Mújica. Una biografía inspiradora

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PRIMERA PARTE » Hijo del Uruguay

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Hijo del Uruguay

En su familia se hablaba de política y él mamó desde pequeño las discusiones de sobremesa en las que pugnaban blancos contra colorados, los dos partidos dominantes de la escena política. En su niñez Uruguay había entrado en un período de decadencia económica y en una espiral de gobiernos de facto que habían roto la estabilidad institucional característica de este país. Ya no era el Uruguay descrito por Eduardo Galeano que «a principios de siglo no tenía analfabetos y contaba con la legislación social más progresista del mundo». El país de las medallas olímpicas y del Maracanazo se había quedado estancado rememorando glorias pasadas. En palabras de Mujica:

«Yo pertenezco a un pequeño país que por los años 1920 y 1930 tenía el ingreso per cápita que podía tener Francia o Bélgica, un país que llegaron a llamar la Suiza de América. Ese no fue el que yo conocí, fue en el que nací, pero que estaba muriendo cuando yo nací.» (2013)

Como el noventa por ciento de los uruguayos los ancestros de Mujica eran inmigrantes. Por parte de su madre, italianos del Piamonte que se instalaron en una colonia en la localidad de Carmelo para prosperar en la industria de la vid. Su abuelo, de genio fuerte y emprendedor, trabajó en política con el Partido Blanco y llegó a ser reelegido varias veces como concejal. Este temple enérgico lo heredó su madre, Lucy Cordano, que según su propio hijo era «una vieja dura y trabajadora» y también militante barrial del Partido Blanco.

En cambio su padre, Demetrio Mujica, de ascendencia vasca, se crio como hijo de latifundista y nunca tuvo los hábitos de trabajo de la familia de su madre. Era hijo de un «mercachifle», vendedor callejero, que cambió de vida cuando se casó con la heredera de un terrateniente. Criado como niño bien no tenía los hábitos de laburo y fue incapaz de mantener lo heredado. Al poco de casarse se lo había fundido y terminó trabajando como funcionario de la administración. Falleció a los 48 años enfermo de sífilis, según cuentan, por la vida disipada que había llevado.

Ambas familias representan la cara y cruz de la forma de ser de los uruguayos. La de su padre es la cultura del «Uruguay facilongo», que vive de las rentas o a costillas del Estado. Muchas veces se ha quejado de que a los uruguayos «no les gusta trabajar», están más cómodos con la burocracia y el enchufismo en el estado.

En cambio, la familia Cordano son los inmigrantes que llegaron con una mano atrás y otra delante e hicieron «las Américas» con la cultura del trabajo y el sacrificio.

«[En Uruguay] Somos medio atorrantes, no nos gusta tanto trabajar. [...] Nadie se muere por exceso de trabajo.» (2013)

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