La isla de Flores estaba separada del continente asiático, aunque otras islas en el Sudeste Asiático estaban conectadas, y por lo tanto solo era accesible con una embarcación. Dada esta situación, no era poca cosa que hubiera habido homininos viviendo en la isla de Flores durante el último millón de años. ¿Cómo llegaron hasta allí? ¡No es extraño que los antropólogos estuvieran interesados!

No se sabe cómo llegaron los homininos a la isla de Flores, ni si lo hicieron de manera intencionada o por accidente. De cualquier modo, cuando llegaron allí, habría sido muy difícil abandonar la isla.

El periodo temporal de los homininos de Flores es parecido al periodo durante el cual empezaron a vivir en Australia. Al igual que Flores, Australia está situada al sur de la línea de Wallace y está aislada en medio del océano. Humanos modernos, conocidos ahora como «aborígenes australianos», cruzaron el océano y se establecieron en Australia en el periodo que va de hace 60 000 a 40 000 años. Esto plantea una serie de preguntas. ¿Son los homininos de Flores humanos modernos que atravesaron el océano pronto, como los aborígenes australianos, o son un pariente extinguido? El hecho de que solo hubiera un esqueleto completo entre otros restos de esqueletos parciales en Flores no hizo más que aumentar el misterio de los hobbits. En definitiva, los científicos se dividieron en dos bandos sobre la cuestión de los homininos de Flores. Un bando aducía que mientras que el Homo floresiensis parecía un tanto extraño y, quizá, incluso había padecido alguna enfermedad, era, no obstante, un humano moderno; el otro bando afirmaba que el Homo floresiensis no era un humano moderno, sino una nueva especie con un cuerpo y un cerebro muy pequeños.

El debate se centró en el tamaño y la forma del cráneo. Una comparación del tamaño del cráneo condujo a la conclusión de que era improbable que el Homo floresiensis fuera un humano moderno. El cerebro de los homininos de Flores tenía poco más de 400 centímetros cúbicos de volumen, menos que el de un recién nacido humano o el de un chimpancé adulto. Los humanos modernos con enanismo no tienen una capacidad craneal tan pequeña. Los individuos enanos suelen llegar apenas al metro de alto, pero el tamaño de su cerebro no es diferente del de un humano moderno de estatura media. El hominino de Flores no podía considerarse un simple ejemplo de un humano moderno con enanismo.

Algunos investigadores sospecharon de microcefalia, una condición que conduce a un cerebro pequeño y que recientemente se ha asociado con el virus Zika. Para confirmarlo, buscaron síntomas de microcefalia que se expresan en el cuerpo a través de la morfología del cerebro y con un retardo en el desarrollo de los huesos. Pero los resultados no fueron concluyentes. Los defensores del hominino de Flores como una nueva especie adujeron, a partir de investigaciones publicadas en 2005 por la antropóloga Dean Falk y su equipo de investigación de la Universidad Estatal de Florida, que el cerebro de Flores y un cerebro microcefálico eran diferentes. Utilizando tecnología de microtomografía computarizada para examinar el interior del cráneo de Flores, llegaron a la conclusión de que, aunque el cerebro de Flores es tan pequeño como un cerebro microcefálico, la morfología es muy diferente.

Ralph Holloway, antropólogo de la Universidad de Columbia, replicó que la forma del cráneo de Flores era el resultado de una deformación producida por haber estado enterrado bajo tierra y el debate volvió a su punto de partida. Es interesante que estos dos expertos hubieran sido rivales en el debate de la década de 1980 sobre el Niño de Taung, el espécimen de Australopithecus africanus mencionado en el capítulo 11. Treinta años después, en 2010, volvían a enfrentarse; esta vez, acerca del fósil de Flores.

UN AS BAJO LA MANGA: NUEVAS PRUEBAS A PARTIR DE LOS HUESOS DE LA MUÑECA

Puesto que el estudio del cráneo no era concluyente, los antropólogos se centraron en otros rasgos. Uno de ellos era si los homininos de Flores elaboraban utensilios. Muchos no estaban de acuerdo en que alguien con un cerebro más pequeño que el de un recién nacido o un chimpancé pudiera elaborar utensilios líticos. Los utensilios líticos que se han encontrado en Flores son parecidos a los utensilios oldowanos de hace 2 millones de años. Algunos adujeron que no había ninguna posibilidad de que alguien con un cerebro de 400 centímetros cúbicos pudiera elaborar utensilios como aquellos.

