Mújica. Una biografía inspiradora

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PRIMERA PARTE » Las huidas de las cárceles

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Las huidas de las cárceles

En la clandestinidad los guerrilleros vivían el día a día como si fuera el último de su existencia. Cambiaban continuamente de residencia, usaban documentos falsificados y se movían con sigilo para no ser reconocidos. Sin embargo en el Uruguay del «somos pocos y nos conocemos mucho» esta situación era muy difícil de mantener. El círculo se fue cerrando cada vez más por las intensas campañas de búsqueda y captura que terminaban en redadas o allanamientos masivos.

En mayo de 1970 un funcionario del Ministerio del Interior reconoció a Mujica y a otros compañeros en un bar. Inmediatamente la policía montó un amplio operativo que terminó en una espectacular balacera en la que Mujica cayó herido de gravedad. Tirado en la calle y sin posibilidad de defensa un policía intentó rematarlo disparándole varias veces a bocajarro. En total recibió seis balazos de los que pudo sobrevivir milagrosamente. Pasó la convalecencia entre el hospital penitenciario y la propia cárcel, donde fue atendido por otros guerrilleros presos.

Las heridas, que dejarían graves secuelas para los próximos años, no le impidieron protagonizar una huida masiva de presos de la cárcel de Punta Carretas. De forma paciente y guiados por el ingeniero Manera, lograron construir un túnel de cuarenta metros de largo que atravesaba los muros del penal a diez metros de profundidad. Para acceder a la entrada del túnel socavaron boquetes entre los calabozos que comunicaban a todos los escapistas. De este modo huyeron ciento seis presos sin que se percataran los guardias de seguridad. Fue la huida de presos más numerosa en la historia que le valió un récord Guinness.

El gobierno, con el apoyo del Partido Blanco, respondió con la declaración de Estado de Guerra Interna donde quedaban suspendidas las garantías constitucionales. Los prófugos tuvieron que improvisar refugios en casas legales o directamente cavando pozos, llamados tatuceras, en alusión a las cuevas del tatú, armadillo americano. Emiliano, el nuevo nombre de guerra que adoptó Mujica en honor al revolucionario mexicano, se recuperaba en un hospital de campaña mientras sus camaradas continuaban con un accionismo cada vez más intenso.

En las calles había recrudecido la violencia y el gobierno otorgó amplias facultades al ejército, que se hizo cargo de la lucha antisubversiva. En poco tiempo fueron cayendo uno a uno los comandos guerrilleros hasta que dieron con el sótano donde se escondía Emiliano, que terminó otra vez en la cárcel.

A fines de 1971 se celebraban elecciones nacionales con una importante novedad en el ámbito partidario. Una coalición de partidos de izquierda, denominado Frente Amplio, aparecía como una alternativa para competir frente a los dos partidos tradicionales. Por primera vez, partidos de izquierda que históricamente habían estado divididos, se presentaban unidos postulando a la presidencia al general Liber Seregni y que apoyaba entre otros Enrique Erro. La dirección de Tupamaros, que estaba en prisión, decidió dar un apoyo crítico al Frente, que alcanzó un auspiciante 18% de los sufragios. Ganó las elecciones el colorado Juan María Bordaberry, que era un político que prometía mano dura y un mayor acercamiento a los militares.

La tercera estancia en la cárcel no duró mucho tiempo. Nuevamente los hábiles topos cavaron un túnel, esta vez desde el exterior, que facilitó la huida de Mujica y otros prisioneros. El nuevo túnel conectaba el hospital con las cloacas de la ciudad. Tuvieron que recorrer más de cuatro kilómetros entre las aguas residuales hasta llegar a la superficie. Una vez fuera, las condiciones de supervivencia habían empeorado de forma dramática. Dispersos y sin recursos debían guarecerse donde podían, muchas veces a la intemperie del campo, en el frío invierno uruguayo. En esta época comienza su romance con Lucía Topolansky.

«Yo no pasé catorce años en la cárcel por héroe, pasé porque me agarraron, porque me faltó velocidad para disparar. Me tocó perder y fue una manera de perder todavía con suerte. A los quijotes que se meten a transformar el mundo lo mínimo que les puede pasar es esto.» (2012)

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