NO RENUNCIE A LA VIDA DE LIBERTAD EN CRISTO

NO RENUNCIE A LA VIDA DE LIBERTAD EN CRISTO

Fernando Alexis Jiménez | www.RevistaVidaFamiliar.com | En Redes Sociales >> @VidaFamiliarCo


Fernando Alexis Jiménez | Editor de la Revista Vida Familiar | @VidaFamiliarCo

Si realizáramos una encuesta entre la infinidad de personas que se consideran buenas por naturaleza y que están convencidas que se irán a la eternidad con Dios apenas mueran, el porcentaje de respuestas favorables sería muy alto. El panorama cambia cuando usted les pregunta: “Si es así, por qué razón no tiene al Señor en su corazón”. El semblante de las personas cambia.

--Es que, de todos modos, cometo errores y comprometerse con Dios es cosa seria.

--Cuando me decida a asumir un compromiso con Dios, será para no pecar.

--Piense que aún no estoy preparado.

Las argumentaciones son infinitas. Consideran que el Creador es bueno, pero temen que ande detrás de sus equívocos para castigarlos.

En esa dirección, es necesario reconocer que Satanás ha desarrollado una estrategia eficaz de engaño. Hace acopio de enseñanzas, sin fundamento bíblico, para tergiversar la verdad y vender la imagen de un Dios castigador, que no perdona y, contrario a lo que se pudiera pensar, anda detrás de los que pecan para sumarle sus errores de cara a enviarlos al infierno.

NO RENUNCIE A LA VIDA EN ABUNDANCIA

El propósito eterno de Dios es que disfrutemos de una vida plena, vida de realización que Satanás nos quiere robar con sus mentiras—Juan 10_ 10.

El apóstol Pablo lo explicó en términos muy sencillos, pero contundentes:

"Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados), y con Él nos resucitó y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús, a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de Su gracia por Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús." (Efesios 4:4-7 | NBLA)

Por favor tome nota de los términos relevantes en este pasaje:

  • Dios es un Dios de misericordia.
  • Dios nos ama con gran amor
  • Dios nos amó aun cuando andábamos inmersos en pecados.
  • Dios nos dio vida en Cristo.
  • Esa salvación maravillosa para nuestras vidas, es por Gracia.
  • Dios nos asegura la eternidad con Él y en Él.

A estos fundamentos alentadores, debemos sumar uno más, sobre el cual el adversario espiritual quiere producirnos confusión:

  • Somos salvos por Gracia y no por obras.

En ese orden de ideas, asumimos que delante de nosotros tenemos una enorme oportunidad que registra el apóstol Juan:

“Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en Su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.” (1 Juan 5: 11, 12 | NBLA)

Es evidente entonces, que ese temor a Dios—que no es reverente sino físico miedo—nos lleva a desestimar la vida que hay en Cristo. No por nuestros esfuerzos, sino por Gracia.

El teólogo norteamericano, Charles Swindoll, escribió:

“La gracia trae libertad para hacer algo; libertad para disfrutar de los derechos y privilegios de aquél a quien le ha sigo quitado el yugo de la esclavitud, y de permitir a otros que también sean libres. Es libertad para vivenciar una nueva clase de poder que solo Cristo puede otorgar”.

Alrededor de este tema, el apóstol Pablo fue claro al escribirles a los creyentes de Galacia (hoy Turquía), en Asia Menor, en el primer siglo:

“Para libertad fue que Cristo nos hizo libres[a]. Por tanto, permanezcan firmes, y no se sometan otra vez al yugo de esclavitud.” (Gálatas 5: 1 | NBLA)

La libertad que el Señor nos otorga es invaluable y no podemos renunciar a ella por creer en las mentiras del diablo.

DIOS PERDONÓ NUESTRO PASADO

Permítame citar aquí el caso de Gerardo Villareal. En su momento, en uno de los carteles más peligrosos de México, era reconocido por su insensibilidad cuando de cegarle la vida a alguien se trataba.

Odiaba a las personas, rechazaba a Dios y amaba el dinero. “La gente me tenía mucho miedo, pero no porque yo fuera muy valiente, sino porque no valoraba a nadie ni a nada. Estaba tan perdido en mis delitos y pecados, que no tenía lugar para Dios, a pesar de que Él sí tenía un propósito para mi vida.", relató a Univisión.