Otros estudiosos se centraron en el tamaño global del cuerpo. El hueso de la pierna del hominino de Flores tiene una longitud similar al hueso de la pierna de Lucy, el famoso espécimen de Australopithecus afarensis. Pero también es parecido al de algunas de las gentes más pequeñas entre los humanos modernos, como los aka de África o las gentes de las islas Andamán. Esta observación condujo a los antropólogos a proponer que el hombre de Flores era una versión en miniatura de los humanos modernos, más pequeño debido a problemas de desarrollo. Para demostrar su teoría, los paleopatólogos señalaron que los huesos de los brazos y las piernas del hombre de Flores eran más delgados hacia los lados y que eran asimétricos en el sentido izquierda-derecha. También indicaron que la tibia era curva. Todo esto podía ser efectivamente una prueba de desnutrición y desarrollo atrofiado. Pero no era una prueba definitiva. La curvatura de la tibia se encuentra dentro de la distribución normal de los humanos modernos, y la asimetría de los huesos de los brazos y las piernas podría haber sido el resultado de una deformación después de la muerte.

La conclusión del debate se precipitó inesperadamente debido a un hueso muy pequeño: el trapezoide, uno de los huesos más pequeños de la muñeca. Se descubrieron dos de estos huesos. Puesto que el trapezoide se forma poco después de la fecundación, no está sometido a ninguna perturbación del desarrollo que pueda ocurrir más allá de los tres meses de gestación. Por lo tanto, su morfología puede aportar luz sobre si el individuo es un humano moderno, con independencia de la nutrición y el desarrollo.

Los resultados del análisis demostraron que el hueso de la muñeca de Flores era semejante al de los homininos primitivos del Plioceno que acababan de empezar a elaborar utensilios líticos. Este hueso sugería que los homininos de Flores eran más parecidos a los simios no humanos que a los humanos. Ahora existen nuevos datos para respaldar la posición de que el hominino de Flores es realmente una nueva especie, diferente de los humanos modernos.

Entonces, ¿por qué tenía el hominino de Flores un cuerpo tan pequeño? Una hipótesis prominente sugería que el enanismo insular tiene la clave. Los animales aislados en una isla experimentan un conjunto impredecible de presiones selectivas diferentes de aquellas a las que se enfrentan los animales de los continentes. Por ejemplo, los elefantes se tornan más pequeños, mientras que las ratas y los dragones de Komodo se hacen más grandes. Es necesaria más investigación para confirmar esta hipótesis. Por ejemplo, necesitamos saber si estar aislado en la isla favoreció tener un cuerpo pequeño o si los homininos de Flores llegaron a la isla con un cuerpo que ya era pequeño.

¿UN DESCENDIENTE DEL AUSTRALOPITHECUS?

La longitud de los huesos de los brazos y las piernas del hominino de Flores y la forma de la pelvis son similares a las del Australopithecus afarensis y el Australopithecus africanus, que se encuentran en África. El tamaño del cerebro y del cuerpo se parece asimismo a los del Australopithecus. Estos hechos eran bastante enigmáticos para los paleoantropólogos. Si un espécimen fósil que se pareciera al de Flores se hubiera encontrado en África Oriental en un depósito de 3 millones de años, como Lucy, no habría ningún problema en encajarlo dentro de lo que ya sabemos de la evolución de los homininos primitivos. Pero el lugar del descubrimiento fue Asia, en el Pacífico Sur, y los homininos de Flores vivieron al mismo tiempo que los humanos modernos, cuyo cerebro tiene 1400 centímetros cúbicos de promedio. ¿Cómo es esto posible?

Otro conjunto de fósiles presentaba un enigma parecido. Fueron descubiertos en Dmanisi, Georgia, entre 1991 y 2005. Los fósiles de Dmanisi se encontraron asimismo en un depósito con una datación similar a la de Homo erectus, pero el tamaño de su cerebro y de su cuerpo era parecido al de homininos mucho más antiguos, los Australopithecus.