Su vida experimentó un cambio diametral. Estaba en la cárcel. Allí tuvo un encuentro con Jesucristo y comprendió por fin que, pese a la estela de muertes que lo secundaba, el Padre respondía con perdón ilimitado ante su arrepentimiento sincero.

Compartiendo con las personas las buenas nuevas de Salvación, alguien le echó en cara su pasado: “No eres nadie. Lo que sí sé es que eres un asesino”, le gritó en la cara. Gerardo lo escuchó con calma: “Por su gracia, Dios me perdonó. Y eso es suficiente. Me dio una nueva oportunidad y no voy a desaprovecharla”, le respondió.

Por la obra redentora de Cristo, ahora somos nuevas criaturas:

“Dejen de mentirse[a] los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos,  y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó.  En esta renovación no hay distinción entre griego y judío, circunciso e incircunciso[b], bárbaro[c], Escita[d], esclavo o libre, sino que Cristo[e] es todo, y en todos.” (Colosenses 3:9-11 | NBLA)

En este aspecto coinciden 1 Pedro 2: 9-10 y 2 Corintios 5: 17. La obra de Cristo nos abrió una nueva puerta, que está ligada a una existencia renovada por la Gracia de Dios. No por obras, como anota Efesios 2: 8, 9.

Cuando tomamos conciencia de quiénes somos ahora, de nuestra identidad por la obra redentora de Jesús en el calvario, podemos movernos alrededor de lo que enseña Charles Swindoll:

“Cristo nos trajo libertad de la constante obligación que significaba agradar a Dios y a las personas. Significa libertad del temor a ser condenados por Dios, como también, del temor de una conciencia acusadora. Es libertad frente a las exigencias de las demás personas.”

No podemos desconocer ni desestimar la libertad que el Señor nos ofrece de vivir bajo la Gracia, no con el inri de la condenación con el que fuimos enseñados y que, al cometer algún equívoco, nos llevaba a experimentar desánimo y deseos de volver atrás.

HIJOS DE DIOS AMADOS

Dios perdonó nuestros pecados por amor, que se manifiesta en la Gracia que ahora nos asegura que somos Sus hijos.

Sobre este fundamento maravilloso, el apóstol Juan escribe:

"Miren cuán gran amor nos ha otorgado el Padre: que seamos llamados hijos de Dios. Y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a Él. Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es. Y todo el que tiene esta esperanza puesta en Él, se purifica, así como Él es puro." (1 Juan 3: 1-3 | NBLA)

Ser hijos de Dios marca la diferencia ya que, por esa misma naturaleza, aún si llegamos a fallar por alguna situación, tenemos perdón si nos arrepentimos y volvemos la mirada a Él. No dejamos de ser sus hijos, que es un aspecto en el que es necesario enfatizar.

En ese orden de ideas, al acogernos a la Gracia, ya no somos pecadores como nos insiste Satanás para que volvamos atrás, sino un justo que comete pecado. No se trata de algo meramente semántico, sino real y alentador, porque siempre hay oportunidad de levantarnos y reemprender el camino.

El apóstol Pablo aclara nuestra nueva condición, en la carta que dirigió a los creyentes de Galacia:

"Y porque ustedes son hijos, Dios ha enviado el Espíritu de Su Hijo a nuestros corazones, clamando: «¡Abba! ¡Padre!». Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios. Pero en aquel tiempo, cuando ustedes no conocían a Dios, eran siervos de los que por naturaleza no son dioses. Pero ahora que conocen a Dios, o más bien, que son conocidos por Dios, ¿cómo es que se vuelven otra vez a las cosas débiles, inútiles y elementales, a las cuales desean volver a estar esclavizados de nuevo?" (Gálatas 4:6-9 | NBLA)

Nuestros pensamientos y acciones se renuevan (Cf. Romanos 12. 1, 2) porque estamos en Cristo. Si cometemos alguna falla, el camino es arrepentirnos sinceramente y apropiarnos del perdón divino.

Son verdades de las cuales Satanás no quiere que se hable, porque son fundamentos de libertad, la misma libertad a la que fuimos llamados para experimentar transformación y crecimiento permanentes, no por obras, sino por la Gracia de nuestro amado Creador.

Hoy es el día para cambiar y crecer. Aprópiese de la gracia de Dios y emprenda el camino de transformación. Nuestro Señor Jesús lo hizo posible al morir en la cruz por nuestros errores y pecados del ayer. Ábrale las puertas de su corazón.

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