¿Qué ocurriría si los fósiles de Flores y de Dmanisi pertenecieran al género Australopithecus? Esta conclusión sería realmente revolucionaria y cambiaría por completo lo que sabemos de la historia humana porque va en contra de todo lo que se conoce de manera general de la evolución humana y de las pautas migratorias. Nuestro modelo actual de los orígenes humanos dice que a partir del Australopithecus de África, que tenía un cerebro pequeño y un cuerpo pequeño, se originó un linaje con un cerebro y un cuerpo más grandes. El nuevo linaje comía carne. Después vino el género Homo, que empezó a desplazarse fuera de África. El Homo erectus es famoso por ser el primer viajero del mundo y fue seguido por los humanos modernos.

Este modelo implica que el Australopithecus se quedó en África simplemente porque no podía marcharse; su cerebro y su cuerpo eran demasiado pequeños. Pero si los homininos de Dmanisi o de Flores son descendientes del Australopithecus que salió de África, este modelo se viene abajo. En particular, podría llevar a la conclusión de que el género Homo se originó en Asia a partir de uno de los linajes descendientes del Australopithecus, lo que daría un respaldo importante a la teoría del origen asiático. Un cambio tal provocaría una gran oleada de cambios en los estudios de la evolución humana.

Por ahora, todo lo que tenemos es un relato fascinante: Hace 3 millones de años, algunas poblaciones de Australopithecus quizá salieron de África, siguieron las tierras de pastizales y migraron a Eurasia. Algunas de ellas terminaron en la isla de Flores por medios desconocidos. Esta población descendiente del Australopithecus permaneció aislada en la isla y sobrevivió hasta fechas relativamente recientes en el desarrollo humano, y finalmente fue descubierta como el espécimen de Flores.

Para que este relato pueda ponerse a prueba adecuadamente como hipótesis, se necesitan más pruebas. Un cráneo completo no es suficiente. Michael Morwood, el descubridor del hombre de Flores, falleció en 2013. ¿Quién será el siguiente en descubrir otro cráneo de igual impacto?

ANEXO: DEAN FALK Y RALPH HOLLOWAY SE VUELVEN A ENCONTRAR

Dos de los investigadores mencionados en este capítulo (Dean Falk, de la Universidad Estatal de Florida, y Ralph Holloway, de la Universidad de Columbia) son rivales desde hace décadas. Ambos expertos estudiaron la evolución del cráneo de los homininos utilizando endomoldes, es decir, moldes del interior del cráneo. Su primera confrontación académica fue en la década de 1980.

Holloway aducía que el Niño de Taung, un Australopithecus africanus, tenía un lóbulo occipital agrandado, dada la localización del surco lunado en el cerebro, que detectó que era más bajo en el Niño de Taung que en los simios no humanos. Afirmaba que la posición más baja del surco lunado se debía al lóbulo occipital agrandado. El cerebro pequeño del Niño de Taung se había citado como prueba contra la idea de que el Australopithecus africanus fuera una especie ancestral directa de los humanos; Holloway afirmaba que, aunque el cerebro del Niño de Taung era pequeño, su estructura era parecida a la del cerebro del humano moderno y, por lo tanto, el espécimen respaldaba la hipótesis de que el Australopithecus africanus era un ancestro directo de los humanos. Dean Falk replicó que el surco lunado no era más bajo en el Niño de Taung y que, además, su posición no estaba relacionada con el tamaño del lóbulo occipital.

Este intercambio condujo a un acalorado debate que continuó durante veinte años. La disputa fue tan famosa que recuerdo que un día, en un congreso al que yo asistía como estudiante graduada, la gente comentaba en voz baja que Falk y Holloway se habían saludado al cruzarse en los pasillos. Era la primera vez en décadas que se habían hablado el uno a la otra, según decía la gente. La tregua no duró mucho. Algunos años más tarde, los dos estudiosos volvieron a enzarzarse en la batalla, esta vez a propósito del fósil de Flores.

 

 

 

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